Buen cine amable y olvidable
El joven director brit¨¢nico Peter Cattaneo es bien conocido en todo el mundo gracias a su primera pel¨ªcula, The Full Monty, una comedia muy original, brillante y llena de inventiva, una peque?a producci¨®n que hace unos a?os atraves¨® con un reguero de explosivo triunfo casi todas las fronteras y se convirti¨® en una dif¨ªcilmente superable conjunci¨®n de baratura, calidad y rentabilidad, ese raro y dorado triplete con el que sue?an los productores de pel¨ªculas de todo el mundo.
Pero el golpe de acierto imaginativo y el estado de gracia necesarios para dar en el clavo y poner en la pantalla una obrita de esta gran eficacia y este peque?o precio no se improvisan y esto parece que ha obligado a Peter Cattaneo a hacer, tras el enorme ¨¦xito de su primer filme, un cauteloso amago de retirada a la meditaci¨®n y a la retaguardia del c¨¢lculo. Y, durante tres a?os, parece que se lo ha pensado muy a fondo antes de hacer su segundo largometraje, este reci¨¦n llegado Lucky break, que obviamente ha sido ideado y elaborado a la sombra del primero.
LUCKY BREAK
Director: Peter Cattaneo. Int¨¦rpretes: Christopher Mortimer, Olivia Williams, Raymond Waring, Lennie James, Bill Nighy, Timothy Spall. G¨¦nero: Comedia. Reino Unido, 2002. Duraci¨®n: 110 minutos.
Hay que a?adir que casi demasiado a la sombra, porque, en Lucky break, Peter Cattaneo, aunque argumentalmente hace un ostensible esfuerzo para desmarcarse de las pronunciadas singularidades de The Full Monty, y busca nuevos cauces para nuevas ocurrencias, finalmente parece que el armaz¨®n c¨®mico que sostiene ambas pel¨ªculas es de estructura muy parecida, hasta el punto de que las estrategias narrativas de una y de otra resultan a la postre casi id¨¦nticas.
Y no hace falta insistir en que es en esta ca¨ªda en el autoplagio donde reside el mejor acierto, y el mayor atractivo, del filme, ya que mediante esta argucia Cattaneo vuelve a sacar buen jugo de un reparto coral de int¨¦rpretes muy solventes, todos bien trabados y conjuntados, que se desenvuelven con gracia y se las arreglan para dar rienda suelta a algunos trenzados de situaciones, gags y chistes verbales y visuales que hacen funcionar el hilvanado y trepidante tinglado de la inefable c¨¢rcel, y sus no menos inefables pobladores, cuya pegadiza peripecia cuenta con salero y desparpajo Lucky break.
La pel¨ªcula est¨¢ escrita, hilada y elaborada con soltura, despierta simpat¨ªa y, sin ser nada del otro mundo, su visi¨®n no crea sensaci¨®n de tiempo perdido. Es buen cine amable y olvidable, que aunque proviene de la aplicaci¨®n mec¨¢nica de una f¨®rmula, de un apriorismo formal, no es cine formulario, porque su liviandad tiene luz y echa chispas. Es, en efecto, cine ligero, que parece inventarse mientras ocurre en la pantalla, de manera que parad¨®jicamente se beneficia de que est¨¢ a punto de ser una bobada y, sin embargo, elude esta ca¨ªda en la inanidad con un despliege compensador de capacidad para la invenci¨®n de personajes, que tienen gracia y garra, y est¨¢n admirablemente ironizados por gente de la far¨¢ndula brit¨¢nica tan eminente como Timothy Spall, Christopher Plummer, Olivia Williams, James Nesbitt, Raymond Waring, Lennie James, Bill Night y una docena larga de astutos teloneros, de esos que se las saben todas en su oficio.
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