"Temo que mi hijo sea el chivo expiatorio del 11-S"
La madre del ¨²nico inculpado por los atentados de las Torres Gemelas no comprende que su hijo se convirtiera al islamismo
'A prop¨®sito de la historia norteamericana, no te preocupes, no he hecho nada y, si Al¨¢ as¨ª lo quiere, lo demostrar¨¦ cuando llegue el momento. Espero pacientemente el momento para demostrar mi inocencia en esta historia descabellada. Rezo para salir de aqu¨ª, no tengo la intenci¨®n de facilitarles la tarea. No te preocupes, van a tratar de fabricar pruebas y testigos, pero yo tengo las verdaderas pruebas y testigos, y Al¨¢, si Dios lo quiere, ridiculizar¨¢ su compl¨®. S¨¦ que te han hecho sufrir mucho. Por eso rezo, para que Al¨¢ te quite las penas de tu coraz¨®n. Si Al¨¢ as¨ª lo quiere, me perdonar¨¢s todas las preocupaciones que te he causado (...)'.
Aicha el Wafi, de 55 a?os, la madre de Zacarias Mussaoui, el ¨²nico inculpado en EE UU por los atentados del 11 de septiembre, se sabe de memoria el texto de la ¨²nica carta que le ha llegado de su hijo -asegura que le escribi¨® otras dos que ella nunca recibi¨®-, encarcelado en Virginia. Aun as¨ª, cada vez que relee esas frases, redactadas a finales de octubre en un franc¨¦s salpicado de faltas de ortograf¨ªa, se emociona y se le saltan las l¨¢grimas.
Aicha, convencida de las virtudes del laicismo, no tiene nada de devota musulmana
Zacarias Mussaoui, de 33 a?os, nacido en San Juan de Luz (Pa¨ªs Vasco franc¨¦s), cuarto hijo de un matrimonio marroqu¨ª emigrado a Francia, fue detenido el 16 de agosto pasado por el FBI en Eagan (Minnesota). Hab¨ªa sido denunciado por sus instructores de vuelo, a los que, aparentemente, llam¨® la atenci¨®n su empe?o por aprender a pilotar un Boeing 747, pero sin estudiar primero c¨®mo despegar y posar el avi¨®n. Se sospecha que pudo ser el secuestrador n¨²mero 20, aquel que no embarc¨® el 11 de septiembre porque, casualmente, hab¨ªa sido apresado tres semanas antes.
La madre del supuesto terrorista isl¨¢mico colaborador de Osama Bin Laden no tiene nada de una devota musulmana. En su espacioso chal¨¦ de Rochegrise, un barrio residencial de Narbona (sureste de Francia), Aicha el Wafi no lleva velo ni pa?uelo, no duda en dar la mano al periodista que franquea su puerta y viste a la europea, con pantalones de cuero. 'No soy practicante', confiesa, 'y si en casa se celebraban las fiestas musulmanas era por tradici¨®n'.
Por eso ha contestado a la misiva de su hijo pidi¨¦ndole que rectifique. 'Pido a Dios que no te equivoques de lucha', reza la carta de Aicha. 'La ¨²nica yihad (guerra santa) que se nos pide que llevemos a cabo en la Tierra es la de la lucha contra el mal que est¨¢ dentro de nosotros mismos para poder vivir en armon¨ªa y respet¨¢ndonos los unos a los otros, cualquiera que sea nuestra religi¨®n o nuestras ideas. Esto es, hijo m¨ªo, el verdadero islam'. Lo malo es que estas l¨ªneas nunca llegaron a manos de Zacarias, seg¨²n sus abogados.
A una madre como Aicha, tolerante y convencida de las virtudes del laicismo, le resulta incomprensible lo sucedido. Recuerda estremecida cuando su hija Yamila la llam¨® por tel¨¦fono el pasado 13 de septiembre para anunciarle que la televisi¨®n acababa de difundir la fotograf¨ªa de Zacarias asociada a las llamas de las Torres Gemelas. 'Fue un tremendo mazazo', asegura. 'Me qued¨¦ hundida'. 'En dos ocasiones hab¨ªa recibido visitas, una de ella diez d¨ªas antes de los atentados, de los agentes de la DST (polic¨ªa secreta), que me preguntaron por mi hijo (...) Me dijeron que estaba en EE UU (...) Estaba extra?ada, pero no sospechaba nada'.
A partir de ese d¨ªa empez¨® la mayor pesadilla de la vida de Aicha. Su existencia no hab¨ªa sido, sin embargo, f¨¢cil hasta entonces. Casada a los 14 a?os en Azrou (Marruecos), emigr¨® con su esposo a Hendaya cuando ten¨ªa 17 y ya sus dos primeras hijas. En San Juan de Luz tuvo a los dos siguientes, justo antes de separarse de un marido que la maltrataba hasta el punto de romperle dientes y costillas. 'M¨¢s de una vez fui hospitalizada', asegura.
