Todos en el palco
Apenas Luis Mar¨ªa Anson ha rendido puntual tributo a L¨¦opold S¨¦dar Senghor, desaparecido hace unos d¨ªas a los 95 a?os de edad, a quien corresponde junto a Aim¨¦ C¨¦saire, de Martinica, y L¨¦on G. Damas, de la Guyana francesa, la creaci¨®n del concepto de negritud. Pero las urgencias del d¨ªa impiden atender al homenaje debido para ocuparnos de las ant¨ªpodas conceptuales de la negritud, quintaesencia de la opacidad, donde figura la transparencia, que es la batalla en la que ahora estamos empe?ados en el periodismo patrio. Igual que en otras ocasiones, Espa?a se ha abierto en trincheras. De un lado, parecer¨ªa quedar el incorruptible Pedro Jos¨¦ Ram¨ªrez, director de El Mundo, del otro, seg¨²n la misma versi¨®n, los poderosos que pretenden silenciarle.
El caso es que una vez m¨¢s los lectores est¨¢n desconcertados porque en el pa¨ªs m¨¢s liberal de la Uni¨®n Europea se dir¨ªa que los contendientes, por encima de la raz¨®n que pudiera asistirles, esgrimen como argumento decisivo el de la proximidad o el benepl¨¢cito del presidente del Gobierno. Enseguida se advierte que muchos colegas proceden en esta situaci¨®n cr¨ªtica como el p¨¢jaro de la pampa, el ornitorrinco, que en un lado pegan los gritos y en otro ponen los huevos. El paisaje despu¨¦s de la batalla deja ver los estragos resultantes de los enfrentamientos en el seno de aquella Asociaci¨®n de Escritores y Periodistas Independientes (AEPI), l¨¢tigo incansable del felipismo y motejada como Sindicato del Crimen por sus adversarios, que tantos servicios podr¨ªa estar prest¨¢ndonos a todos en momentos como ¨¦stos.
Discuten los autores si la pugna emprendida por Pedro Jos¨¦ contra el presidente de Telef¨®nica, C¨¦sar Alierta, es una demostraci¨®n del compromiso del periodista con la informaci¨®n relevante, que a toda costa debe ser publicada, o si estamos ante un nuevo caso de administraci¨®n interesada de la informaci¨®n al servicio de objetivos muy particulares. El asunto del sobrino que obtiene un cr¨¦dito para adquirir acciones de la Tabacalera que presid¨ªa su t¨ªo ya fue mencionado en la Comisi¨®n de Investigaci¨®n del Congreso de los Diputados constituida para el esclarecimiento del caso Gescartera. Pero ya sabemos que las cosas no son de quien las dice primero sino de quien las dice mejor, o con m¨¢s sonoridad o con m¨¢s insistencia. Ahora el sobrino pasa a ocupar la primera p¨¢gina y, como escribi¨® Julio Cer¨®n, la ley de la gravedad no es nada en comparaci¨®n con lo que nos espera. Todo el poder de percusi¨®n se dejar¨¢ escuchar con estr¨¦pito una y otra vez como el Bolero de Ravel.
Como en otras ocasiones clave, aumenta la distancia entre lo que se sabe y lo que se publica y sube el papel de los aznar¨®logos. Buena parte de los oficios se celebran en el palco del Real Madrid, sustituto de aquel balc¨®n de Caraba?a, donde en la Semana Santa de 1996 se encaramaron el presidente Aznar, el vicepresidente Rato, y Ram¨ªrez, el periodista en quien ten¨ªan puestas todas sus complacencias. Jugaba en el Bernab¨¦u el Depor y el acontecimiento hab¨ªa congregado a los elegidos -'con grande acompa?amiento', como sol¨ªa escribir Andr¨¦s de Almansa y Mendoza en sus cartas y relaciones (Editorial Castalia, Madrid 2001)- a la vera de Florentino P¨¦rez. All¨ª fue donde Pedro Jos¨¦ abord¨® al presidente del Gobierno para dejarle caer que pose¨ªa informaci¨®n candente sobre Alierta y que estaba dudoso en publicarla. Aznar, que en estos cinco a?os de inmersi¨®n ha desarrollado branquias, despach¨® la consulta dejando el asunto al criterio del periodista, como hizo Gonz¨¢lez cuando su ministro Belloch le plante¨® interrumpir los pagos descubiertos a los hermanos Amedo, o hac¨ªa Franco tantas veces.
Luz verde, se dijo sin m¨¢s Ram¨ªrez, y procedi¨® a su gusto. Ignoraba entonces que su antagonista Alierta tambi¨¦n hab¨ªa consultado con el l¨ªder m¨¢ximo y que hab¨ªa obtenido resultado an¨¢logo, como se dej¨® ver el viernes pasado al hacerse p¨²blicas las destituciones y nombramientos en la c¨²pula de Admira, empresa que agrupa las empresas de medios de comunicaci¨®n participadas por Telef¨®nica. Dice el hacedor y deshacedor de presidentes del Gobierno que desde la Compa?¨ªa han transgredido la confidencialidad de sus encuentros con Alierta y que su pretensi¨®n -que le regalen limpia de deudas la cadena Onda Cero Radio- es l¨®gica para que pueda competir en igualdad de condiciones. Ahora se esperan nuevos retales proporcionados por Luis Ramallo y las respuestas consiguientes.
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