?La ¨²nica pol¨ªtica posible?
El estudio de Gonz¨¢lez-P¨¢ramo constituye una defensa s¨®lidamente argumentada de las ventajas que proporciona a cualquier pa¨ªs la disciplina fiscal, a partir de dos premisas sencillas y f¨¢ciles de aceptar. La primera es que ning¨²n sector p¨²blico puede mantener sus cuentas en desequilibrio permanentemente sin arriesgar la estabilidad macroecon¨®mica y sin afectar -y ¨¦sta ser¨ªa la segunda premisa-, en una econom¨ªa abierta, su posici¨®n competitiva.
Sin embargo, el d¨¦ficit es el rasgo com¨²n de la mayor parte de la historia fiscal espa?ola hasta despu¨¦s, incluso, de nuestro ingreso en la UE. Como explica en el libro, ¨¦sta es la tendencia que se invierte a partir de 1996 hasta alcanzar una situaci¨®n de equilibrio el pasado a?o. Un resultado que suscita en el autor un par de cuestiones. La primera consiste en saber cu¨¢les son las razones que empujan de forma tan reiterada a situaciones de desequilibrio, y la segunda, qu¨¦ es lo que ha sucedido a partir de 1996 para que las cosas hayan cambiado.
Costes y beneficios de la disciplina fiscal: la ley de estabilidad presupuestaria, en perspectiva
Jos¨¦ Manuel Gonz¨¢lez-P¨¢ramo Instituto de Estudios Fiscales ISBN 84-8008-089-2
Para responder a la primera de las preguntas recala el autor en la influencia de las instituciones pol¨ªticas sobre el presupuesto. Los pol¨ªticos tienden a gastar m¨¢s de lo que ser¨ªa deseable en tanto puedan beneficiar a sus votantes y diluir el coste entre todos, y a endeudarse m¨¢s de lo que ser¨ªa oportuno si pueden trasladar los costes p¨²blicos sobre las generaciones venideras.
Este sesgo del ¨¢mbito pol¨ªtico hacia el d¨¦ficit deber¨ªa corregirse si queremos preservar la disciplina fiscal. Para ello suelen manejarse dos posibilidades. Una consiste en introducir limitaciones cuantitativas al d¨¦ficit; la otra, en reformar las instituciones, en nuestro caso los procedimientos de elaboraci¨®n, discusi¨®n, ejecuci¨®n y control presupuestarios.
Entre estas dos posibilidades, la UE ha escogido la introducci¨®n de l¨ªmites cuantitativos. Los requisitos establecidos en Maastricht para acceder a la UEM consist¨ªan en que el d¨¦ficit no excediera del 3% ni la deuda del 60% del PIB. Y tambi¨¦n se trata de l¨ªmites cuantitativos los que incorpora el Pacto de Estabilidad que obliga a los Estados miembros a conseguir a medio plazo una situaci¨®n presupuestaria cercana al equilibrio, de forma que, aun en situaciones de depresi¨®n, el d¨¦ficit no supere nunca el 3%.
Si nos atenemos a los resultados, los l¨ªmites establecidos en Maastricht dieron resultado. En nuestro caso, y a partir de 1996, se registra un proceso de consolidaci¨®n presupuestaria concentrado en la reducci¨®n del gasto corriente, que promueve reducciones en los tipos de inter¨¦s y un est¨ªmulo para la actividad econ¨®mica y el empleo. Es cierto que las exigencias de Maastricht incorporaban una sanci¨®n considerable que consist¨ªa en no ingresar en la UEM. La cuesti¨®n que se plantea ahora es si ser¨¢ posible, sin sanciones de tal magnitud, mantener la disciplina fiscal contando b¨¢sicamente con restricciones cuantitativas. ?ste es el contexto en el que aparece la Ley General de Estabilidad Presupuestaria y la org¨¢nica complementaria.
El prop¨®sito de esta ley va m¨¢s all¨¢ de las exigencias del pacto de estabilidad, en tanto pretende lograr a medio plazo un super¨¢vit suficiente para poder financiar los futuros costes de pensiones y gastos sanitarios. Y ello debe hacerse as¨ª, en opini¨®n del autor, porque no resulta posible cubrir aquellos gastos mediante aumentos en la presi¨®n fiscal manteniendo, al mismo tiempo, una situaci¨®n de equilibrio presupuestario, pues, seg¨²n nos dice, las reducciones en el gasto son la ¨²nica forma efectiva de controlar el d¨¦ficit. Una conclusi¨®n un tanto radical, que le lleva a 'la ¨²nica pol¨ªtica posible' y, lo que es peor, a enfrentar la disciplina fiscal con el espacio propio de la pol¨ªtica, lo cual no parece razonable. Es evidente que no hay que fomentar pol¨ªticos irresponsables, pero la soluci¨®n no es acabar con la pol¨ªtica. Lo sensato ser¨ªa revisar las reglas del juego creando espacios institucionales que favorezcan las decisiones responsables. De no hacerse as¨ª, no s¨®lo podemos da?ar ¨¢reas importantes de nuestra conviviencia, sino que pueden acabar estallando los propios l¨ªmites cuantitativos a poco que se prolongue la actual crisis. Una publicaci¨®n tan poco sospechosa como The Economist animaba hace unos d¨ªas a utilizar discrecionalmente la pol¨ªtica fiscal.
Cualquier persona interesada en estos temas -que van m¨¢s all¨¢ de la estabilidad presupuestaria- sacar¨¢ provecho de este libro, que recomiendo, y dispondr¨¢ de una visi¨®n ortodoxa y actualizada del estado de la cuesti¨®n.
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