N¨¦lida Pi?¨®n reclama una atenci¨®n mayor del mundo hisp¨¢nico por la cultura de Brasil
El dibujante Ziraldo, autor del Menino Maluquinho, muestra su mundo salpicado de humor
Una conferencia de prensa de N¨¦lida Pi?¨®n sirvi¨® para iniciar los actos que protagonizar¨¢n en la feria los escritores brasile?os. Se expres¨® en esa lengua que algunos llaman portu?ol. Y es que de eso trat¨® su intervenci¨®n, del gran inter¨¦s que tiene su pa¨ªs por promocionar la lengua espa?ola. Insisti¨®, sin embargo, en que no puede ser un camino de una ¨²nica direcci¨®n, y que el mundo hisp¨¢nico debe descubrir la riqueza del portugu¨¦s de Brasil. Por otro lado, el popular dibujante Ziraldo mostr¨® la variedad de sus criaturas, entre las que destaca el Menino Maluquinho.
Despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos no se debe caer en la f¨¢cil tentaci¨®n de abrazar el nihilismo. N¨¦lida Pi?¨®n insisti¨® en que ahora m¨¢s que nunca los escritores tienen que ser 'sensatos, sabios, prudentes y generosos'. En la rueda de prensa que sirvi¨® de pre¨¢mbulo a los distintos actos en los que participan los escritores brasile?os, N¨¦lida Pi?¨®n toc¨® varios temas.
Record¨® la escritora, por ejemplo, sus inicios en la literatura. Mujer, joven y brasile?a: lo ten¨ªa todo en contra. Pero fueron la fe y la perseverancia de un editor las que le permitieron que continuara escribiendo. Resalt¨® tambi¨¦n que, pese a su inmensidad, Brasil hab¨ªa conseguido preservar sus fronteras pol¨ªticas y tambi¨¦n su unidad ling¨¹¨ªstica. 'Son muy diferentes las formas de hablar el portugu¨¦s en las distintas zonas de Brasil, pero todos nos entendemos', dijo.
Coment¨® que las dimensiones descomunales de la naturaleza brasile?a se traduc¨ªan inevitablemente en los libros de sus autores, tuvo palabras elogiosas para la inmensa influencia de la obra de Jorge Amado e insisti¨® en la necesidad de recuperar el concepto de latinidad. Un puente que puede acercar a Brasil a los pa¨ªses que hablan espa?ol. 'En nuestro pa¨ªs es cada vez mayor el inter¨¦s en las escuelas por la ense?anza del espa?ol, pero no puede ser una actitud unilateral. Los pa¨ªses con los que Brasil est¨¢ asociado deber¨ªan hacer un esfuerzo en la misma direcci¨®n y ense?ar el portugu¨¦s a las nuevas generaciones'.
Gattai y Amado
N¨¦lida Pi?¨®n interrumpi¨® la rueda de prensa un poco antes de lo previsto. La esperaba otro acto y, dijo, no quer¨ªa llegar apurada, con la lengua afuera, sino entrar con la mayor elegancia. Poco despu¨¦s se encontraba con Z¨¦lia Gattai, la mujer de Jorge Amado, y juntas abrieron la secci¨®n de la feria dedicada a Lecturas P¨²blicas. Le toc¨® primero a Z¨¦lia Gattai, que ley¨® uno de sus propios textos, y tambi¨¦n un peque?o ensayo de Jorge Amado, incluido en Navegaci¨®n de cabotaje (Muchnik) y que resultaba muy pertinente en estos tiempos, donde el abismo entre palestinos e israel¨ªes es cada vez mayor.
Luego le toc¨® a N¨¦lida Pi?¨®n. Eligi¨® un relato de El calor de las cosas y otros cuentos (Fondo de Cultura Econ¨®mica), donde re¨²ne varios t¨ªtulos anteriores y que se presenta en esta Feria de Guadalajara. L¨ªnea a l¨ªnea, palabra a palabra, las peripecias de Adamastor surg¨ªan de los labios de N¨¦lida Pi?¨®n, y con ellas llegaba no s¨®lo el estilo caracter¨ªstico de la autora, sino toda una corriente de la literatura brasile?a que ha dado todo el protagonismo a los personajes y sus avatares.
