La imaginaci¨®n al poder de la filosof¨ªa
Es ¨¦ste un libro de filosof¨ªa sorprendente, muy sorprendente, algo que ya en principio se agradece en un campo del saber como ¨¦ste, asolado hoy por el academicismo hermen¨¦utico. Un libro original, muy original. Su autor comienza a pensar como si desde que comenz¨® el pensar no hubiera sucedido nada. O casi nada: su di¨¢logo con la historia de la filosof¨ªa o de la cultura son simples comentarios puntuales a rasgos puntuales del pensamiento de alguna de sus figuras, m¨¢s bien todas ellas anta?onas. (Comentarios muy inteligentes, por cierto, en los que est¨¢ tambi¨¦n lo m¨¢s divertido de este libro que, nunca mejor dicho, habla seriamente de lo divino y de lo humano). Piensa igual que pod¨ªan haberlo hecho Tales o Anaximandro de Mileto.
ILUMINACIONES FILOS?FICAS
Ignacio G¨®mez de Lia?o Siruela. Madrid, 2001 484 p¨¢ginas. 3.500 pesetas
El libro se compone de 2.721 fragmentos, anotaciones o iluminaciones (aforismos hay pocos), numerados y repartidos a lo largo de casi 500 p¨¢ginas en cap¨ªtulos m¨¢s o menos tem¨¢ticos que el autor ha tenido que construir despu¨¦s de la escritura original, y a rega?adientes parece, en vistas a dar 'una cierta vertebraci¨®n a lo que de otro modo podr¨ªa ser una masa informe de pensamiento'. (Una alternativa buena hubiera sido dejar las anotaciones libres, tal y como surgieron originalmente, porque tampoco ahora tienen tanto orden, ni lo necesitan. Y una mala, mal¨ªsima, en la que hubieran perdido todo esp¨ªritu, haber ca¨ªdo su autor en la tentaci¨®n confesa de construir con ellas 'algo as¨ª como un sistema'). Busca 'iluminar aquello que todos sabemos sin ser tal vez conscientes de que lo sabemos'. E intenta conseguirlo desde una filosof¨ªa que vuelva a ser filosof¨ªa, es decir, que vuelva al proyecto original que olvid¨® en el ocaso de la Antig¨¹edad, se haga otra vez 'ciencia en toda su plenitud y radicalidad' ella misma y aborde e ilumine as¨ª 'las formas m¨¢s elevadas de espiritualidad hasta llegar a convertirse en metodolog¨ªa de las formaciones an¨ªmicas y espirituales'.
A?adamos finalmente a toda esta serie de peculiaridades program¨¢ticas que en la solapa del libro se presentan estas Iluminaciones diciendo de ellas que 'proponen una refundaci¨®n de la filosof¨ªa de cara al nuevo siglo, planteando la necesidad de comenzar una nueva era con nuevos planteamientos filos¨®ficos'. Y quiz¨¢ sea verdad, aunque al menos en Occidente hab¨ªan de cambiar mucho las cosas para siquiera entender ese prop¨®sito. Occidente ha olvidado el pensar original de que naci¨®, y por tanto el ser, muy cercanos en el origen a Oriente, por cierto. ?Los ha malversado con ello, o ese olvido es la ley natural e inocente del proceso necesario de las cosas? ?Debe recuperarlos? Quiz¨¢ ¨¦sa fuera la soluci¨®n de sus problemas, pero el salto heideggeriano al origen es una pirueta arriesgada, m¨¢s bien inveros¨ªmil, que muchos aplauden pero muy pocos intentan. Este libro s¨ª lo hace, y de ah¨ª su grandeza.
Ninguna de las peculiarida
des de este libro a que nos hemos referido, s¨ªntomas s¨®lo de esa grandeza de que hablo, va en desdoro suyo, sino todo lo contrario. Lo que no s¨¦ es si la 'novedad' a que se refieren las palabras de su solapa la percibir¨¢ mucha gente, si su recepci¨®n tendr¨¢ la misma grandeza que su arrojo. Yo me temo que el exang¨¹e academicismo a que me refer¨ªa antes, que premia otros libros, ignorar¨¢ este esfuerzo grandioso, que sin embargo queda ah¨ª y en cuanto tal plenamente conseguido. Desde luego, a mi entender, es el libro de filosof¨ªa m¨¢s interesante que se publica en Espa?a desde que recuerde en este momento. Confrontarse con ¨¦l, tanto o m¨¢s con la inquietante oportunidad de sus ideas que con ellas mismas, con el kair¨®s que evoca, es una experiencia m¨¢s conmovedora intelectual y espiritualmente que cualquier docta reflexi¨®n hermen¨¦utica o cualquier indigesti¨®n de datos como esas que muestran las publicaciones filos¨®ficas al uso. Aunque no en la filosof¨ªa ¨²ltima, o no lo muestra, docto, y sobre todo sabio, es este libro, a prop¨®sito, con creces.
