?Servicio p¨²blico?
El 23 de diciembre acud¨ª a la exposici¨®n de esmaltes De Limoges a Silos a las doce de la ma?ana. Al intentar entrar, el guardia de seguridad me impidi¨® el acceso 'porque estaba llena la sala' y ten¨ªa que 'esperar fuera'. A trav¨¦s de las puertas de cristal apreci¨¦ que hab¨ªa un vest¨ªbulo bastante grande (unos 300 metros cuadrados) casi vac¨ªo (dentro s¨®lo se encontraba una amiga con la que me hab¨ªa citado, tres vigilantes de seguridad y una persona de la exposici¨®n que iba indicando cu¨¢ndo se pod¨ªa pasar). Por si no se recuerda, el d¨ªa 23 nevaba en Madrid y la temperatura era bastante baja.
Junto con algunos visitantes m¨¢s (no m¨¢s de veinte), ped¨ª al guardia que nos dejara entrar al vest¨ªbulo. Se neg¨® en redondo, diciendo que eran las normas. Como esas normas nos parec¨ªan absurdas, m¨¢xime si se tiene en cuenta la temperatura exterior, y no hab¨ªa forma de convencerle, tras un peque?o forcejeo decidimos entrar y esperar en el vest¨ªbulo.
Nada m¨¢s entrar solicit¨¦ un impreso para hacer una reclamaci¨®n y me dieron una hoja de reclamaci¨®n gen¨¦rica que no me quisieron admitir all¨ª, porque la queja 'no ten¨ªa que ir contra la exposici¨®n, sino contra la Biblioteca Nacional', que, naturalmente, el domingo estaba cerrada. A continuaci¨®n visit¨¦ la exposici¨®n (magn¨ªfica, por cierto) y puedo asegurar que jam¨¢s he visto una exposici¨®n con tan poco p¨²blico como ¨¦sa. Suelo ver unas 15 o 20 exposiciones a lo largo del a?o.
El vigilante de seguridad cumpl¨ªa instrucciones, pero aplic¨® la norma con total inflexibilidad, hasta el punto de hacer que una norma encaminada a permitir una visita agradable de la exposici¨®n, sin aglomeraci¨®n, se convirtiera en da?ina para el usuario de un servicio p¨²blico.
La responsable del acceso a la exposici¨®n actu¨®, en mi opini¨®n, tambi¨¦n con absoluto desprecio hacia los visitantes en la calle porque, lejos de corregir la actitud del vigilante con una mayor flexibilidad en el acceso, nos retuvo en la puerta exterior cuando el n¨²mero de visitantes era muy inferior a la media de cualquier exposici¨®n. Adem¨¢s, insisti¨® en que no era responsabilidad de la exposici¨®n, 'sino de la Biblioteca Nacional'. Aunque esto sea verdad -no dudo de su palabra-, no puede negarse a recibir una reclamaci¨®n (se neg¨® a poner el sello, y sin ¨¦ste no tiene valor alguno).
Un servicio p¨²blico cultural magn¨ªfico, como es esa exposici¨®n, se ve enturbiado por una organizaci¨®n muy deficiente, intransigente y poco cuidadosa con el usuario.
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