Los primeros soldados espa?oles llegan a Afganist¨¢n sin tener un campamento
'Si no puedo darles de comer, no podr¨¢n ayudar a nadie', dice un oficial
'Si no puedo dar de comer a los soldados, dif¨ªcilmente podr¨¢n ayudar a nadie'. El comandante Diego Garc¨ªa, del Mando de Apoyo Log¨ªstico de Valencia, reflexionaba ayer en la pista del aeropuerto de Kabul sobre la principal dificultad a la que se enfrenta: mantener una fuerza a 6.000 kil¨®metros de distancia, sin posibilidad de transporte por mar o carretera, y con un aeropuerto afectado con frecuencia por el mal tiempo.
Los primeros 23 soldados espa?oles llegaron cargados con raciones de comida y agua para 10 d¨ªas, sacos y tiendas para dormir y, sobre todo, mucha ilusi¨®n. 'En mi unidad, todos nos presentamos voluntarios, aunque sea para llevarnos una hostia', explicaba el sargento Enrique Rivera, de 28 a?os y natural de Sabadell.
En las pr¨®ximas semanas los militares no podr¨¢n hablar con sus familias, salvo caso de urgencia, ya que las limitadas comunicaciones se reservan para cuestiones operativas, as¨ª que la principal noticia es que todos llegaron bien. Y lo hicieron con puntualidad espa?ola. El panorama que encontraron fue mejor del esperado: el aeropuerto de Kabul, que hace una semana, cuando lleg¨® el primer avi¨®n espa?ol con ayuda humanitaria, carec¨ªa de una u?a mec¨¢nica para la descarga, contaba ayer con numerosas carretillas elevadoras y equipos de apoyo. Su pista, reci¨¦n reparada, ya admite grandes aviones de transporte tipo Antonov.
Lo que no ha cambiado mucho es la improvisaci¨®n. El capit¨¢n Casildo Mart¨ªnez, responsable de la EADA, sab¨ªa que su unidad se quedar¨ªa en el aeropuerto para apoyar a los cuatro H¨¦rcules espa?oles que llegar¨¢n entre hoy y ma?ana, pero el teniente coronel Alfonso Juez, al mando de la avanzadilla del Ej¨¦rcito de Tierra, ignoraba d¨®nde levantar¨ªan el campamento, aunque estaba previsto instalarlo a las afueras de la capital. Por ello, lo primero que tuvo que hacer fue acudir al cuartel general de la ISAF para recibir instrucciones del mando brit¨¢nico.
Tampoco nadie sabe con certeza cu¨¢ndo llegar¨¢ el grueso de los 450 soldados comprometidos por Espa?a, una vez que ma?ana se complete la primera oleada de 78 militares. En el primer grupo se encontraban los sargentos Miguel Ib¨¢?ez y Francisco Gimena, especialistas en desactivaci¨®n de explosivos. Se calcula que en Afganist¨¢n hay entre 5 y 10 millones de minas, de ellas unas 15.000 alrededor del propio aeropuerto.
Poco antes de aterrizar el primer H¨¦rcules, una fuerte detonaci¨®n daba cuenta de la explosi¨®n controlada de un buen n¨²mero de artefactos hallados en las inmediaciones.
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