Falso aliento a los empleados
Kenneth Lay, el presidente de Enron, alent¨® a sus empleados a invertir en la compa?¨ªa, aun cuando ya ten¨ªa informaci¨®n de que las cosas no iban como p¨²blicamente se dec¨ªa. En el mes de agosto pasado, una de sus empleadas, Sherron Watkins, que antes hab¨ªa trabajado con Andersen en Enron, le alert¨® sobre el peligro de que la compa?¨ªa se hundiera en una ola de esc¨¢ndalos contables.
Watkins tambi¨¦n recomend¨® que el an¨¢lisis de la legalidad de las operaciones de Enron con las sociedades creadas para ocultar fallidos no se encargara al bufete de Vinsons & Elkins, los abogados de la compa?¨ªa.
El sistema de control volvi¨® a fallar, debido a la confianzuda relaci¨®n entre abogado y cliente. Vinson dijo en octubre no ver nada irregular en aquellas partenrships (sociedades participadas). Ya en septiembre, Lay hab¨ªa recomendado a sus empleados que siguieran invirtiendo en la compa?¨ªa, cuyas expectativas eran inmejorables. Algunos otros empleados ten¨ªan recelos de la contabilidad y uno de ellos pregunt¨® a Kenneth Lay si no habr¨ªa nada que lamentar en un plazo de una decena de a?os. Respondi¨® el presidente: 'Yo dir¨ªa que dentro de diez a?os nuestros ingresos ser¨¢n entre cuatro y seis veces los actuales y nuestro valor burs¨¢til entre ocho y diez veces lo que es hoy'. Aquel d¨ªa, Enron cotizaba a 25 d¨®lares y hoy sus acciones valen centavos.
Enron deslumbraba y en v¨ªsperas del estallido de la crisis. Poco antes de que en octubre Lay reconociera que la peculiar contabilidad ocult¨® unos 600 millones de d¨®lares en p¨¦rdidas y 1.000 millones en deudas, los analistas de Wall Street segu¨ªan recomendando la compra de su papel. La prensa tambi¨¦n suspendi¨® su incredulidad ante Enron. La inesperada salida en agosto de Jeffey Skilling, el consejero delegado, uno de los creadores de las partnerships, no suscit¨® preguntas ni sospechas.
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