Van Gaal o el fracaso de la arrogancia
El t¨¦cnico abandona la selecci¨®n holandesa, tras no clasificarla para el Mundial, cargando de nuevo contra los jugadores y la prensa
El rostro a punto de reventar, al rojo vivo, casi sangu¨ªneo, y los ojos brillantes, arrasados por las l¨¢grimas. Seguramente, de rabia. La imagen de un hombre derrotado, incomprendido y obligado a tragarse ante el mundo su enorme vanidad. El t¨¦cnico Louis van Gaal tuvo que representar el viernes la peor escena de su carrera: convoc¨® a la prensa en Zeist, en la sede de la federaci¨®n holandesa, para anunciar, llorando, su dimisi¨®n como seleccionador de su pa¨ªs justamente 24 horas antes de que se celebrara en Busan (Corea) el sorteo del Mundial. No ten¨ªa otra salida: Holanda, siempre fiel a la m¨¢xima cita futbol¨ªstica, qued¨® apeada en septiembre de la Copa al perder ante Irlanda. No estar¨¢n esta vez en la otra punta del globo ni las pelucas, ni los disfraces ni los enormes sombreros de fieltro de color naranja. Holanda se quedar¨¢ este verano deprimida delante del televisor. Y Van Gaal, dos meses despu¨¦s de la cat¨¢strofre, el hombre que se present¨® diciendo sin modestia alguna que ganar¨ªa el Mundial, ha tenido que irse por la puerta de atr¨¢s.
'Hoy es el d¨ªa m¨¢s triste de mi vida', dijo el entrenador, de 51 a?os; 'hace a?o y medio, cuando acept¨¦ el cargo, estaba euf¨®rico porque para m¨ª era un inmenso honor. Pero he fracasado y me voy'. Un profundo desgarro debi¨® de sentir al pronunciar ese testamento, con un tono casi marcial, porque la selecci¨®n era el sue?o -nunca lo escondi¨® en el Barcelona- de toda su carrera. Tras coronar al Ajax como campe¨®n de Europa en 1995, este hombre matem¨¢tico y meticuloso hasta l¨ªmites enfermizos hab¨ªa programado su vida como un robot: su intenci¨®n era lograr otro cetro europeo en el extranjero y despu¨¦s llevar a Holanda a la cima del mundo futbol¨ªstico para a continuaci¨®n abrazar la jubilaci¨®n. Algo que ni siquiera hab¨ªa logrado la m¨¢gica naranja mec¨¢nica de Johan Cruyff, su gran enemigo, en la final de 1974 ante Alemania.
Un h¨¦roe perdido
Convencido de que su filosof¨ªa es infalible, nada le parec¨ªa imposible. Pero todos sus planes se fueron al traste: primero fracas¨® con el Bar?a -se fue en mayo de 2000, tras caer en las semifinales de la Liga de Campeones ante el Valencia, junto al presidente Josep Llu¨ªs N¨²?ez- y, ahora, tras soportar unas terribles cr¨ªticas -Cruyff no ha perdido la oportunidad de hacerlas- no ha tenido m¨¢s remedio que renunciar a su contrato -hab¨ªa firmado hasta 2006- y dejar v¨ªa libre a su sucesor. ?Reconocimiento de errores? ?Asunci¨®n de la culpa? ?Signos de humildad? No. Van Gaal se ha quedado clavado en el tiempo, cuando, en Viena, ante el Milan, Kluivert, parad¨®jicamente su disc¨ªpulo m¨¢s d¨ªscolo, dio al Ajax su cuarta Copa de Europa. El gol culminaba el triunfo de su filosof¨ªa encadenando 50 partidos sin perder.
