La guerra de los dos 'talibanes'
Con arreglo a la definici¨®n, recientemente acreditada por el presidente Bush, sobre qu¨¦ es el terrorismo y qui¨¦nes son los terroristas, el l¨ªder de la Autoridad Nacional Palestina, Yasir Arafat, se clasifica sin duda como uno de ellos. En su guerra contra los talibanes de Afganist¨¢n, el mandatario norteamericano ha extendido el concepto desde los que practican el terrorismo a aquellos que lo amparan o lo facilitan. Y parece claro que el presidente palestino, porque no tiene margen de maniobra para otra cosa, mas que por propia voluntad, no hace lo que podr¨ªa caber para combatir esa plaga, a consecuencia de la cual cerca de 30 personas fueron asesinadas el pasado fin de semana en Israel.
Pero, atendiendo a ese mismo criterio, el primer ministro israel¨ª, Ariel Sharon, es igual de terrorista que el rais palestino.
Primero, est¨¢ el asunto de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila en septiembre de 1982, donde las fuerzas israel¨ªes, a las ¨®rdenes del ministro de Defensa general Sharon, no s¨®lo contemplaron impert¨¦rritas la masacre de al menos 1.500 palestinos indefensos, por parte de una fuerza de falangistas libaneses, sino que facilitaron a ¨¦stos los medios de transporte y el acceso a los campos, as¨ª como parte de los pertrechos para semejante carnicer¨ªa. Y segundo, como jefe de Gobierno, Sharon manda com¨²nmente a sus soldados a practicar el llamado asesinato selectivo de sus adversarios, cuando un Estado de Derecho se supone que deber¨ªa tratar de apresar y juzgar a los presuntos terroristas y no decidir de antemano culpabilidad y pena sin apelaci¨®n.
La diferencia entre una y otra forma de practicar y amparar el terrorismo consiste en que Arafat sufre las consecuencias de su misma impotencia, porque, cualesquiera que sean sus m¨¢s ¨ªntimos sentimientos, los desmanes de Ham¨¢s, la principal organizaci¨®n palestina dedicada al terror, le perjudican gravemente poni¨¦ndole en la nada envidiable posici¨®n de verdugo, mientras que Sharon, en cambio, domina la situaci¨®n en Israel y act¨²a descargando todo el peso de su propio terror sobre sus enemigos.
El encadenamiento de terrorismo-represi¨®n en ocasiones terrorista-y m¨¢s terror, puede hacer pensar que el conflicto es insoluble y que ambas partes son igual de responsables de la presente situaci¨®n. Pero, eso no es cierto.
Si el terror de Al Qaida s¨®lo es m¨¢s o menos gen¨¦ricamente vinculable al presunto mal trato que Occidente ha infligido al mundo isl¨¢mico, y particularmente al mundo ¨¢rabe, no cabe duda, en cambio, de que Ham¨¢s existe porque hay una ocupaci¨®n del territorio palestino desde 1967, repetidamente condenada por la ONU, aunque eso no sirva para justificar ning¨²n atentado terrorista. Pero, a causa de esa misma vinculaci¨®n entre ocupaci¨®n y terror, hay un planteamiento que, por lo menos, permitir¨ªa saber al mundo entero si tiene o no soluci¨®n este embrollo sangriento de Palestina.
El Gobierno israel¨ª podr¨ªa anunciar su voluntad de retirada -no del 95%, ni del 85%, ni del 75&, como si esto fuera una subasta- de la totalidad de los territorios ocupados y de Jerusal¨¦n-?ste, as¨ª como la apertura de negociaciones para la soluci¨®n del problema de los refugiados -a¨²n dejando constancia de que Israel jam¨¢s aceptar¨¢ el regreso de m¨¢s que un n¨²mero simb¨®lico de los mismos-.
Y esa voluntad tendr¨ªa un calendario que, sin embargo, se cumplir¨ªa s¨®lo cuando cesara totalmente la violencia palestina. Entonces, Arafat s¨ª que tendr¨ªa algo que mostrar a su opini¨®n, y cabe que hallara apoyo suficiente para proceder con toda la energ¨ªa necesaria contra los terroristas. En esa tesitura, Sharon tambi¨¦n podr¨ªa exigir una semana, o tres meses de quietud absoluta antes de mover un solo soldado o un solo colono de Cisjordania y Jerusal¨¦n-Este -entre ellos, ¨¦l mismo, puesto que con gran pompa se hizo una casa en la Jerusal¨¦n ¨¢rabe hace unos a?os-. Pero, ni con Sharon, ni con Gobierno alguno ha sido posible que Israel acatara los mandatos de la ONU y de un consenso casi universal que pide la evacuaci¨®n de lo conquistado en 1967. Eso es lo que hay tras las carnicer¨ªas de Ham¨¢s, y de la guerra de estos dos presuntos talibanes que, equ¨ªvocamente, amparan o dirigen su terror respectivo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.