El euro protector
Los espa?oles, que dentro de poco sufrir¨¢n los inconvenientes de la entrada f¨ªsica en el euro, ya han comprobado estos a?os una de sus ventajas: contar con tipos de inter¨¦s bajos. El euro nos ha permitido tambi¨¦n disfrutar del tipo de cambio competitivo que nos legaron las devaluaciones de principios de los noventa. Pero estos positivos efectos derivados del nivel de ambos tipos han ocultado otro magn¨ªfico efecto del euro, el de reducir la volatilidad de esos tipos.
La reducci¨®n de la volatilidad de los tipos de inter¨¦s y de los tipos de cambio protege a los espa?oles de las turbulencias financieras, y les permite afrontar la toma de decisiones con mayor seguridad respecto al futuro. Los espa?oles que se han lanzado masivamente a suscribir cr¨¦ditos hipotecarios no solo lo han hecho por los bajos niveles de tipos sino tambi¨¦n por la confianza de que la variabilidad de los tipos de inter¨¦s ser¨¢ limitada. Los empresarios invierten en Espa?a no s¨®lo porque el tipo de cambio sigue siendo competitivo sino porque saben que las alteraciones del tipo de cambio ser¨¢n siempre menores que si hubi¨¦ramos continuado con la peseta.
Con el euro hemos comprado un seguro contra las torpezas de los gobiernos. El euro es como un airbag que nos protege siempre, sea bueno o malo el conductor. Y al rev¨¦s, si se est¨¢ fuera del euro, no basta una buena pol¨ªtica econ¨®mica para evitar las turbulencias. Es interesante observar c¨®mo Suecia, con una gesti¨®n econ¨®mica mas rigurosa que la espa?ola -un super¨¢vit presupuestario del 4%, por ejemplo- ha visto devaluarse su moneda un 13% respecto del euro y se ve obligada a mantener tipos de inter¨¦s superiores a los del euro. Y es que la corona existe y el Gobierno sueco tiene que preocuparse de la desconfianza de los mercados mientras que el Gobierno espa?ol no tiene problemas con la peseta porque ya no existe.
Los pesimistas ven estas ventajas del euro m¨¢s como una protecci¨®n a los gobiernos que a las econom¨ªas. Aunque el Gobierno espa?ol nos haya llevado a un d¨¦ficit corriente r¨¦cord, o haya situado la inflaci¨®n en el doble de la europea, ni el tipo de cambio ni el tipo de inter¨¦s se han visto perturbados por esta pol¨ªtica porque ni el tipo de inter¨¦s ni el tipo de cambio dependen ya de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno espa?ol. Los pesimistas subrayan que, dentro del euro, los ciudadanos son inconscientes de los errores de sus gobiernos, que solo aparecer¨¢n en el largo plazo, quiz¨¢ cuando esos gobernantes ya no est¨¦n en el gobierno. Pero ello no quita que, nos lleven d¨®nde nos lleven, el euro nos garantiza un viaje sin turbulencias
Es cierto que el euro no nos protege de todo. El rumbo sigue siendo crucial y en este sentido la ausencia de reformas estructurales de los ¨²ltimos a?os impedir¨¢ que Espa?a pueda aumentar en el futuro su diferencial de crecimiento con Europa. El crecimiento de hoy es el resultado de las reformas del pasado y por ello debemos exigir hasta la saciedad al Gobierno que abandone su visi¨®n de corto plazo -subir los gastos de la Seguridad Social porque hoy tiene exceso en la caja, no introducir aut¨¦ntica competencia en los viejos monopolios, no haber hecho ni una sola reforma de gasto p¨²blico porque el ciclo ha subido autom¨¢ticamente la presi¨®n fiscal, etc¨¦tera- y oriente la pol¨ªtica econ¨®mica hacia objetivos de largo plazo.
En 1995, el PP y sus economistas criticaron el proyecto del gobierno socialista de incluir a Espa?a en el euro no s¨®lo porque la oposici¨®n siempre se opone sino tambi¨¦n por la influencia que en la derecha espa?ola ten¨ªa la doctrina de los conservadores brit¨¢nicos, contrarios al euro. Pero felizmente, despu¨¦s de algunos titubeos en sus primeros meses de gobierno, los populares rectificaron y se apuntaron al proyecto hasta el extremo que hoy ya no se oye en el PP ninguna voz en contra del euro. Por ello, este fin de a?o todos los espa?oles de cualquier signo pol¨ªtico deber¨ªamos brindar juntos por el euro, porque ha sido una de las mejores decisiones de pol¨ªtica econ¨®mica de los ¨²ltimos tiempos.
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