Berzas para los jardines
Cuando empez¨¢bamos a tener la cultura y el civismo suficiente como para respetar los jardines un poquito m¨¢s, la administraci¨®n decide ahora que es un buen momento para plantar berzas, acelgas y calabazas en nuestras calles y plazas.
Mal asunto. Convencidos algunos pobres de esp¨ªritu de que llevarse a casa una maceta pagada del erario p¨²blico -por todos a escote- obliga quiz¨¢ a comprar un tiesto y que adem¨¢s no se puede comer, encuentran (?por fin!) algo ¨²til en plena calle con lo que satisfacer sus caprichos o con lo que llenar la cazuela por la cara.
Ser¨¢n luego, sin embargo, los primeros en acudir a la administraci¨®n para decir de malas maneras que los jardines est¨¢n hechos un asco, que no hay nada plantado.
En un lugar de cultura todav¨ªa cavern¨ªcola en algunos aspectos, plantar algo comestible o ¨²til en un jard¨ªn p¨²blico es un solemne disparate, porque todav¨ªa hay quien piensa que las calabazas son para jugar al f¨²tbol y que todo lo que hay en la calle pertenece les exclusivamente a ellos.
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