Navidades negras en Australia
Cien incendios descontrolados asedian Sydney mientras crece la rabia contra los pir¨®manos
Los bomberos siguen luchando contra un centenar de fuegos en los alrededores de Sydney, donde los incendios, atizados por los fuertes vientos, han arrasado m¨¢s de 250.000 hect¨¢reas desde la semana pasada, mientras contin¨²an las evacuaciones de los municipios situados en la periferia de la gran ciudad australiana, en especial los de la costa. Seg¨²n informaba ayer la cadena ABC, el incedio se ha extendido desde Sussex Inlet, la localidad de la costa sur evacuada el pasado mi¨¦rcoles, hasta Jervis Bay, que tambi¨¦n estaba siendo abandonada por la poblaci¨®n. En total son m¨¢s de cien los focos en todo el Estado de Nueva Gales del Sur, los m¨¢s graves en las Blue Mountains, la regi¨®n de Hawkesbury, el noroeste de Sydney y el valle Hunter. Despu¨¦s de 11 d¨ªas de crisis, bomberos de todo el pa¨ªs se encuentran ya en el Estado, donde efectivos del cuerpo, voluntarios y residentes luchan contra el fuego para salvar las viviendas de la zona. Incluso Nueva Zelanda ha ofrecido refuerzos al Gobierno australiano. Anteayer tuvo que ser evacuada tambi¨¦n la comunidad aborigen de Wreck Bay, y a primera hora de la ma?ana de ayer lo fueron los residentes de Jervis Bay, as¨ª como el personal no esencial de la base de la Marina situada en la zona. S¨®lo en Sussex Inlet fueron evacuadas 7.000 personas, muchas de las cuales tuvieron que dormir en las playas al estar abarrotados los dos centros de acogida habilitados. En esa peque?a ciudad, el fuego ha destruido el 20% de las casas.
'Es una l¨¢stima que no exista pena de muerte para los que provocan los fuegos'
Mientras el sureste de Australia arde fuera de control, la rabia va en aumento contra los pir¨®manos que, presuntamente, provocaron este desastre. 'Incendios en unas navidades negras, detenidos 21 Lucifer', titulaba el tabloide de Sydney The Daily Telegraph ayer en su primera p¨¢gina sobre las siluetas de las 21 personas detenidas, entre ellas un ni?o de nueve a?os. Las cartas al director de ese diario est¨¢n plagadas de protestas que reclaman las penas m¨¢s duras contra los incendiarios, cuyos desmanes han puesto en peligro la vida de miles de personas, han destrozado al menos 160 hogares y arrasado amplias ¨¢reas de arbustos en Nueva Gales del Sur desde el d¨ªa de Navidad.No se ha producido ni una sola v¨ªctima en los 11 d¨ªas de incendios. 'Esos pir¨®manos son los aut¨¦nticos terroristas de Australia y ha llegado el momento de que sus actividades tengan una respuesta proporcionada', escribi¨® ayer Malcolm Bunston al Canberra Times. 'A la polic¨ªa se le debe proporcionar todos los recursos necesarios para acabar con la guerra de los incendiarios. Los ciudadanos de a pie estamos hartos', prosegu¨ªa Bunston.
Un editorial en The Sydney Morning Herald clamaba ayer contra 'los insensatos y absurdos asesinos pir¨®manos'. Igualmente, las cartas al director de esta semana del Herald exigen que los incendiarios paguen la m¨¢xima pena por sus delitos. 'Es una l¨¢stima que no haya pena de muerte en Australia para aplic¨¢rsela', amenazaba Len Berlin, que vive en un suburbio a la afueras de Sydney. 'Sugiero jaulas especiales en el Zoo de Taronga (Sydney), donde podr¨ªan ser confinados de por vida. El letrero de las jaulas podr¨ªa decir: 'Traidor australiano. No alimentarlo'.
Los pir¨®manos en Nueva Gales del Sur se enfrentan a un m¨¢ximo de 14 a?os de prisi¨®n. Ya han sido detenidas 22 personas. Sin embargo, 14 de ellas son menores de edad. Cuando hace alg¨²n tiempo tres j¨®venes de 15 a?os fueron puestos en libertad para obtener 'asesoramiento profesional' despu¨¦s de provocar un peque?o incendio en Shellharbour (100 kil¨®metros al sur de Sydney), los australianos mostraron su indignaci¨®n.
Bob Carr, gobernador del Estado de Nueva Gales del Sur, ha prometido revisar la pena m¨¢xima para los pir¨®manos. Tambi¨¦n manifest¨® que a los j¨®venes incendiaros se les deber¨ªa 'restregar la nariz contra las cenizas' para que se enfrentaran cara a cara con las v¨ªctimas para luego limpiar las desastrosas consecuencias de sus actos.
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