El Rayo no puede ni contra diez

Jug¨® Las Palmas medio tiempo con diez jugadores. ?Y qu¨¦? A estas alturas, semejante hecho resulta insignificante si el que tiene que aprovecharlo es un equipo como el Rayo, que se muere a toda velocidad. Hac¨ªa tiempo que la categor¨ªa no gozaba de un colista tan colista. Tan falto de ¨¢nimo, tan poco convencido de lo que hace y tan lleno de angustia. Se muere el Rayo y lo hace sin emitir un solo argumento futbol¨ªstico distinto al tes¨®n que ponen quienes defienden su camiseta.

Se disputaba el minuto 42 cuando Lopetegui, no se sabe bien c¨®mo, sac¨® un disparo de Orlando, que la peg¨® con todo a dos metros de la porter¨ªa. El Rayo, por entonces, era un puro disparate y Las Palmas gozaba de alguna que otra ocasi¨®n. Segundos despu¨¦s, Perag¨®n avanz¨®, ?ngel le caz¨® por detr¨¢s y el ¨¢rbitro le mand¨® a relajar su ¨ªmpetu en el vestuario.

Esa jugada marc¨® el resto del choque. Manzano ech¨® mano de todo el que tuviera pinta de delantero y el Rayo rompi¨® el cielo a pelotazos para solaz de la defensa rival, que se hart¨® de despejar. Una vez se estir¨® Las Palmas y Mauro se llev¨® por delante a Pablo Lago. Se?al¨® el ¨¢rbitro penalti, Sequeiros se dispuso a lanzarlo y Lopetegui, como de costumbre, le larg¨® una perorata de cuidado. Al larguero se fue el disparo, torpe colof¨®n para un torpe partido que no hizo sino confirmar las miserias de un equipo, el Rayo, que amenaza ruina.