Vuelve la guerra de las pieles
Desde hace unos a?os, las se?oras bien neoyorquinas, cuando van enfundadas en sus caros visones, zorros plateados o chinchillas, salen aterradas a la Quinta Avenida. Pueden encontrarse con los activistas de varias organizaciones ecologistas que, con un aerosol rojo sangre, le hagan una espont¨¢nea y dram¨¢tica pintada sobre la piel de marras.
Estas agresivas performances reivindicativas en contra del uso de las pieles de animales en abrigos y prendas de vestir han tenido un eco notorio en la prensa. Los peleteros, modistas y grandes firmas reaccionaron con mucho ¨ªmpetu y dinero. Y es que las prendas de piel son caras y producen grandes beneficios a las colecciones de invierno. Ahora, en 2002, de cara a las propuestas de moda para oto?o-invierno, las pieles de verdad vuelven con mucha fuerza tras la d¨¦cada de los noventa, en que parec¨ªan imponerse las razones ecol¨®gicas. Al mismo tiempo, las protestas se vuelven a intensificar.
A la reina de Holanda se la calific¨® de hortera y poco sensible por vestir con piel cuando m¨¢s del 80% de los holandeses rechaza el uso de los animales en abrigos
La Asociaci¨®n Alternativa de Liberaci¨®n Animal esgrimi¨® una ingeniosa consigna frente a Pielespa?a en Barcelona: 'Si la piel es tu pasi¨®n, d¨ªselo al psiquiatra'
El argumento de base de los modistas es que, por ejemplo, lapones, esquimales y siberianos se visten de pieles desde que el mundo es mundo y nadie les ha acusado de maltratadores de animales. La respuesta de los ecologistas es muy simple: tal criterio revela oportunismo e ignorancia; los esquimales se morir¨ªan de fr¨ªo sin esas pieles, que son consustanciales a su cultura y superviviencia; la se?ora de Nueva York tiene much¨ªsimas opciones con que cubrir su tiritona sin matar visones, ya sean salvajes o de criadero.
La moda, siempre en la idea de sacar partido a las circunstancias, por muy desgraciadas que ¨¦stas sean, se apresur¨® a asumir las pieles sint¨¦ticas, que hoy d¨ªa alcanzan una perfecci¨®n en su apariencia rayana en el espejo.
As¨ª apareci¨® la fiebre de la cebra y el leopardo de mentirijillas en cuellos, pu?os, cazadoras informales y largas prendas de fiesta al precio enloquecido de las grandes marcas. Los fashion victims no han dudado en pagar el suced¨¢neo industrial con cifras cercanas al de la piel original.
En las grandes capitales de la moda ha llegado a ser una verdadera ordinariez presentarse en un acto social con un abrigo de piel de verdad, y las pieles sint¨¦ticas, con colores agresivos y fantasiosos, se han vuelto un signo no solamente de conciencia ecol¨®gica, sino de cierto acento chic de la cultura urbana neomoderna.
Por otra parte, la moda tambi¨¦n respondi¨® con las argucias t¨ªpicas del poder que da marcar tendencias, usando la piel de vaca y de cordero, convenientemente tratadas o te?idas, con el argumento de que, a pesar de su car¨¢cter menos noble, estos animales se sacrifican para el consumo de carne, no exclusivamente para crear prendas de abrigo. Ir¨®nicamente y a la vez, las colecciones b¨¢sicas de Versace y Gaultier alternaban el uso de lo falso y lo verdadero, la piel sint¨¦tica y el cuero real. Si se trataba de confundir al cliente, la operaci¨®n dio resultado, y en varias temporadas se alternaron estos materiales. Al final, a ra¨ªz de las protestas de los ecologistas y de las efectistas y efectivas campa?as, se vieron, parad¨®jicamente, en las pasarelas muchos m¨¢s objetos de piel.