Muestren lo que muestren estas iluminaciones a cada cual, que repito que creo que siempre ser¨¢ algo de alg¨²n modo conmovedor e inquietante, habr¨ªa que decir de qu¨¦ tratan. Pero tambi¨¦n es dif¨ªcil hacerlo, porque tratan de todo, pero sobre todo de lo uno. ?De lo divino y lo humano? S¨ª, si se toma esa expresi¨®n en serio. En fin, tratan de cosas as¨ª como las que voy a decir a continuaci¨®n. Resumirlas, adem¨¢s de que no se puede, ya se sabe: es imposible.
Para empezar: el principio de las cosas fue una excitaci¨®n infinitamente indeterminada que apuntaba a una resoluci¨®n infinitamente determinada, algo as¨ª como lo que resultar¨ªa de fundir las conocidas expresiones 'en el principio fue la acci¨®n' y 'en el principio fue el verbo' con la acu?ada por G¨®mez de Lia?o: 'En el principio fue el gozo del contacto, de la conexi¨®n, el Eros'. Entender y conocer el complejo de lo real que surgi¨® de ese principio en la unidad trinitaria de la acci¨®n, la palabra y el amor es, a su vez, una tarea compleja: 'Traducir los sensa y cogitata en t¨¦rminos del idioma divino, del idioma inherente al universo, que no es m¨¢s que un cierto orden de qualia y quanta'.
Qualia y quanta, que se presentan simult¨¢neamente e interpenetrados ('todo quale forma parte de un quantum y todo quantum de un quale'), son los datos o elementos irreductibles de lo real y de cualquier empresa iluminadora suya. El saber de las cosas del mundo siempre vendr¨¢ de alg¨²n modo por la cuantificaci¨®n de sus cualidades, pero no traduciendo sin m¨¢s qualia en t¨¦rminos de quanta como pretende la ciencia, sino por una dial¨¦ctica de quanta y qualia en la que no prime ni la precisi¨®n de los primeros ni la vaguedad de los ¨²ltimos; una dial¨¦ctica que vaya presidida por la unidad del sentir-entender y ponga su punto de mira en reconstruir la unidad originaria de lo real en el quale-quantum y en definitiva en el Uno. 'As¨ª como el quale-quantum manifiesta el sentir resolutivo, asimismo el Uno es la base del entender en que culmina la resoluci¨®n formal del sentir. En su fondo ¨²ltimo, la realidad es la manifestaci¨®n f¨ªsica de la unidad-sintiente'.
El sentir-entender, la forma real de afrontar las cosas -entender sintiendo, sentir entendiendo-, en la que la l¨®gica de los conceptos va unida a la l¨®gica de los afectos olvidada por la filosof¨ªa moderna, se revela, en primer lugar, 'encarnado, somatizado, infuso en un cuerpo'. Por eso el mundo se hace presente como se hace presente; es decir, a trav¨¦s de un marco de referencia carnal, coimplicado con la carne. La comprensi¨®n del mundo coimplica a este nivel dial¨¦ctico la de cuerpo, soma y carne. Cuerpo es todo objeto de pura representaci¨®n, es decir, aparici¨®n de qualia-quanta coordinados de forma relativamente estable. Soma es el cuerpo como organismo ps¨ªquico, o sea, en tanto que se manifiesta an¨ªmicamente. Carne es el cuerpo como soma o, en referencia al mundo, su parte viva: 'El mundo es carne abierta, la carne mundo cerrado'.
