Lectores desamparados
El t¨ªtulo de este libro, Cr¨ªticas ejemplares, se ajusta a su contenido, pero tambi¨¦n el libro es ejemplar. Es fruto, no de un reclamo comercial, o de una operaci¨®n destinada a hacer resonar la literatura como espect¨¢culo, sino de una verdadera intervenci¨®n cultural: el Premio Bartolom¨¦ March a la Cr¨ªtica, obtenido en su primera convocatoria por Andr¨¦s Ib¨¢?ez y Ricardo Piglia. Los miembros del jurado han seleccionando y comentando, cada uno de ellos, un ensayo de cr¨ªtica literaria, con el prop¨®sito de 'sugerir c¨®mo podr¨ªa ¨¦sta renovar sus dominios intelectuales'. El resultado es una fiesta de la inteligencia. Esta miscel¨¢nea de procedimientos de lectura, de perspicacia interpretativa, tiene el m¨¦rito de ofrecer un mosaico mod¨¦lico, al tiempo que propone una reflexi¨®n general sobre la precaria condici¨®n del cr¨ªtico literario.
Cr¨ªticas ejemplares
Juan Benet, Jorge Luis Borges, Raymond Chandler, Julien Gracq, Giorgio Manganelli, Marcel Proust, George Steiner, Lytton Strachey, Edmund Wilson. Seleccionadas por F¨¦lix de Az¨²a, Basilio Baltasar, Guillermo Cabrera Infante, Jean-Fran?ois Fogel, Luis Goytisolo, Eduardo Mendoza, Elide Pittarello, Fernando Savater, Jorge Volpi. Bitzoc. Palma de Mallorca, 2001. 195 p¨¢ginas. 14,27 euros.
Dice Eduardo Mendoza: 'Una
cr¨ªtica negativa es muy f¨¢cil de hacer, pero muy dif¨ªcil de hacer bien'. Obviedad nada balad¨ª para presentar el texto de Lytton Strachey, donde se resalta el sorprendente rid¨ªculo y pompa de las tragedias de Voltaire, muy apreciadas en su ¨¦poca. Strachey, contin¨²a Mendoza, 'no se enfrenta al d¨¦bil, sino a la debilidad del fuerte'. Un corolario que puede ser tambi¨¦n una m¨¢xima. Ya antes, De Az¨²a, al introducir a Benet, indica que el trabajo de ¨¦ste sobre El Rey Lear, de Shakespeare, no es un ejercicio universitario, con lo que separa obligaci¨®n y necesidad, sino 'una reflexi¨®n inducida por la lectura, el entusiasmo y el ¨¢nimo de esclarecimiento'.
Por su parte, Basilio Baltasar se?ala la conjura del encuentro entre la cr¨ªtica literaria y el periodismo cultural, cuyo maridaje ha propiciado la subordinaci¨®n del discurso cr¨ªtico a la impunidad que caracteriza a los anuncios publicitarios. Lo que no le impide clasificar el s¨ªndrome demasiado humano del cr¨ªtico en ocho rasgos, y formular, a la vez, cinco principios para lograr restaurar su credibilidad. Destaco, por su pertinencia -y por su colisi¨®n con otro rasgo demasiado humano-, el principio de distancia que propone disolver la promiscuidad de las relaciones entre cr¨ªticos y autores de los libros criticados. Toda propuesta es un ideal; ¨¦sta es un deseo de normalizaci¨®n, pocas veces atendido. La elecci¨®n de la conferencia de Julien Gracq, Por qu¨¦ respira mal la literatura, la apoya Baltasar en la dilucidaci¨®n que aqu¨¦l hace del sentido deficitario de las t¨¦cnicas surrealistas, existencialistas o del nouveau roman, en definitiva de las t¨¦cnicas, que nunca son reputadas, aunque se vuelvan con el tiempo fastidiosas y aburridas.
En el otro extremo, Cabrera Infante selecciona El sencillo arte de matar, de Raymond Chandler, defensa del g¨¦nero policiaco, de la necesidad de romper su convenci¨®n masiva y del realismo del hombre corriente como forma art¨ªstica de ficci¨®n. Nada que ver con el texto de Proust que propone Jean-Fran?ois Fogel: A prop¨®sito del estilo de Flaubert. Proust, a quien Flaubert no le gustaba mucho, establece el m¨¦rito de la prosa, con sus modificaciones sint¨¢cticas, del autor de La educaci¨®n sentimental, ejerciendo la funci¨®n del cr¨ªtico que consiste en colocar en su lugar a los autores contempor¨¢neos. De novelista a novelista, su art¨ªculo apresurado es doblemente ejemplar al asentar su apreciaci¨®n en los ant¨ªpodas de su propia est¨¦tica. La defensa de Flaubert es una alarma ante la impresi¨®n, dice Proust, de que 'ya no sabemos leer', l¨ªnea que se conecta por contraste con el texto de Borges que selecciona Fernando Savater, La supersticiosa ¨¦tica del lector, donde el escritor argentino acusa esa disposici¨®n de considerar un libro bueno por sus atribuciones estil¨ªsticas y la vanidad pat¨¦tica de la perfecci¨®n.
Luis Goytisolo recoge, del libro Tolstoi o Dostoievski, de Steiner, el cap¨ªtulo donde el eminente cr¨ªtico pone en contacto a Tolst¨®i con Homero, dos figuras de dimensiones colosales, cuya relaci¨®n se erige en un texto paradigm¨¢tico de lo que es la cr¨ªtica como ejercicio de literatura comparada. Elide Pittarello habla de contaminaci¨®n: 'Por ser originariamente imprevisible, la literatura debilita la identidad de los cr¨ªticos, deteriora sus herramientas, los deja desamparados'. Y as¨ª deja al probable lector al enfrentar un texto tan extremo y exc¨¦ntrico como La literatura como mentira, de Giorgio Manganelli, un ensayo que acepta la condici¨®n de buf¨®n del escritor, un 'ser aproximadamente humano', 'que no tiene colocaci¨®n hist¨®rica, es un lusus, un error'. Para Manganelli, la literatura se organiza 'como una seudoteolog¨ªa, en la cual se celebra un universo entero, su fin y su principio, sus ritos y sus jerarqu¨ªas, sus seres mortales e inmortales: todo es exacto y todo es fingido'. Sin duda el texto m¨¢s radical y m¨¢s disgregador; no son palabras destinadas a la comprensi¨®n, sino al aturdimiento: el escritor, dice Manganelli, debe obedecer al lenguaje, 'dios b¨¢rbaro e impetuosamente oracular', que le lleva 'a las inmediaciones del poder homicida'. Hasta ah¨ª, sin perder la raz¨®n literaria, lleg¨® Joyce con Ulises, antes de caer en la opacidad de Finnengans Wake. Jorge Volpi ha seleccionado el l¨²cido y elegante an¨¢lisis que de Ulises hizo Edmund Wilson, ensayo que permite adentrarse, como en una habitaci¨®n iluminada por la luz del d¨ªa, en la complejidad de la que tal vez sea la mayor novela del siglo XX.
En nuestro actual panorama literario, muy din¨¢mico, pero a la vez con una aguda propensi¨®n a aceptar la confusi¨®n de valores, el refrito y la mec¨¢nica muerta de tantas obras de ficci¨®n, Cr¨ªticas ejemplares devuelve al discurso cr¨ªtico su papel de nivelador de la exigencia. Se trata de custodiar esa exigencia, de leer, como ped¨ªa Steiner, 'como seres humanos ¨ªntegros, mediante el ejemplo de la precisi¨®n, del pavor y del deleite'.
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