Jeanne Moreau interpretar¨¢ en el cine a su amiga Marguerite Duras
Jos¨¦e Dayan ha dirigido 'Ese amor'.
Una industria del espect¨¢culo, una cultura, no pueden basarse s¨®lo en lo previsible, lo multitudinario, en el deseo colectivo. El buen cine, como la buena literatura, se alimenta tambi¨¦n de las pel¨ªculas que no encuentran su p¨²blico, de los libros que tardan en encontrar sus lectores. Marguerite Duras supo de eso. Durante a?os sus novelas ten¨ªan ¨¦xito de cr¨ªtica y remit¨ªan a otras que antes s¨ª hab¨ªan interesado a mucha gente. Era la autora de la que se lamentaba que no volviera a escribir Un dique contra el Pac¨ªfico, Moderato Cantabile o El marinero de Gibraltar, hasta que en 1984 lleg¨® El amante, los millones de ejemplares y el equ¨ªvoco de ser una autora popular o, mejor dicho, un personaje.
La pel¨ªcula recupera la Indochina en la que Duras descubri¨® el drama y la sensualidad
La escritora aparece como una persona insoportable a ratos, trivial a veces
Jeanne Moreau, amiga de Duras, int¨¦rprete de alguna de sus pel¨ªculas -de las dirigidas por la propia Duras o de las adaptadas por Peter Brook, Tony Richardson o Alain Resnais-, de varias de sus obras teatrales, es ahora Marguerite Duras en Cet amour- l¨¤ (Ese amor), un filme firmado por Jos¨¦e Dayan, una mujer cuyo prestigio como profesional de la imagen no era, a priori, el m¨¢s adecuado para encargarle el transformar en pel¨ªcula esta adaptaci¨®n de un texto de Yann Andrea, admirador y compa?ero de la escritora durante 16 a?os. En efecto, Dayan, al convertir en telefilmes la vida de Balzac o textos como Los miserables o El conde de Montecristo, s¨®lo hab¨ªa demostrado ser capaz de asumir desaf¨ªos de producci¨®n, talento para mover masas de figurantes. Era el 'elefante en la cacharrer¨ªa' y esa idea se fue consolidando cuando pasaba el tiempo y Cet amour-l¨¤, rodada en 2000, segu¨ªa sin estrenarse. Moreau confi¨® en Jos¨¦e Dayan 'porque ella me insufl¨® la energ¨ªa que ¨²ltimamente me faltaba, porque es una mujer que sabe leer'. El encuentro entre las dos se produjo en uno de esos telefilmes que Dayan maneja como un bulldozer y luego tuvo continuidad cuando las dos mujeres codirigieron una ¨®pera. En el caso del filme, el resultado es sorprendente, sobre todo cuando la obra escapa a lo estrictamente biogr¨¢fico, a la obligaci¨®n de tener que mostrar el alcoholismo, el ¨¦xito o la muerte. Sus mejores momentos son una receta de sopa de puerros, los peque?os comentarios sobre las transformaciones que sufre la vida cuando se convierte en literatura o las broncas entre Yann Andrea -'eres menos que nada', le dice ella- y Marguerite Duras -'puta de la costa normanda', le llama ¨¦l-.
Yan Andrea es el actor Aymeric Demarigny, que irrumpe en la pel¨ªcula como una figura rom¨¢ntica, un tipo que lleva cinco a?os escribi¨¦ndole a Marguerite, analizando sus textos, confesando su devoci¨®n, sin conseguir ser recibido. 'No me ama a m¨ª sino lo que escribo' le dice ella. Los cuarenta a?os de distancia que separan a la autora de su admirador se desvanecen a ratos, pero luego vuelven a crecer, como un muro infranqueable en el que se escuda una mujer taca?a y alcoholizada. Y es que la escritora aparece como una persona cualquiera, insoportable a ratos, trivial a veces, aunque siempre pose¨ªda por ese extra?o don de la palabra y el relato, por esa misteriosa necesidad de transformar la experiencia en palabras, por tejer y destejer de manera infatigable la historia de una infancia marcada, una infancia que sigue viviendo siempre en ella, a la que no quiere renunciar. Moreau sabe ser ni?a, como lo sab¨ªa ser Duras, cambiar el gesto y la voz, hacer existir de nuevo esa Indochina en la que descubri¨® el drama y la sensualidad, en la que su madre se agot¨® luchando por ponerle barreras al mar.
Jeanne Moreau es Duras sin dejar de ser Moreau. Va vestida como la escritora, con sus chalecos o gafas, pero sin recurrir a ning¨²n otro tipo de elemento que facilite la identificaci¨®n f¨ªsica con una figura que todos los franceses reconocen porque la hab¨ªan visto centenares de veces en la peque?a pantalla. Las gafas y el chaleco son suficientes. Demarigny, como Andre, es un debutante, un actor reci¨¦n salido del conservatorio que acepta el reto de plantar cara a Moreau y a esa Duras que nunca le permiti¨® apearse de un respetuoso y distanciador tratamiento 'de usted'.
El mejor elogio que puede hacerse de Cet amour-l¨¤ es reconocer que Moreau, Demarigny y Dayan logran resucitar los 16 a?os de vida com¨²n entre Duras y Andrea, hacernos ver La vida material, El mal de la muerte o el texto que da t¨ªtulo al filme. Claro que entre Moreau y Duras hab¨ªa algo m¨¢s que amistad, que entre la actriz y los personajes que ha interpretado existe una corriente profunda de empat¨ªa, algo que ella, la gran Jeanne, resume con el estupor de una falsa inocencia: 'Cuando pienso en ello me apercibo de que existe una afinidad entre yo y todos los personajes que cuentan en mi filmograf¨ªa, incluida esa loca de La Baie des anges, de Demy, o esa mujer perdida del Querelle de Fassbinder'.
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