Los papeles de Royan, el refugio de Picasso en tiempos de guerra
El museo dedicado al artista en M¨¢laga exhibe por primera vez los cuadernos que realiz¨® entre 1939 y 1940
Pablo Picasso conoci¨® Royan, un peque?o pueblo balneario de la costa atl¨¢ntica francesa, cuando estaba casado con su primera esposa, la bailarina rusa Olga Khokhlova. Era el verano de 1923 y, junto a su hijo Paul, la familia pas¨® dos semanas antes de trasladarse a Antibes, en la Costa Azul, para disfrutar del resto de las vacaciones. A?os despu¨¦s, en el verano de 1939, el artista espa?ol y su familia tuvieron que abandonar Par¨ªs. En esta ocasi¨®n no para descansar, sino por el inexorable avance del nazismo y la inminente guerra mundial que acabar¨ªa estallando el 1 de septiembre. Picasso era ya un artista mundialmente reconocido que segu¨ªa teniendo pasaporte espa?ol y proximidad con el partido comunista franc¨¦s. Su seguridad estaba en peligro y Royan, a unos 500 kil¨®metros de Par¨ªs, fue el refugio elegido por el artista y su entorno. Entre el 1 y el 2 de septiembre de 1939 llegaron al balneario Pablo Picasso y su pareja de entonces, la artista Dora Maar; su secretario y amigo Jaime Sabart¨¦s con su mujer, Mercedes Iglesias, y Kazbek, el perro teckel del artista. Royan se convert¨ªa as¨ª en una de las ciudades esenciales en la vida de Pablo Picasso junto a Par¨ªs, Antibes, Cannes, Vallauris, Mougins y las ciudades espa?olas de su infancia y juventud: M¨¢laga, Coru?a y Barcelona.
Picasso vivi¨® en Royan entre septiembre de 1939 y agosto de 1940. Durante ese a?o su producci¨®n no ces¨® aunque las circunstancias le obligaran a utilizar otro tipo de materiales. Escribi¨® mucho y dibuj¨® sin parar, adem¨¢s de ejecutar varios ¨®leos en los que la mujer es protagonista absoluta. Solo en tres ocasiones tuvo que desplazarse a Par¨ªs para controlar la seguridad y el almacenamiento de sus obras, e incluso para asistir a los preparativos de una exposici¨®n de sus dibujos. El Museo Picasso de M¨¢laga da cuenta de lo que fue ese periodo para el artista en la exposici¨®n Los cuadernos de Royan, que se puede ver hasta el 30 de abril. La muestra ha sido organizada con la colaboraci¨®n de la Fundaci¨®n Almine y Bernard Ruiz-Picasso (FABA), junto a la Consejer¨ªa de Cultura de la Junta de Andaluc¨ªa.
Las paredes de las salas convertidas en una gran rotonda reproducen el azul oscuro del oc¨¦ano Atl¨¢ntico que Picasso ve¨ªa desde su estudio en Royan. Los ocho cuadernos reunidos en M¨¢laga por primera vez ocupan la parte central (solo uno pertenece a la colecci¨®n del museo). Eran libretas tipo escolar, con cuadr¨ªculas y anillas, con las que Picasso se mov¨ªa por los caf¨¦s o usaba sentado en plena calle. En las proyecciones de las reproducciones se puede ver el contenido de cada hoja. Picasso sacaba el m¨¢ximo rendimiento al papel. Con letra peque?¨ªsima escrib¨ªa palabras muy juntas, mezclando el espa?ol y el franc¨¦s, con las que plasmaba ideas, reflexiones, poes¨ªa, dibujos y comentarios de todo tipo.
La transcripci¨®n de ese contenido solo es posible para los muy expertos en Picasso, como es el caso de la comisaria de la muestra, Marilyn McCully, quien en la inauguraci¨®n de la exposici¨®n record¨® emocionada c¨®mo se sinti¨® a la hora de examinar las p¨¢ginas: ¡±Es lo m¨¢s cercano que se llega al artista, es casi como si lo que estaba pasando en su mente se tradujera inmediatamente en un cuaderno de bocetos¡±. Picasso utiliz¨® durante toda su carrera libretas para anotar ideas visuales, con referencia a obras anteriores o a nuevas ideas para composiciones futuras.
Ram¨®n Melero, coordinador del proyecto, cuenta que en el arranque del recorrido hay dos piezas muy ilustrativas del periodo de Royan. La primera es una paleta hecha con la madera del respaldo de una silla corriente. La falta de medios estimulaba la imaginaci¨®n del artista. All¨ª est¨¢ tambi¨¦n un impactante ¨®leo: Tres cabezas de cordero (octubre, 1939), prestado por el Reina Sof¨ªa. Cuando pinta este ¨®leo ya ha dado por cerrado el ciclo dedicado al mural Guernica. Empieza una serie de naturalezas muertas en las que introduce cr¨¢neos de toro y de carnero, calaveras humanas y muchas cabezas de cordero que abundaban en su casa porque eran el alimento preferido de Kazbek. La composici¨®n de las tres espeluznantes cabezas recuerda al Bodeg¨®n con costillas, lomo y cabeza de cordero, propiedad del Louvre, que Goya pint¨® entre 1808 y 1812. Tambi¨¦n evoca la pir¨¢mide de cr¨¢neos humanos pintada por Paul C¨¦zanne entre 1901 y 1906.
A la preocupaci¨®n por el avance del ej¨¦rcito alem¨¢n, Picasso sumaba su propia situaci¨®n personal. Pareja de Dora Maar, de la que la exposici¨®n incluye una apartado con obras que realiz¨® en esa ¨¦poca, conviv¨ªa en el mismo edificio con su anterior pareja, Marie-Th¨¦r¨¨se Walter, y Maya, la hija de ambos. Todos se ve¨ªan a diario, pero no parece que esa tensi¨®n familiar repercutiera en la actividad art¨ªstica de Picasso.
Aunque no hay certeza del n¨²mero exacto de los lienzos que pint¨® durante su estancia en Royan, la exposici¨®n incluye varias obras que reflejan su pulsi¨®n creativa en este periodo. Se trata de Busto de mujer con los brazos cruzados detr¨¢s de la cabeza (1939), perteneciente a la Colecci¨®n de M¨¢laga; Mujer pein¨¢ndose (1940), procedente del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, Caf¨¦2 en Royan (agosto de 1940) y Cabeza de mujer (para el pueblo griego) (1939). En la parte posterior del cuadro, Picasso escribi¨®: ¡°Para el pueblo griego, un homenaje de Picasso por su resistencia ante el nazismo¡±. La obra fue robada de la Galer¨ªa Nacional de Atenas y estuvo desaparecida durante nueve a?os, hasta que fue encontrada por la polic¨ªa en 2021. El hecho de tener el escrito en la parte posterior de la tela imposibilit¨® su salida al mercado negro. El viaje a M¨¢laga es el primero que hace desde su rescate.
Cuando el 14 de junio de 1940 Par¨ªs fue ocupada por las tropas alemanas, Picasso decidi¨® volver con toda su familia a Par¨ªs. En 1945, el edificio de Royan en el que vivi¨® y pint¨® fue reducido a cascotes en un intenso bombardeo.
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