'Adamastor med¨ªa un metro con cincuenta. Su debilidad eran las mujeres, y las llevaba a casa aunque no le gustaran'. Con esas frases se inicia el cuento de N¨¦lida Pi?¨®n, que cuenta de un hombre que vive sobre todo el presente. Y que un d¨ªa se entera por un marinero que Adamastor es el nombre de un h¨¦roe. Descubre que es uno de los personajes que pueblan Los Lusiadas, y es entonces, por primera vez, cuando es consciente de su baja estatura. 'Nunca lo vieron llorar', ley¨® N¨¦lida Pi?¨®n, y poco despu¨¦s ley¨® tambi¨¦n que Adamastro un buen d¨ªa cambi¨®, invadido por la melancol¨ªa. As¨ª es la literatura de N¨¦lida Pi?¨®n, con sus personajes rotos, que transitan de las batallas diarias a los sue?os para salvar las inc¨®modas torceduras de una sociedad injusta y una naturaleza inclemente.
El Brasil de N¨¦lida Pi?¨®n, el de Jorge Amado y Z¨¦lia Gattai, es, sin embargo, uno m¨¢s de los muchos que conviven en ese pa¨ªs con dimensiones de continente. En ese sentido, uno de los aspectos m¨¢s interesantes de esta feria es la posibilidad de acercarse a algunos de los autores de m¨¢s proyecci¨®n en su propio pa¨ªs y que, por la distancia que impone la lengua, no han podido llegar al p¨²blico hisp¨¢nico. Si para el lector espa?ol, la Mafalda de Quino es un personaje tremendamente pr¨®ximo, por ejemplo, lo que s¨ª es evidente es que nadie conoce a Menino Maluquinho. Un personaje tan familiar para los brasile?os como familiar es Mafalda para los argentinos.
Ni?o sabio
El autor de esta criatura es Ziraldo Alves Pinto, simplemente Ziraldo. Cuando ten¨ªa 16 a?os, en el a?o 1948, concibi¨® sus primeras vi?etas y, con el tiempo, ha conseguido imponer un estilo que lo ha hecho tremendamente popular. ?Cu¨¢l es su f¨®rmula? 'Yo no cuento historias con un argumento que tiene principio y final. M¨¢s bien, pongo en escena diferentes invenciones, peque?as reflexiones sobre la condici¨®n humana'. Todas ellas, por cierto, empapadas con la ternura de sus personajes y llenas de humor y poes¨ªa.
Menino es ni?o. 'Pero la complicaci¨®n es traducir Maluquinho', dice Ziraldo a prop¨®sito del proyecto de Alfaguara de publicar sus libros en espa?ol. 'Es una palabra que se refiere a un peque?o loco que no deja de hacer locuras y que sin embargo es muy tierno'. Los dibujos de Ziraldo son tremendamente sencillos, pero est¨¢n cargados de lirismo, y el mismo Menino Maluquinho aparece en la portada de uno de sus libros con una olla como sombrero y con la t¨ªpica actitud de Napole¨®n. '?se es el loco de verdad, el m¨ªo s¨®lo pretende contar que es importante que todos los ni?os sean 'meninos maluquinhos' para poder ser luego de mayores grandes tipos'.
He aqu¨ª O Menino Maluquinho. 'Tiene el ojo m¨¢s grande que la barriga'. 'Tiene viento en los pies'. 'Unas piernas tan grandes que abrazan el mundo entero'. 'Era muy sabio. Lo sab¨ªa todo, lo ¨²nico que no sab¨ªa era estarse quieto'. 'Es un ni?o imposible'. Las frases acompa?an los dibujos y unas y otros originan ese feliz encuentro que desencadena la sonrisa.
Historias de colores y caballeros correctos
Con Ziraldo ocurre como con N¨¦lida Pi?¨®n. Que habla un espa?ol fluido y que se deja entender perfectamente y que tiene esa vitalidad desbordante que, a poco que exista la m¨ªnima oportunidad, se lanza a cantar rancheras con entusiasmo juvenil.
Ha pasado ya la frontera de los sesenta a?os, pero sigue siendo un menino maluquinho. 'No he dejado de trabajar', comenta. Y muestra otra larga colecci¨®n de libros.
Est¨¢ la historia de un color, Flicts, al que el resto de colores vuelven la espalda y dejan fuera. O est¨¢ la historia del monigote t¨ªpico, que se?ala cu¨¢l es el cuarto de ba?o masculino. 'Un caballero correcto, ya se ve que nunca hace ademanes excesivos, salvo cuando llegan los Juegos Ol¨ªmpicos', comenta Ziraldo. Pero est¨¢ solo. Y eso que existe otro monigote, femenino, para se?alar cu¨¢l es el cuarto de ba?o de las mujeres. El problema es que est¨¢n condenados a no encontrarse nunca.
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