La riqueza escondida
El valor de las setas triplica al de otros aprovechamientos silvestres en algunas comarcas
Desde hace a?os, algunas localidades andaluzas, como Villaviciosa de C¨®rdoba, saben de la enorme rentabilidad econ¨®mica de una actividad, la recolecci¨®n de setas, que en casi toda la regi¨®n se considera marginal. En este municipio serrano, cuando el oto?o es propicio, abunda el n¨ªscalo, demandado, sobre todo, por el mercado catal¨¢n. Miles de kilos se venden en esta ¨¦poca del a?o a los intermediarios que acuden en busca del codiciado alimento. Y algo parecido ocurre en otros pueblos de C¨¢diz o Huelva con especies como la tana o el gurumelo.
Lo que hasta hace poco era una rareza comienza a convertirse en una actividad capaz de generar importantes beneficios, muy superiores a los que se atribuyen a otros recursos cl¨¢sicos de los espacios naturales andaluces, como la madera, el corcho o las plantas arom¨¢ticas. En determinadas comarcas la recolecci¨®n de setas y trufas puede alcanzar rendimientos cercanos a las 800.000 pesetas por hect¨¢rea, m¨¢s del triple de lo que se obtiene, por ejemplo, del corcho en id¨¦ntica superficie.
El descubrimiento de esta riqueza escondida coincide con la proliferaci¨®n de sociedades micol¨®gicas, en donde se re¨²nen los aficionados al estudio, conservaci¨®n y aprovechamiento de estos frutos silvestres. Y para terminar de componer este escenario de ¨²ltima hora los cient¨ªficos vienen advirtiendo sobre las amenazas que est¨¢n provocando la desaparici¨®n de algunas variedades.
Jos¨¦ Guirado, director general de Conservaci¨®n del Medio Natural, est¨¢ convencido de que ¨¦ste es 'un momento estrat¨¦gico, en el que se puede plantear una regulaci¨®n de esta actividad de manera sostenible'. Todav¨ªa no hay una gran presi¨®n sobre setas y trufas, aunque ya se sabe de su contribuci¨®n potencial a las rentas rurales, y las asociaciones de aficionados han alcanzado la suficiente madurez como para servir de apoyo a la administraci¨®n.
Como una pieza m¨¢s de ese modelo en el que se propone 'una visi¨®n integral del monte mediterr¨¢neo, a la que se suman todos los activos' que proporciona, la Consejer¨ªa de Medio Ambiente acaba de poner en marcha el Plan Cussta, cuyo objetivo es conservar este recurso al mismo tiempo que se organiza su aprovechamiento racional.
Los expertos proponen, en primer lugar, el desarrollo de una normativa que garantice la supervivencia de estas especies, ordenando las actividades de recolecci¨®n de una manera gradual, acorde a las caracter¨ªsticas ambientales y sociales de cada territorio. Algo que ya han hecho las comunidades de Arag¨®n (1995), Navarra (1992) o Valencia (1996), en algunos de cuyos territorios se han creado, incluso, cotos de setas.
En Andaluc¨ªa, se comienza a barajar la posibilidad de constituir Zonas de Reserva de Hongos (ZRH), localizadas en aquellos enclaves en los que sea necesario proteger, de manera estricta, a algunas especies, bien por estar sometidas a una excesiva presi¨®n o por que sean escasas o raras.
Mientras se trabaja en el desarrollo de este tipo de aplicaciones legales, los especialistas comenzar¨¢n a elaborar un inventario de setas y trufas. Las estimaciones hablan de un millar de especies diferentes en toda la regi¨®n, aunque las gu¨ªas m¨¢s completas apenas recogen informaci¨®n de unas 300 variedades, de las que alrededor de un centenar son comestibles. En setas todo parece indicar que Andaluc¨ªa conserva una elevada diversidad, a la que contribuyen especies end¨¦micas de la zona mediterr¨¢nea. Y en trufas es posible que esta sea la regi¨®n de Europa m¨¢s rica, tanto en cantidad como en variedad.
El dise?o de rutas micol¨®gicas, y el establecimiento de puntos de informaci¨®n en determinados espacios naturales ricos en este elemento, tambi¨¦n se ha previsto en las iniciativas que ir¨¢n incorpor¨¢ndose al Plan Cussta, cuyo presupuesto inicial ronda los 50 millones de pesetas.
Todas las labores, tanto cient¨ªficas como divulgativas, asociadas a esta iniciativa estar¨¢n centralizadas en el Centro Andaluz de Micolog¨ªa, que contar¨¢ con un ¨¢rea de uso p¨²blico en la que los visitantes podr¨¢n profundizar en el conocimiento de los hongos, tanto a trav¨¦s de elementos expositivos y medios audiovisuales como en vivo, gracias al establecimiento de jardines en donde crecer¨¢n algunas de las especies m¨¢s caracter¨ªsticas de la regi¨®n. El centro posiblemente se instale en la provincia de C¨®rdoba.
Comentarios y sugerencias a prop¨®sito de Cr¨®nica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es
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Un reino diferente
Los hongos no son vegetales, aunque el naturalista sueco Karl von Linneo as¨ª los consider¨® en el siglo XVIII, pero tampoco son animales. Est¨¢n a medio camino de ambos, y constituyen, tan s¨®lo desde 1969, el reino fungi o reino de los hongos, un territorio de gran complejidad para los cient¨ªficos y que todav¨ªa esconde muchos secretos. Aunque durante a?os no se les haya prestado mucha atenci¨®n, los hongos desempe?an un papel fundamental en los ecosistemas, ya que descomponen la materia org¨¢nica y la ponen a disposici¨®n de las plantas. Asimismo, establecen relaciones de simbiosis con algunos vegetales, algo que se ha demostrado crucial en el caso del monte mediterr¨¢neo. 'Las ra¨ªces de la encina', explica Baldomero Moreno, coordinador del Plan Cussta, 'se asocian simbi¨®ticamente con un hongo que les proporciona una mayor capacidad de absorci¨®n de los nutrientes y, adem¨¢s, defiende al ¨¢rbol de algunas enfermedades'. Este tipo de relaciones, en las que se manifiesta un beneficio mutuo, son muy frecuentes y potencialmente de gran inter¨¦s en labores, por ejemplo, de restauraci¨®n forestal. Pero los hongos tambi¨¦n entra?an cierta peligrosidad. Algunos de ellos contienen sustancias t¨®xicas que pueden llegar a provocar la muerte, por lo que no conviene recolectarlos, y mucho menos consumirlos, si se carecen de unos conocimientos b¨¢sicos pero rigurosos, nunca basados en creencias populares sin fundamento. En el caso de los componentes alucin¨®genos, presentes tambi¨¦n en algunas especies, el Plan Cussta llama la atenci¨®n sobre la ausencia de normativa que, en Espa?a, regule el uso de este tipo de hongos que, a todos los efectos, pueden considerarse como una droga.
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