Emigr¨® con sus hijos a un pueblo de la regi¨®n de Dordo?a, donde se hizo cargo de la lavander¨ªa de un orfanato. 'Me acuerdo de que con cuatro a?os Zacarias provocaba los domingos a los peque?os hu¨¦rfanos grit¨¢ndoles que ¨¦l hab¨ªa comido en nuestra casa m¨¢s chucher¨ªas que ellos en la cantina'. M¨¢s tarde consigui¨® un puesto de limpiadora en la sede de France T¨¦l¨¦com en Mulhouse (Alsacia) y, gracias a los cursos nocturnos de formaci¨®n, ascendi¨® y fue trasladada a Narbona en 1981.
Fueron a?os felices, ya sin estrecheces, 'en los que estudiaban y participaban tambi¨¦n en las tareas caseras'. 'Ninguno frecuentaba la mezquita y no se relacionaban con los adolescentes ¨¢rabes'. 'Zacarias tuvo la misma novieta francesa desde los 15 hasta los 22 a?os'. 'Fumaba porros y se iba por ah¨ª a divertirse los fines de semana'. 'Confieso que era mi preferido, no por ser el peque?o, sino porque ten¨ªa una fuerte personalidad'.
La felicidad de Aicha empez¨® a resquebrajarse a mediados de 1990, cuando apareci¨® por la puerta Fouzia, la hija de su hermana, estudiante de biolog¨ªa en la Universidad de Rabat y que sus padres enviaban a Francia para tratar de alejarla de los Hermanos Musulmanes, a los que frecuentaba. 'Trajo consigo los g¨¦rmenes del islamismo, que hicieron mella entre mis hijos', se lamenta la madre.
'Les dec¨ªa que no eran hombres porque lavaban los platos o pasaban el aspirador y logr¨® que dejasen de ayudarme y de contribuir, con lo que ganaban trabajando el verano, a los gastos del hogar'. 'Un d¨ªa no pude m¨¢s, aprovech¨¦ un fin de semana en el que estaban ausentes y vaci¨¦ los cuartos de los dos varones'. 'Cuando regresaron, el lunes, se encontraron todas sus pertenencias ante las puertas del garaje'. 'Les hab¨ªa echado de casa'.
Abd Samad, el mayor de los hijos, se cas¨® poco despu¨¦s con su prima Fouzia y ahora compagina en Montpellier (sureste de Francia) la formaci¨®n de electricistas con las clases que imparte, en la mezquita de At Tawbah, de un islam rigorista, pero no extremista, explica uno de los fieles. 'Creo que dice que no me quiere ver porque no rezo ni llevo pa?uelo en la cabeza', afirma Aicha. 'Si me tengo que poner pa?uelo para ir a verle puede esperarme sentado'.
Zacarias, en cambio, se instal¨® en Londres en 1992, pero no perdi¨® el contacto con su madre, a la que llam¨® por tel¨¦fono y no vino a ver hasta 1997. Le enviaba tambi¨¦n fotos, colgadas ahora en la pared del sal¨®n, de la ceremonia de entrega del diploma de comercio que le otorg¨® la South Bank University. 'Siempre quiso estudiar y le supo mal que le orientaran hacia la ense?anza t¨¦cnica', recuerda Aicha. 'Estaba a su lado cuando o¨ªmos a sus profesores, a trav¨¦s de la puerta, decir que eso ya era suficiente para el hijo de un alba?il'.
En Londres, Zacarias hizo algo m¨¢s que estudiar. Frecuent¨® la mezquita de Brixton, donde conoci¨® a Richard Reid, el terrorista del zapato, que en diciembre intent¨® hacer saltar por los aires el vuelo Par¨ªs-Miami, y tambi¨¦n al imam jordano Abu Qutada, detenido despu¨¦s por la polic¨ªa. En 1998 viaj¨® a Pakist¨¢n y, de ah¨ª, a Afganist¨¢n para entrenarse en el campamento de Al Qaeda en Jalden.
'Sigo sin entender d¨®nde ha aprendido Zacarias estas exhortaciones religiosas esparcidas por su carta', sostiene Aicha. 'Pero sigo convencida de que es inocente porque ¨¦l me lo ha dicho, porque nunca me minti¨®, porque estaba en la c¨¢rcel cuando se cometieron esos actos b¨¢rbaros'. 'S¨ª, desde luego, ha podido asumir ideas radicales, pero no ha matado a nadie ni ten¨ªa la intenci¨®n de hacerlo (...) El pueblo norteamericano sigue conmocionado por esa barbarie (...) Sus responsables necesitan encontrar a los culpables, coger a Bin Laden, para apaciguar la ira (...) Temo que si no los detienen convertir¨¢n a mi hijo en el chivo expiatorio que pagar¨¢ por los dem¨¢s'.
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