Gobernar
Gobernar, en nuestras democracias representativas y parlamentarias, es conducir el rumbo de un pa¨ªs, aplicando un programa pol¨ªtico con el apoyo mayoritario del parlamento, elegido por las preferencias de los ciudadanos. La gobernabilidad no consiste, simplemente, en administrar un presupuesto, ni es responsabilidad exclusiva del gobierno. Es dotar de estabilidad a las instituciones, empezando por el propio gobierno, insufl¨¢ndoles el necesario aliento democr¨¢tico del respeto escrupuloso a las reglas del juego y de la responsabilidad ante las demandas de los ciudadanos.
Esta tarea compromete por igual a gobierno y oposici¨®n y a ambos obliga la lealtad a los principios democr¨¢ticos del sistema pol¨ªtico, as¨ª como la lealtad rec¨ªproca en el ejercicio de la discrepancia y la alternativa. Se gobierna para todos los ciudadanos, desde las pol¨ªticas m¨¢s apoyadas o que aglutinan a la mayor¨ªa, pero con el concurso cr¨ªtico de las minor¨ªas. En este contexto, los proyectos legislativos y el presupuesto anual constituyen la pieza fundamental de la acci¨®n de gobierno.
El presupuesto es la asignaci¨®n cuantificada de los recursos financieros necesarios para la aplicaci¨®n de las pol¨ªticas contenidas en el programa de gobierno. Pero, el presupuesto y el programa pol¨ªtico que lo sustenta y lo explica necesitan un recurso fundamental y previo: el apoyo pol¨ªtico mayoritario. No basta, por tanto, con un dise?o tecnocr¨¢tico del presupuesto, ni con un programa pol¨ªtico muy bien articulado, ya que ambos necesitan los apoyos pol¨ªticos necesarios. Este apoyo pol¨ªtico mayoritario no puede ser el resultado oportunista de una carambola parlamentaria.
La gobernabilidad requiere la configuraci¨®n de una mayor¨ªa pol¨ªtica s¨®lida, que se dote de un programa de gobierno viable y, sobre todo, estable. Si ¨¦sta es la principal responsabilidad del gobierno, la de la oposici¨®n es la de ejercer la cr¨ªtica y ofrecer alternativas constructivas, dentro de la lealtad institucional. Ahora bien, cuando un gobierno minoritario pretende, contra viento y marea, imponer su programa a toda la sociedad, la principal obligaci¨®n de la oposici¨®n es poner en evidencia la falta de voluntad mayoritaria del gobierno, que, por un exceso de partidismo, le lleva a una posici¨®n minoritaria insostenible.
La responsabilidad de la oposici¨®n es tambi¨¦n, por tanto, denunciar y evidenciar la irresponsabilidad minoritaria de la pol¨ªtica gubernamental, al tiempo que se ofrece como alternativa mayoritaria (en la censura constructiva) o, en su caso, como posibilidad de sumar nuevos apoyos al gobierno minoritario para lograr una mayor¨ªa s¨®lida basada en un programa m¨¢s amplio e inclusivo (en los acuerdos de coalici¨®n). En estas circunstancias, el gobierno no puede descalificar y responsabilizar a la oposici¨®n de no dejarle gobernar.
Lo que est¨¢ sucediendo estos d¨ªas en el Parlamento Vasco a prop¨®sito de la discusi¨®n del proyecto presupuestario del Gobierno de Ibarretxe ilustra perfectamente esta situaci¨®n, con el aditivo del chantaje antisistema de EH. El gobierno de Ibarretxe es un gobierno minoritario, por una mala lectura de los resultados electorales de Mayo, y con un programa estrecho que le incapacita para sumar una mayor¨ªa que garantice la gobernabilidad, entendida en su sentido m¨¢s amplio y, no solo, como estabilidad gubernamental. La situaci¨®n se agrava a¨²n m¨¢s, si tenemos en cuenta que esto se produce en un pa¨ªs atormentado por la violencia y chantajeado pol¨ªtica e institucionalmente desde ella. Precisamente, su erradicaci¨®n y la neutralizaci¨®n del chantaje pol¨ªtico de quienes la administran deber¨ªa ser la prioridad absoluta de la agenda gubernamental. Para ello, la pol¨ªtica del gobierno debe regirse, necesariamente, por el m¨¦todo del consenso o la concentraci¨®n democr¨¢tica, que reduce los riesgos de ruptura centr¨ªfuga y engrasa las posibilidades de acuerdo y coalici¨®n en el resto de los temas de su agenda pol¨ªtica.
El principal responsable de que EH no cuente pol¨ªticamente, no es la oposici¨®n, sino el gobierno. No se puede gobernar en minor¨ªa y con un programa nacionalista estrecho (salvo que se sumen los votos de EH), contando con que la oposici¨®n no puede ejercer su papel para no coincidir con EH. Hoy por hoy, la ¨²nica manera de evitar el chantaje antidemocr¨¢tico de EH es aunando una mayor¨ªa de gobierno con un programa pol¨ªtico m¨¢s abierto e inclusivo que el actual. La pol¨ªtica de 'yo o el caos', en estas circunstancias, es, cuando menos, pura incompetencia e irresponsabilidad.
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