El profesorado en la LOU

Una de las claves de legitimidad del proyecto de la LOU es, seg¨²n sus defensores, la necesidad de garantizar la calidad de la ense?anza mediante un adecuado sistema de selecci¨®n del profesorado. Buena parte del debate a ese respecto se ha centrado en los nuevos sistemas de oposiciones, en la necesidad de evitar la endogamia y en la movilidad de los docentes. Y, sin embargo, hay un aspecto sobre el que creo que merece la pena llamar la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica y pedir tambi¨¦n que se utilice el paso por el Senado para revisarlo. Me refiero al proceso de formaci¨®n del profesorado en sus etapas iniciales, una situaci¨®n que afecta a miles de becarios de investigaci¨®n y profesores ayudantes.

El asunto es sencillo de exponer. El argumento de la endogamia, de indiscutible eficacia dial¨¦ctica, pues responde a un mal a evitar en la medida en que se oponga al criterio de calidad, tiene el coste de arrojar su tinta ocultando otra parte de la realidad, otros argumentos que se ven ignorados o menospreciados, lo que produce consecuencias a mi juicio muy negativas sobre el futuro de la instituci¨®n universitaria.

Nadie puede ignorar a estas alturas que el proceso de formaci¨®n en la investigaci¨®n y en la docencia, sobre todo si pretendemos calidad, exige invertir en equipos, en grupos, en proyectos. Invertir con garant¨ªas, desde luego, es decir, someter a evaluaci¨®n su actividad, exigir resultados y un uso adecuado de los fondos p¨²blicos. Y la contrapartida es que se garantice cierta estabilidad o continuidad en esos grupos, lo que incluye asegurar a los m¨¢s j¨®venes que quienes trabajen adecuadamente puedan seguir haci¨¦ndolo en ese grupo, si as¨ª lo desean. No se trata de calentar el asiento: nadie que conozca el funcionamiento actual de la inmensa mayor¨ªa de los grupos de investigaci¨®n consolidados puede sostener que los investigadores m¨¢s j¨®venes se limitan a atarse a su silla: es m¨¢s, en los ¨²ltimos a?os, tanto el ministerio como las comunidades aut¨®nomas han incrementado ayudas para que esos j¨®venes investigadores -y docentes, en el caso universitario- puedan completar su formaci¨®n en otros centros de prestigio, sin dejar de pertenecer al equipo. Adem¨¢s, los proyectos y la actividad de esos equipos se someten a controles de evaluadores externos y de los diferentes organismos de evaluaci¨®n. Sin embargo, la filosof¨ªa, por as¨ª decirlo, ha comenzado a cambiar desde la reciente creaci¨®n del Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa, que ha desgajado la investigaci¨®n de la Universidad y desde la introducci¨®n de criterios de competitividad en el mercado que, a mi juicio, se han extrapolado indebidamente. Y todav¨ªa se agrava m¨¢s en el proyecto de la LOU.

Repito que no se trata de privilegiar a nadie: al contrario, debe exigirse responsabilidad. Pero mi discrepancia est¨¢ en el modelo que nos propone la LOU para garantizar esos objetivos. Un modelo que considero suicida y que acrecienta el despilfarro que en gran medida se est¨¢ produciendo con los becarios de investigaci¨®n desde hace a?os: ?para qu¨¦ invertir cientos de miles de millones de pesetas en becas de investigaci¨®n (que son muy pocos en comparaci¨®n con los que invierte la media de la UE ) si a los cuatro a?os de beca se han de ir a la calle? ?Alguien piensa que el objetivo prioritario de esa inversi¨®n es la contribuci¨®n de los becarios a los proyectos en esos cuatro a?os? No: el objetivo prioritario es su formaci¨®n, pero justo cuando comienzan a tener la competencia que les proporciona esos a?os de formaci¨®n es cuando se les lanza a la calle, aunque algunos dir¨¢n que al mercado, a competir... La realidad es que una proporci¨®n importante debe elegir entre convertirse en trabajadores en precario o aceptar ofertas fuera de este pa¨ªs. ?No es eso un despilfarro, adem¨¢s de una injusticia?

Pues bien, la pol¨ªtica investigadora de la que es muestra el proyecto de la LOU no s¨®lo refuerza ese mecanismo -no se preven sustantivos incrementos de la inversi¨®n en este ¨¢mbito-, sino que lo multiplica, en el caso de los actuales profesores ayudantes doctores a los que se impone buscarse la vida durante dos a?os fuera de su Universidad, si quieren tener posibilidad de continuar en los grupos de investigaci¨®n y docencia a los que pertenecen, si quieren estabilidad en su puesto de trabajo, algo que, por cierto, parece un derecho del trabajador hoy en v¨ªas de extinci¨®n. ?Y c¨®mo van a ganarse la vida? ?C¨®mo seguir¨¢n form¨¢ndose? La soluci¨®n de la LOU apunta a la precariedad: obtener contratos de menor nivel o constituir mano de obra barata para el mercado de la docencia y la investigaci¨®n: para las universidades y centros privados, para las empresas...A¨²n estamos a tiempo de que una reforma en el Senado cambie la disposici¨®n transitoria 4? y el art¨ªculo 50 del proyecto de la LOU: no es s¨®lo un derecho razonable de esos trabajadores en formaci¨®n, a¨²n m¨¢s evidente en el caso de los ayudantes. Es una decisi¨®n imprescindible si se quiere apostar en serio por el futuro de la Universidad, por la coherencia en el uso de los fondos p¨²blicos de los que, como se nos insiste una y otra vez, viven, vivimos, los profesores y PAS de la Universidad. De lo que se beneficia toda la sociedad, cabe a?adir.

Javier de Lucas es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho de la Universidad de Valencia.