Apuntes del natural
Los periodistas, como nos ocurre a todos nosotros, gustan mucho de ser invitados, pero su deber profesional va m¨¢s all¨¢ y les lleva a acudir donde quiera que suceda un asunto de inter¨¦s, aunque nadie les haya convocado, ni les quiera recibir. Un buen amigo del oficio recordaba que hab¨ªa estado en varios golpes de Estado sin haber recibido invitaci¨®n formal para asistir a ninguno. Adem¨¢s, a veces, tienen un sentido tan exacerbado de su independencia que consideran sospechosas todas las invitaciones vengan de donde vinieren. Distinta cuesti¨®n es que siendo el valor noticioso de un hecho directamente proporcional a su improbabilidad, todo acto que se atiene a lo programado desmerezca y quede devaluado period¨ªsticamente. Pero desafiando este principio o desconfiando de las apariencias, m¨¢s de mil periodistas se hab¨ªan acreditado para informar de un Congreso del PP donde todo se anunciaba atado y bien atado. A su llegada, los servicios de acogida los encaminaban hacia el cuarto s¨®tano, en tanto que compromisarios e invitados sub¨ªan a la tercera planta para acomodarse en el sal¨®n de plenos.
Los informadores del s¨®tano dispon¨ªan de las m¨¢ximas facilidades. En un magn¨ªfico anfiteatro ten¨ªan sus pupitres dotados de los ¨²ltimos avances tecnol¨®gicos, con conexiones para la toma de voz y para las transmisiones digitales. Una gran pantalla les permit¨ªa seguir cuanto estaba sucediendo en el plenario, con la ventaja de una perfecta visibilidad y el a?adido de otros magn¨ªficos recursos de realizaci¨®n como la inserci¨®n de planos cortos o medios de los oradores, de los miembros del Comit¨¦ Ejecutivo, de personalidades destacadas, de invitados nacionales o extranjeros, de hist¨®ricos relevantes, de las j¨®venes pero ya granadas promesas del clan de Becerril, as¨ª como de planos largos con panor¨¢micas de conjunto, im¨¢genes de archivo de pasajes escogidos de los discursos o proyecci¨®n de textos de ayuda del sistema de power point tan utilizados en las intervenciones de los altos ejecutivos.
La palabra de los oradores apenas pasaba de ser uno de los imputs suministrados. Se a?ad¨ªan otros como el de la ambientaci¨®n musical, las sugerencias ic¨®nicas, los v¨ªdeos animados o los textos escritos. Puede que la suma de todos ellos solape los campos y aparezcan redundancias, que sin a?adir informaci¨®n generen aturdimiento pero aceptemos que todos estos recursos de animaci¨®n activan el subconsciente, permiten suscitar las asociaciones de ideas m¨¢s apropiadas y consiguen que el discurso funcione en varios niveles con una eficacia multiplicada. Sin dispersarse en cavilaciones como ¨¦stas, en el profundo s¨®tano acondicionado para ellos, los profesionales de los medios informativos se afanaban en sus urgencias y deglut¨ªan la raci¨®n informativa que les iban suministrando, precocinada, esterilizada y envasada al vac¨ªo en potitos, como se hace con la dieta destinada a la alimentaci¨®n infantil. Ni Pavlov hubiera sido m¨¢s certero que estos de G¨¦nova en la creaci¨®n de reflejos condicionados. Fue entonces cuando algunos eternos descontentos adujeron precedentes, reclamaron acceso al sal¨®n de plenos para tomar apuntes del natural y lograron que se les habilitaran unas sillas en la esquina m¨¢s distanciada y exc¨¦ntrica al escenario.
All¨ª la megafon¨ªa estaba muy pasada de decibelios. Her¨ªa los t¨ªmpanos pero era incapaz de sobreponerse al murmullo de fondo. Deb¨ªa tomar la palabra el secretario general reincidente, Javier Arenas Bocanegra, y conven¨ªa que fuera escuchado. Se intent¨® el m¨¢ximo volumen de la sinton¨ªa, el tar¨ª / tar¨ª / tar¨ªitarar¨ª, sin que el bullicio mermara.
Era un caso grave, como aquel del teatro de la Comedia el 29 de octubre de 1969 cuando parec¨ªa imposible reducir al silencio a los camaradas. Hasta que un cornet¨ªn del Frente de Juventudes dio el toque de atenci¨®n ta ta r¨ª... ti, con efectos instant¨¢neos. En esta ocasi¨®n ir a la b¨²squeda del cornet¨ªn perdido hubiera sido en vano, as¨ª que se acudi¨® a la luminotecnia. De pronto se disminuy¨® la intensidad luminosa hasta el umbral de la penumbra y los murmullos desaparecieron como en misa mayor. Quede Arenas con la palabra en la boca y dejemos para otra columna los efectos de los rayos luminosos sobre los aplausos.
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