Los dem¨¢s no son los otros

Me disculpo por no recordar qu¨¦ escritor fue el que dijo aquello de que, cuando uno da con el t¨ªtulo de la novela, luego el resto -o sea, la novela en cuanto tal- ya fluye solo, como un efecto inevitable y derivado de aquel fogonazo inicial. De los libros de filosof¨ªa tal vez pudiera afirmarse algo parecido, aunque con las modificaciones pertinentes. En este caso se dir¨ªa que, cuando el autor tiene la idea -quiere decirse: una buena idea, una idea potente, digna de ser perseguida-, el libro va de suyo, termina estallando como resultado de la presi¨®n incontenible del pensar.

Pero no conviene ser exageradamente optimista a este respecto. Parece claro que de una buena idea no siempre se sigue un buen texto (de la misma manera que un buen t¨ªtulo no siempre anuncia una buena novela). Entre ambos momentos se sit¨²a un tercero, rigurosamente insoslayable: el de la elaboraci¨®n propiamente dicha del libro (entre otras razones porque, como dec¨ªa uno de los miembros de Les Luthiers, 'a los libros, cuando no est¨¢n escritos, parece como si les faltara algo'). Momento tan insoslayable como crucial, por cierto. Porque ah¨ª es donde se echan a perder, se empantanan o, simplemente, se desdibujan muchos buenos proyectos. La suerte final depender¨¢ en gran medida del modelo de desarrollo de la intuici¨®n inicial por el que se opte.

Lleva raz¨®n ?ngel Gabilondo cuando se?ala que la proliferaci¨®n de discursos sobre el otro que se viene produciendo en los ¨²ltimos tiempos no siempre coincide con una aut¨¦ntica atenci¨®n a ese otro. Incluso podr¨ªa llegar a sospecharse que en ocasiones el exceso de palabras dedicadas al otro constituye una manera entre perversa y oblicua de intentar silenciarlo. Tal vez: cabe la posibilidad de que la resonancia alcanzada por ciertas categor¨ªas -sin ir m¨¢s lejos, las indicadas en el propio subt¨ªtulo de esta obra: identidad, diferencia o incluso la propia alteridad-, el hecho de que de ellas se hable, y mucho, en contextos te¨®ricos muy alejados de aquellos en los que surgieron est¨¦ contaminando la discusi¨®n al sobrecargarla con connotaciones que perturban el originario sentido de los t¨¦rminos.

La vuelta del otro no cae en la f¨¢cil trampa de intentar traducir las cuestiones que pretende plantear a otros lenguajes (presuntamente m¨¢s asequibles) o de proporcionar otros referentes (en apariencia m¨¢s concretos). El problema que en este texto se aborda, el de la identidad y la diferencia, constituye un tema clave, de gran calado metaf¨ªsico, que recorre toda la historia de la filosof¨ªa, de Parm¨¦nides, Her¨¢clito o Plat¨®n hasta nuestros d¨ªas. El autor no oculta su preferencia por la interpretaci¨®n que de la cosa han hecho pensadores como Derrida o Deleuze, pero con la clara conciencia de que dicha interpretaci¨®n resulta fecunda cuando se le inscribe en el contexto filos¨®fico se?alizado por las propuestas de Hegel y de Heidegger. Buen conocedor de los autores sobre los que se vertebra su texto (no en vano es profesor de metaf¨ªsica y pensamiento franc¨¦s contempor¨¢neo en la Universidad Aut¨®noma de Madrid), ?ngel Gabilondo ha escrito un libro denso y solvente, atravesado por una inocultable pasi¨®n por el pensamiento. Un libro contraindicado para quienes siguen un r¨¦gimen de lecturas bajo en reflexi¨®n. Un libro, en fin, que est¨¢ a la altura de su idea.