A la espera del Quijote

Regalar el Quijote, s¨ª; pero ?a qui¨¦n? ?A una persona que lee habitualmente? Corremos entonces el riesgo de que lo tenga, de que se tome el obsequio como una indirecta, y piense que le estamos se?alando las lagunas de su conocimiento; al fin y al cabo, en cuesti¨®n de libros solemos regalar lo que pensamos que el obsequiado no conoce. Podr¨ªa suceder tambi¨¦n que quien recibe nuestro Quijote envuelto para regalo pensara que los ignorantes somos nosotros, que somos nosotros los que acabamos de descubrir la obra de Cervantes, y que tratamos de difundirla con el fervor de las conversos. Por otra parte, tampoco estoy seguro de que el Quijote sea un buen regalo para alguien que no ha o¨ªdo hablar jam¨¢s de este libro, cosa que no es tan rara. Una vez le preguntaron a una se?ora en televisi¨®n que si ten¨ªa el Quijote en casa; y ella respondi¨® que s¨ª, que ten¨ªa el Quijote y el Sancho Panza. Que se trate de un libro excelente no significa que deba ser el primero en un plan de iniciaci¨®n a la lectura. M¨¢s bien pienso que deber¨ªa ser el ¨²ltimo, ya que uno de sus m¨¦ritos, una de las razones por las que hace re¨ªr y pensar, es que juega con otros libros, unos escritos y otros por escribir, parodi¨¢ndolos o celebrando su calidad.