Navidad en la trinchera
Las tropas israel¨ªes mantienen a Bel¨¦n, a sus diez aldeas anexas y a sus 150.000 habitantes en una situaci¨®n de asedio permanente
Bel¨¦n se ha quedado sin Nochebuena. Por segundo a?o consecutivo la estrella de Navidad ha quedado sepultada en esa inmensa trinchera, cavada por el Ej¨¦rcito israel¨ª en torno a la ciudad del Nacimiento, en un intento desesperado por acabar con la resistencia palestina. La zanja sin embargo no impedir¨¢ esta noche a los peregrinos m¨¢s combativos acercarse hasta la bas¨ªlica de la Natividad y ver por doquier las cicatrices de 15 meses de Intifada y comprobar que las tropas mantienen a la ciudad, a sus diez aldeas anexas y a sus 150.000 habitantes en una situaci¨®n de permanente asedio.
'?sta es una triste Navidad, por la ausencia de paz en la ciudad de la paz y de la esperanza', sentenciaba ayer dolorido, tratando de hacer un juego de palabras, Hanna J. Naser, 65 a?os, alcalde de Bel¨¦n, desde su despacho del Ayuntamiento, en la plaza del Pesebre a poco menos de doscientos metros de las bas¨ªlicas de Santa Catalina y de la Natividad, epicentro de unas celebraciones populares que este a?o tampoco tendr¨¢n lugar.
Los adornos de los escaparates han sido sustituidos por fotos de m¨¢rtires de la Intifada
El alcalde Hanna Naser, cristiano como su predecesor El¨ªas Freij -muerto en junio de 1997-, es un hombre profundamente comprometido con sus creencias religiosas, pero sobre todo con una ciudad en la que su familia est¨¢ enraizada desde hace cuatro siglos -1609- y en la que su padre ostent¨® durante toda su vida un puesto de concejal. ?l est¨¢ haciendo lo mismo desde hace treinta a?os, tratando de compaginar las tareas p¨²blicas con la direcci¨®n de su peque?a empresa textil.
'La suspensi¨®n de las celebraciones habituales, al margen de los actos estrictamente religiosos, suponen el hambre para cerca del 40% de la poblaci¨®n que se encuentra vinculada al sector tur¨ªstico, pero adem¨¢s agrava la situaci¨®n para cerca de nuestros 90.000 parados oficialmente censados; el 60% de la poblaci¨®n,' explica el alcalde Naser con la vista puesta en las calles y las tiendas vac¨ªas del casco hist¨®rico de Bel¨¦n, en otras ¨¦pocas rebosantes de viajeros.
Naser es alcalde de una ciudad destrozada. Un a?o de Intifada ha dejado a Bel¨¦n, a sus 10 municipios adyacentes y a sus tres campos de refugiados, llenos de cicatrices. Los trazos de los combates son especialmente visibles en las fachadas de los grandes hoteles de la ciudad, que fueron asaltados por las tropas israel¨ªes en los ¨²ltimos meses, para convertirlos en parapetos y alojamientos de sus tropas.
Las ruinas del hotel Pardise, tres veces bombardeado y finalmente incendiado por los soldados en su retirada, rivalizan con los restos del hotel Intercontinental, en otro tiempo mascaron de proa del incipiente turismo palestino y que con apenas un a?o ha tenido que cerrar las puertas por los desperfectos causados por las tropas.
No queda en Bel¨¦n pr¨¢cticamente infraestructura tur¨ªstica, como si su destrucci¨®n hubiera estado cient¨ªficamente estudiada para favorecer los intereses comerciales de la comunidad israel¨ª, situada a pocos metros al otro lado de la 'frontera'.
La ciudad del Nacimiento no s¨®lo est¨¢ destrozada; tambi¨¦n esta aislada. La poblaci¨®n de Bel¨¦n, de las aldeas cristianas de Beit Sahur y Beit Jala, y de los otros ocho municipios restantes de la llanura de Al Jadera, se encuentran rodeados desde hace meses por los tanques y las tropas israel¨ªes que impiden a sus ciudadanos salir de la zona. Las carreteras est¨¢n cerradas y bloqueadas, por soldados enfundados en traje de camuflaje, metralleta en ristre. Viajar durante el d¨ªa por los caminos alternativos es toda una aventura. Hacerlo por la noche supone enfrentarse a la muerte.
Esta situaci¨®n ha supuesto el fin de las esperanzas para toda la poblaci¨®n, especialmente para la minor¨ªa cristiana -un 20%-, que resurgi¨® con fuerza en 1994 cuando regres¨® en masa del exilio, con la esperanza de la paz suscitada por los Acuerdos de Oslo. Ahora la mayor¨ªa de estas personas se replantean el retorno a sus antiguos refugios especialmente en los pa¨ªses de Suram¨¦rica. En los barrios cristianos, cada d¨ªa que pasa una nueva casa se cierra.
Para los que se quedan, no hay otra alternativa que la resistencia y el combate. Lo acaban de demostrar los comerciantes. Este a?o han sustituido los adornos navide?os de los escaparates por los retratos de los m¨¢rtires de la Intifada. Los agentes tur¨ªsticos tambi¨¦n est¨¢n en actitud de combate. Para hoy, d¨ªa de Nochebuena, sugieren a los viajeros una ruta alternativa, sensiblemente diferente a los recorridos religiosos tradicionales. Por s¨®lo un d¨ªa y por tan s¨®lo 25 chequeles (1.250 pesetas) ofrecen un recorrido a pie de dos horas y media por las huellas de la guerra, para ver los trazos de las balas, obuses y misiles israel¨ªes sobre la ciudad.
El animador de este recorrido es Andreas F. Kuntz, un te¨®logo protestante, que desde hace m¨¢s de cuatro a?os se encuentra en Bel¨¦n, promoviendo en el marco de una organizaci¨®n no gubernamental, unos cursos de perfeccionamiento para gu¨ªas tur¨ªsticos locales. Su experiencia, bautizada con el nombre de 'Aut¨¦ntico Programa Tur¨ªstico' ha recibido el aplauso de las instituciones palestinas: 'Es otra manera de proseguir con la Intifada'.
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