Luego, en 1997, se fue del Ajax como un h¨¦roe y fue recibido como un dios en el Camp Nou ante 90.000 personas que creyeron ver en ¨¦l al hombre que iba a encarnar el cruyffismo sin Cruyff. El resto, sus reiterados fracasos -ante el Valencia del Piojo L¨®pez, por ejemplo, que precipit¨® su adi¨®s- y sus problemas para entenderse con el mundo y que el mundo le entendiera, no existe. El t¨¦cnico ha dilapidado en un tiempo r¨¦cord su prestigio: el Ajax, en plena decadencia por la ley Bosman -no puede competir con los clubes extranjeros en grandes fichajes ni retener a sus canteranos-, fichar¨¢ hoy a Ronald Koeman como entrenador. Ni siquiera les ha pasado por la cabeza repescarle. Negado para el di¨¢logo y encerrado en su arrogancia, el t¨¦cnico se equivoc¨® tanto en el Barcelona -quiso trasplantarle el Ajax sin darse cuenta de que estaba 1.500 kil¨®metros al Sur- que casi nadie recuerda sus cuatro t¨ªtulos -dos Ligas, una Copa y una Supercopa europea- y s¨ª c¨®mo ahora ha errado en la selecci¨®n, formada por los mismos ni?os a los que coron¨® en Europa -los azulgrana Kluivert, De Boer y Reiziger, por ejemplo-; a los que permiti¨® convertirse en multimillonarios en el Bar?a y que ahora quer¨ªan que, en la selecci¨®n, dejara de ser un recio profesor.
'Yo consideraba muy importante la conexi¨®n entre los t¨¦cnicos y los jugadores. ?Mi visi¨®n era correcta! Y ellos no la comparten. Yo sigo creyendo en mi m¨¦todo, en mi visi¨®n, en mi honor y en mi orgullo. Es el mismo que utilic¨¦ en el Ajax y el Bar?a. Si les hubiera dado m¨¢s libertad, habr¨ªa funcionado a corto, pero no a largo plazo', exclam¨®. Su discurso en Zeist fue paralelo al que pronunci¨® cuando se fue del Bar?a. Volvieron los culpables de siempre: los futbolistas -'en el ¨²ltimo amistoso, en Dinamarca, el 10 de noviembre, no vi en ellos la menor chispa de querer ser campeones'- y la prensa: 'Llevo media hora hablando y ahora, que me toco la nariz, me hac¨¦is la foto. Por eso no me gust¨¢is: ?Os pongo un 0!'. Curiosamente, como en Barcelona, volvi¨® a salvar a sus jefes: dijo en el Bar?a que se iba por solidaridad con N¨²?ez y ahora tambi¨¦n alab¨® a los federativos, que le defendieron hasta el final: '?Les doy un 10!'.
S¨®lo hubo algo distinto: no carg¨® contra la cultura holandesa porque habr¨ªa tenido que hacer las maletas. Elogi¨® a la afici¨®n de su pa¨ªs -'es la mejor del mundo'-, a diferencia de lo que hizo en Barcelona, donde, en un discurso ofensivo para muchos, dijo que Espa?a era perfecta para vivir -'el sol, la comida y el rioja son fant¨¢sticos'-, pero no para trabajar. Ajeno al desprecio que destil¨® y que muchos no perdonan, Van Gaal sorprendi¨® en Zeist cuando dijo que le gustar¨ªa volver al Barcelona para convertirlo en campe¨®n de Europa.
'Un emperador'
Un f¨²tbol ofensivo, tirando de extremos, con el bal¨®n en los pies, al primer toque, abriendo espacios y siempre buscando el gol. Esa filosof¨ªa la comparten, desde hace 30 a?os, tanto en Holanda como en el Bar?a, que se miran, aunque sea de reojo, como dos espejos. Todo porque ambos comparten el mismo mito, la misma leyenda: Cruyff, el hombre que frustr¨® en los 70 la carrera de Van Gaal cuando, como delantero suplente, le barri¨® de la titularidad en el Ajax y le oblig¨® a abandonar Amsterdam. Pero a ambos les separa una sutil diferencia: a Van Gaal le han perdido su m¨¦todo y sus formas, que le llevaron a pelearse con Jordi Pujol, el presidente de la Generalitat catalana; a encararse constantemente con la afici¨®n, a maltratar a sus jugadores y a atacar a la prensa y al mundo entero.
Van Gaal cometi¨® un pecado may¨²sculo: robar al f¨²tbol el romanticismo y la espontaneidad del talento para encorsetarlo en una armadura feroz. Su mayor error nace de su nula flexibilidad y su obsesi¨®n por querer dirigir a profesionales que cobran mil millones como a ni?os. Fracas¨® por ah¨ª en el Bar?a y ahora en Holanda. Pero sigue en sus trece. Como el l¨ªder iluminado de una cruzada, acab¨® en Zeist presumiendo:'Cuando voy a Barcelona, me siguen tratando como un emperador'.
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