En un segundo nivel de la dial¨¦ctica del sentir-entender, y si yo no malentiendo las cosas, la comprensi¨®n de la realidad implica otras estructuras correspondientes, condicionadas y no diferentes en el todo de lo real a las anteriores: una, a la de cuerpo/mundo, el yo; y otra, a la de soma/carne, el alma. Yo y alma entendidos como nexos sentiente-inteligentes de objetos de mundo y carne en el sentido dicho, cuya fuerza coadyuva a sostener el mundo, la carne y el todo. El yo ser¨ªa el cuerpo que posibilita a su trav¨¦s el sentir-entender; y el alma, el mismo sentir-entender como principio encarnado en un cuerpo. En esta dial¨¦ctica, el yo, fisiolog¨ªa y circunstancia, es menos radical y primario que el alma, principio consciente. (En el cap¨ªtulo sobre el yo, donde aparecen estas ¨²ltimas iluminaciones, est¨¢n tambi¨¦n algunas de las referencias hermen¨¦uticas -a Teresa de Jes¨²s, a Spinoza, a Descartes, a Kant, a Fichte, a Proust, etc¨¦tera- m¨¢s punzantes del libro).
En un tercer y ¨²ltimo nivel dial¨¦ctico, para recomponer aquel idioma divino inherente al universo, se recoge todo lo dicho en la unidad arm¨®nica del comprender pleno que vuelve a s¨ª misma en forma del Uno-Dios. El hombre y dem¨¢s seres no sienten-entienden por qu¨¦ sienten-entienden, pero el hombre s¨ª es consciente al menos de ello; es incluso consciente de que tiene consciencia: de que tiene esa consciencia sobre todo; los cogitata est¨¢n dotados de una estructura y ser que no pueden haberse dado a s¨ª mismos. Alguien supremamente consciente, 'supremamente sentiente-inteligente-sentido-inteligido', tiene que haber dado al hombre y sus cogitata esa posibilidad de estructura, ser y consciencia; alguien tiene que haberse servido de la materia universal para hacer manifiesta en ella, en el tiempo y en el espacio, la raz¨®n 'conforme a la que est¨¢ dise?ada la vibraci¨®n m¨¢s elemental de que est¨¢ constituido el Universo'. Tras este nuevo postulado ontol¨®gico de la existencia de Dios, G¨®mez de Lia?o concluye: 'A ese Alguien lo llamo Dios'.
Los juguetes de la l¨®gica
EL INTRINCADO camino dial¨¦ctico de estas Iluminaciones filos¨®ficas no puede haberlo recorrido sola la l¨®gica de los conceptos. G¨®mez de Lia?o aboga por una filosof¨ªa que una esa l¨®gica a la de los afectos, al pathos, por una filosof¨ªa 'pat¨¦tica' ('p¨¢tica', dir¨ªa yo, por las resonancias sem¨¢nticas de 'pat¨¦tica') que tomase en cuenta la afectividad y la imaginaci¨®n, repletas del heroico furore de Giordano Bruno, a quien G¨®mez de Lia?o tan bien conoce y sobre el que nos ha ense?ado tanto. La 'representaci¨®n cognitivo-racional' no es el ¨²nico componente del ser humano, la filosof¨ªa ha de asumir tambi¨¦n los 'constituyentes afectivo-motores de la vida'. A la teor¨ªa ha de acompa?ar la mnem¨®nica, que 'seg¨²n la conocemos por las obras de Giordano Bruno y otros autores, dirigi¨® su m¨¦todo pr¨¢ctico-po¨¦tico a la edificaci¨®n imaginaria de lugares conforme a ciertas relaciones topol¨®gicas, y a la modelaci¨®n, tambi¨¦n imaginaria, de im¨¢genes y simulacros empapados de emoci¨®n, afectividad y sentimiento. Sus m¨¦todos re¨²nen el sentir y el entender, entretejen los hilos representativos, afectivos y motores de que est¨¢ formado el tapiz de la vida'. Para conocer los hechos cotidianos del mundo est¨¢ la ciencia, si me siento mal voy al m¨¦dico y no al fil¨®sofo, la filosof¨ªa est¨¢ para imaginar otro modo de verlos, dec¨ªa Vattimo hace pocos meses en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid. Aunque las artes y la poes¨ªa son s¨®lo la prehistoria de esta filosof¨ªa pr¨¢ctica, como dice, quiz¨¢ hab¨ªa que aplicar en el mejor sentido al fil¨®sofo Ignacio G¨®mez de Lia?o, a pesar de todo y de todos los 'perros guardianes de la filosof¨ªa' (la expresi¨®n es de Paul Nizan), uno de los aforismos m¨¢s bellos de su libro: 'En manos de los poetas los v¨ªnculos de la l¨®gica son s¨®lo juguetes'. Depende con qu¨¦ l¨®gica, est¨¢ muy bien jugar con ella. Al escondite, si es posible.
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