Tambi¨¦n yo
Ahora los ¨²ltimos informes forenses dicen que la ni?a que se ahog¨® hace un mes en una piscina de Utrera ni fue asesinada ni violada. Las primeras noticias sobre el caso fueron s¨®lo una sucesi¨®n de errores que hicieron m¨¢s sobrecogedora la muerte de la ni?a de 22 meses. ?Cu¨¢nto tardar¨¢n en disolverse las sospechas contra los padres? Los insultos y los deseos de linchamiento ya no se borran, y no creo que sean muy propensos a rectificar esos individuos que se designan a s¨ª mismos tribunal de justicia popular (justicia nerviosa, ruda y contundente, inmediata) y acuden en masa, en cuanto conocen alg¨²n caso propicio, a las puertas de las comisar¨ªas a pedir la muerte para los criminales.
Pero la autopsia ha desmentido los hechos que algunos consideraban probados. Las pruebas manejadas por el tribunal del pueblo eran las informaciones de los peri¨®dicos y las emisoras, basadas en las palabras del padre de la v¨ªctima, que ya entonces era tambi¨¦n sospechoso: la madre, Soledad Valderas, detenida por negligencia en la custodia de su hija, en realidad era interrogada, seg¨²n su testimonio, como posible encubridora del violador, asesino quiz¨¢ y quiz¨¢ su propio marido. El padre sospechoso contaba a los periodistas lo que le dec¨ªa la polic¨ªa judicial, la Guardia Civil, que se apoyaba en los informes del m¨¦dico local y del forense. La polic¨ªa, a las ¨®rdenes del Juzgado de Instrucci¨®n, incluso anunci¨® detenciones r¨¢pidas, entre los familiares y vecinos, y los vecinos pidieron r¨¢pida y vehementemente justicia, quiz¨¢ para espantar sospechas sobre s¨ª mismos: en alg¨²n crimen parecido al que se daba por ejecutado en Utrera, el criminal acudi¨® en primera fila a las manifestaciones de repulsa.
Estos casos lamentables gustan a mucha gente porque producen la ilusi¨®n de que los problemas morales son m¨ªnimos, inexistentes o f¨¢cilmente resolubles. El mundo adulto abunda en contradicciones y dudas, en ambig¨¹edades, pero preferimos imaginar las cosas claras, blanco y negro, bueno y malo, ley natural y autom¨¢tica. Uno se hace mayor cuando entiende que las cosas pocas veces son naturales, que debemos pensarlas sin fin. Ser adulto es eso: dudar, ser responsable, es decir, pensar y decidir en cada ocasi¨®n, elegir, en cada momento. En el caso espantoso de una ni?a de 22 meses, violada y asesinada, la reflexi¨®n est¨¢ hecha y exige el castigo ejemplar de los culpables. Est¨¢ clar¨ªsimo, no caben discusiones. Ahora bien, ?qui¨¦n es el culpable? ?Basta para decidirlo el testimonio de unas hojas de peri¨®dico y unas voces o¨ªdas en la radio o la televisi¨®n?
Estos asuntos provocan un empantanamiento moral: tambi¨¦n mancha el mal imaginado, sigue dando vueltas, vigilante, como la sospecha. Somos de juicio r¨¢pido, pero lentos en asumir responsabilidades. Aqu¨ª, seg¨²n los distintos implicados, la responsabilidad de toda la confusi¨®n la tienen los polic¨ªas, los m¨¦dicos, la juez, la familia, los periodistas, nadie. Yo, mientras escribo estas palabras, me recuerdo el valor del silencio y el buen sentido frente a la emoci¨®n inmediata y los esc¨¢ndalos sentimentales, verbales, mejor cuanto m¨¢s fuertes, terribles golpes ajenos que nos ayudan a olvidar nuestro propio dolor, m¨¢s humilde.
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