La costosa agon¨ªa de la convertibilidad
El Gobierno del presidente Ra¨²l Alfons¨ªn hab¨ªa intentado, durante los a?os ochenta, todo tipo de pol¨ªticas heterodoxas, como los controles de precios, y pol¨ªticas aut¨¢rquicas para proteger la industria nacional con el fin de impulsar un crecimiento para Argentina. Sin embargo, el pa¨ªs termin¨® viviendo a expensas del Estado y tuvo que recurrir a la emisi¨®n de dinero para financiarse. Estas pol¨ªticas desembocaron en una hiperinflaci¨®n que condujo a la econom¨ªa a una de sus peores crisis.
Carlos Menem, elegido en medio de esta crisis, decidi¨® que la forma de salir del letargo era cambiar de rumbo econ¨®mico. Para ello nombr¨® a un tecn¨®crata liberal, como Domingo Cavallo, para que dise?ara un nuevo programa econ¨®mico. El plan que ide¨® Cavallo fue la convertibilidad. La disciplina monetaria que exig¨ªa el sistema, junto a otras medidas, como las privatizaciones, la apertura al comercio exterior y la cuenta de capitales, deber¨ªan ofrecer las condiciones necesarias para el desarrollo de la actividad privada y atraer a los inversores externos.
Una devaluaci¨®n, por costosa que sea en el corto plazo, puede ser la ¨²nica alternativa posible para recuperar el crecimiento sostenible
Los primeros a?os avalaron estas expectativas. Sin embargo, en 1995, la crisis mexicana dej¨® en evidencia las debilidades del sistema argentino. La salida de capitales que se origin¨® por el contagio gener¨® problemas de liquidez en el sistema financiero, desatando por primera vez el miedo de una devaluaci¨®n.
El apoyo de los organismos multilaterales, liderados por el FMI, permiti¨® sobrepasar esta crisis, pero la confianza en la convertibilidad nunca m¨¢s fue la misma. La crisis asi¨¢tica, iniciada en 1998, pareci¨® ser el principio del fin para este sistema. Argentina se vio enfrentada a tipos de inter¨¦s incompatibles con el crecimiento y cay¨® en una recesi¨®n. La receta utilizada fue reducir el gasto p¨²blico para que los inversores recuperasen la confianza en un pa¨ªs con problemas para cumplir sus obligaciones financieras.
Argentina se hundi¨® en una recesi¨®n cada vez m¨¢s profunda, lo que, a su vez, llev¨® los tipos de inter¨¦s a cifras exorbitantes, imposibilitando el despegue de la econom¨ªa. En sucesivas ocasiones, el FMI tuvo que rescatar a Argentina de una suspensi¨®n de pagos, esperando que estos fondos restituyeran la confianza de los inversores.
Diez a?os despu¨¦s de la instauraci¨®n de la convertibilidad, Argentina est¨¢ de nuevo sumida en una crisis alarmante. El FMI, anta?o c¨®mplice de la convertibilidad, ha negado brindar apoyo adicional, dejando entrever sus dudas sobre el actual r¨¦gimen. El originalmente ortodoxo ministro Cavallo est¨¢ ensayando todo tipo de pol¨ªticas heterodoxas para salvar a la convertibilidad.
Como en 1989, se han congelado los dep¨®sitos para evitar la fuga de capitales y la quiebra del sistema financiero. El modelo no s¨®lo ya no cumple con sus objetivos iniciales, sino que adem¨¢s las medidas adoptadas en estos meses para salvarlo est¨¢n creando un sentimiento adverso de los inversores que tardar¨¢ en borrarse. Cavallo, empecinado en mantener la convertibilidad, est¨¢ dando los ¨²ltimos manotazos que da un ahogado antes de hundirse y posterga a toda costa lo impostergable. Se ha llegado a un punto en que el remedio es peor que la enfermedad.
Una dolarizaci¨®n en estos momentos no restaurar¨ªa la competitividad necesaria para un pa¨ªs minado por la desconfianza y s¨®lo prolongar¨¢ la agon¨ªa, por lo que una devaluaci¨®n, por costosa que sea en el corto plazo, puede ser la ¨²nica alternativa viable para recuperar finalmente una senda de crecimiento sostenible.
Lucas Vigier es analista de Am¨¦rica Latina en Analistas Financieros Internacionales.
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