Las grandes firmas productoras y suministradoras de piel y cuero tratado empezaron una sutil operaci¨®n proteccionista sobre los modistas y sus sellos. As¨ª empezaron a aparecer colecciones de ropa con el soporte de los colosos de la piel, que son muy fuertes en el mercado y mueven mucho dinero, hasta el punto de que en enero de 2000 forzaron la retirada de una campa?a de los ecologistas que apareci¨® en los autobuses de la EMT de Madrid. La protesta parti¨® aparentemente s¨®lo de la Organizaci¨®n Empresarial Espa?ola de Peleter¨ªa, que re¨²ne a m¨¢s de 350 empresarios del sector, y la campa?a hab¨ªa sido ideada por la Asociaci¨®n Nacional para la Defensa de los Animales (ANDA) en contra directamente del uso de abrigos de pieles. El lema rezaba: 'El precio de los abrigos de piel es una salvajada'. No era la primera vez que ANDA recurr¨ªa a los autobuses en plena campa?a de Navidad, pero fue en 2000 cuando los peleteros temieron que se resintieran sus ingresos con el boom, sobre todo entre los m¨¢s j¨®venes, de las pieles sint¨¦ticas.
Todos los a?os, frente a las ferias de art¨ªculos de piel, los ecologistas se dejan sentir. En enero de 2001, la Asociaci¨®n Alternativa de Liberaci¨®n Animal esgrimi¨® una ingeniosa consigna frente a Pielespa?a en Barcelona: 'Si la piel es tu pasi¨®n, d¨ªselo al psiquiatra', y aun otro cartel dec¨ªa: 'Si la piel es tu pasi¨®n, arr¨¢ncate la tuya'. No por esto, en los resultados de facturaci¨®n de esta feria, se estableci¨® un r¨¦cord. Eran los proleg¨®menos que establecen las tendencias de la moda. La piel ha vuelto, y con fuerza.
Visones en fuga
El delirio del uso de las pieles ha llegado hasta Gieves & Hawkes (tradicional casa brit¨¢nica que viste al pr¨ªncipe Carlos y a su padre, Felipe de Edimburgo), que finalmente renunci¨® en abril de 2000 a presentar, al menos en p¨²blico, su obra estrella: un abrigo hecho con la piel de 100 hamsters, esos populares bichitos que son la mascota predilecta de los ni?os ingleses. El abrigo costaba 4.800 euros y era muy suave.
Otras firmas que tienen basada gran parte de su fama en el uso sofisticado de las pieles, como Herm¨¦s, han respondido de otra forma, dando una de cal y otra de arena. Ya en el a?o 1998 comenzaron con una campa?a de dise?o al lanzar el bolso ecol¨®gico, con un tejido vegetal creado por los indios yawanawas de Brasil. El material resultante de la s¨ªntesis del l¨¢tex natural que hacen estos indios no es ni tela ni cuero, pero es lavable e impermeable. Ninguna otra gran firma se hizo eco de esta loable apuesta.
La guerra sigue abierta: Naomi Campbell, en su momento, fue despedida como portavoz de la People for the Ethical Treatment of Animals (el talonario de un modista pudo m¨¢s y pos¨® arropada por pieles verdaderas), a la reina de Holanda se la calific¨® de hortera y poco sensible por vestir abrigos de piel cuando m¨¢s del 80% de los holandeses rechaza el uso de los animales en abrigos.
Y en el medio de la batalla, los aturdidos visones, con sus ojos inquietos y fijos en la nada, sin saber si ma?ana estar¨¢n enroscados al cuello de alguien o atropellados en la carretera, como sucedi¨® en Teruel en agosto pasado, cuando unos an¨®nimos activistas de esta lucha liberaron de una granja cerca de 13.000 visones. El asunto se las trae y alarm¨® a m¨¢s de un bi¨®logo y especialista del medio ambiente. Hay que tener en cuenta que el vis¨®n se alimenta de aves, peque?os roedores, am¨¦n de codornices, perdices y muchos bichos m¨¢s, cuyo equilibrio se pon¨ªa as¨ª en peligro. El fr¨¢gil ecosistema que nos rodea se resiente seriamente con tales acciones. Est¨¢ documentado que el vis¨®n americano ha sustituido al europeo, por su mayor envergadura; lo mismo ha sucedido con el lince y la nutria.
?Pero se siguen usando especies protegidas con el eufemisno de 'lo ecol¨®gico'? ?Puede de verdad el mercado y el dinero con cualquier conciencia afectar tanto a la ecolog¨ªa como a la moral y la conciencia ciudadanas? ?Hasta d¨®nde llega realmente la complicidad de los modistas y de las grandes firmas de moda que gestionan las tendencias e imponen el uso de la piel? Menos mal que, al menos, ya pas¨® aquello de llevar al cuello al bicho entero, con hocico, rabo y ojitos de cristal.
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