Lodares escribe sobre la tradici¨®n religiosa del nacionalismo ling¨¹¨ªstico
El fil¨®logo presenta 'Lengua y patria'
Al fil¨®logo Juan Ram¨®n Lodares lo han acusado de casi todo. 'Desde espa?olista a jacobino de izquierdas, pasando por compinche de Aznar y Villalonga'. Esos furiosos ataques contra 'la visi¨®n por libre de un simple profesor de Lengua' (da clase en la Aut¨®noma de Madrid) siguieron a su pol¨¦mico libro El para¨ªso pol¨ªglota (Taurus, 2000), que primero suscit¨® el enfado de sectores nacionalistas y acad¨¦micos y luego fue finalista del Premio Nacional de Ensayo. Ahora, Lodares cierra su ciclo sobre las lenguas del Estado con Lengua y patria (Taurus), donde enmarca los nacionalismos ling¨¹¨ªsticos en el tradicionalismo nacional-cat¨®lico.
'El nacionalismo ling¨¹¨ªstico surge de la Pax Hisp¨¢nica', explica Juan Ram¨®n Lodares, 'y esa pax se fund¨® no en la unidad ling¨¹¨ªstica, sino en la unidad religiosa que emanaba del canon b¨ªblico, ya se?alado por Adrian Hastings. Ese canon consideraba que la lengua es un atributo sagrado, un trasunto de la raza y fundamento de la naci¨®n, y proclam¨®: 'Id y predicad a cada uno en su lengua'.
A trav¨¦s de 18 cap¨ªtulos, Lodares documenta esa vinculaci¨®n lengua-raza-naci¨®n 'cuyo origen ¨²ltimo es el mito de Babel', y pone adem¨¢s sobre el tapete 'las aspiraciones materiales de los nacionalismos ling¨¹¨ªsticos, que tienden a facilitar el acceso preferente de sus hablantes a los bienes de inter¨¦s social'.
Aunque seg¨²n Lodares eso no las convierte en lenguas excluyentes ('no lo son del todo, porque, en teor¨ªa, si las aprendes puedes integrarte'), s¨ª les otorga, sostiene Lodares, cierto toque xen¨®fobo y clasista: 'El particularismo puede atrincherar a los hablantes y, sobre todo, crear una gran fragmentaci¨®n ling¨¹¨ªstica vertical. En Catalu?a, por ejemplo, s¨®lo llegas a determinados niveles laborales si hablas catal¨¢n. Y el riesgo de eso es que la comunidad pueda sentir la lengua como una barrera de clase, pensar que el que mejor la domina accede mejor a las cosas importantes'.
Lodares sugiere en su libro que 'una interpretaci¨®n t¨ªpica pero no exclusiva del nacionalismo' consiste en considerar 'cualquier proceso de comunicaci¨®n suprarregional una suerte de error hist¨®rico'. Lo cual, afirma, significa valorar poco el arraigo de las lenguas de las comunidades amplias, y desde?ar la importancia que tienen los factores econ¨®micos, comerciales y empresariales en la expansi¨®n de las lenguas. 'El espa?ol en Am¨¦rica no es un fen¨®meno del virreinato sino de los siglos XIX y XX, de la emigraci¨®n', asegura Lodares.
Y lo explica con datos: 'En 1830, s¨®lo uno de cada tres americanos hablaba espa?ol. En 1900, hab¨ªa 70 millones de hispanohablantes. El n¨²mero se multiplic¨® por 6 o 7 en 100 a?os. Es decir, que hubo una parte de imposici¨®n, pero sobre todo necesidad de comunicarse'.
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