Milosevic vuelve a lo grande a La Romareda
Como si el tiempo no hubiera pasado. Como si desde el 14 de mayo de 2000 el reloj no hubiera avanzado. Aquel d¨ªa, Savo Milosevic marc¨® su ¨²ltimo gol como jugador del Zaragoza. Fue en La Romareda, ante el M¨¢laga, en el minuto 89 de partido. Fue el 3-2 definitivo. El pasado domingo, la memoria del zaragocismo disfrut¨® de lo lindo. Milosevic (Yugoslavia, 1973), el mismo que hizo 42 goles en dos campa?as, la 98-99 y la 99-00 -entre ellos tres al Real Madrid en el Bernab¨¦u en un 1-5 inolvidable-, el mismo que se despidi¨® del club y de la afici¨®n dejando al equipo a las puertas de la Liga de Campeones para emprender la ansiada aventura italiana, est¨¢ de nuevo en casa. Y para celebrar la vuelta, dos goles al Rayo. De nuevo un 3-2. Y de nuevo gracias a Milosevic.
Fue en el verano de 2000 cuando Milosevic fich¨® por el Parma dejando en las arcas del Zaragoza unos 23 millones de euros (3.800 millones de pesetas). En el a?o y medio que dur¨® su periplo italiano, el delantero yugoslavo disput¨® 26 partidos oficiales, en los que consigui¨® 10 goles. Pocos partidos, muchos goles. Tan magn¨ªfico promedio le sirvi¨® de bien poco. Milosevic se aburr¨ªa en Italia. Lo mismo dio que el club cambiara de entrenador con insistencia. Milosevic pas¨® de h¨¦roe en La Romareda a ser uno m¨¢s en Parma en cuesti¨®n de semanas.
Ante esta disyuntiva, el delantero no dud¨® en aceptar la propuesta de volver, aunque fuera cedido hasta final de temporada, a Zaragoza. El equipo se acercaba peligrosamente a los puestos de descenso y en la ciudad el enfado era generalizado, tronando cada quince d¨ªas el c¨¦lebre y archirepetido '?Txetxu, vete ya!. Se fue, despedido, Txetxu Rojo, el t¨¦cnico del equipo, y la siguiente decisi¨®n de la directiva fue la de contratar al hijo pr¨®digo, a Milosevic, encantado de volver al sitio de donde, visto lo visto, nunca debi¨® irse.
Como por arte de magia, lo que a lo largo de la temporada hab¨ªan sido pitos y crispaci¨®n con la directiva, con los jugadores y, de qu¨¦ manera, con Rojo, pertenece al pasado. Milosevic, no. Ante el Rayo Vallecano, reci¨¦n aterrizado, tuvo dos ocasiones y ambas se fueron dentro. Un bagaje nada despreciable para un jugador que ha disparado nuevamente los ¨¢nimos de la afici¨®n zaragocista y que, sobre todo, ha conseguido de golpe que la calma vuelva a reinar en la Zaragoza futbol¨ªstica.
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