Los argentinos venden d¨®lares para pagar facturas, deudas y alimentos
Los ciudadanos formaron largas colas para cambiar la divisa norteamericana por pesos
Los analistas econ¨®micos preve¨ªan que el d¨®lar se iba a disparar ayer frente al peso argentino. Cre¨ªan que los ciudadanos de la tercera econom¨ªa latinoamericana iban a salir desesperados a comprar divisas ante el temor de una devaluaci¨®n descontrolada que recalentara la inflaci¨®n. Sin embargo, la mayor¨ªa de los miles de argentinos que ayer formaban colas de hasta 80 metros en las casas de cambio del centro de Buenos Aires buscaban vender sus d¨®lares ahorrados para pagar deudas, impuestos, facturas o alimentos. Los pron¨®sticos de los expertos sobre el hundimiento del peso fallaron.
El d¨®lar cotiza entre 1,95 y 2,05 pesos, lo que supone una devaluaci¨®n de la moneda argentina del 51% respecto a la paridad fija que rigi¨® durante 11 a?os. A principios de enero, el Gobierno de Eduardo Duhalde hab¨ªa creado dos tipos de cambios: uno fijo para el comercio exterior (1,40 pesos por d¨®lar) y otro flotante (la divisa norteamericana lleg¨® a cotizarse a m¨¢s de dos pesos). El mercado de cambio hab¨ªa permanecido cerrado la semana pasada.
En 1989, cuando Argentina sufri¨® la hiperinflaci¨®n, hasta los obreros compraban d¨®lares para conservar el valor de su salario. Pero ahora impera la recesi¨®n y el paro subi¨® desde el 6% de aquel a?o al 22% actual. El Gobierno prohibi¨® a los bancos vender d¨®lares a los clientes minoristas para impedir una psicosis compradora en la poblaci¨®n.
A las dos de la madrugada se apostaban ya algunos argentinos en las puertas de las casas de cambio. 'Vine a las dos para no perderme el d¨ªa de trabajo', comentaba un joven. 'Tengo unos ahorros y quiero tenerlos en d¨®lares', explic¨®. 'Voy a comprar algunos d¨®lares. Tengo una peque?a deuda y pude juntar el efectivo', dec¨ªa otro. Muchos argentinos tem¨ªan que la liberalizaci¨®n del tipo de cambio depreciera a¨²n m¨¢s el peso y recordaban que durante d¨¦cadas el d¨®lar era la ¨²nica opci¨®n de conservar el valor del dinero. Por eso, cuando abrieron las casas de cambio, a las diez de la ma?ana, el d¨®lar cotizaba a 2,30 pesos, lo que supon¨ªa una devaluaci¨®n del 57% del peso.
Pasaban las horas, las colas en las casas de cambio de la calle de Sarmiento se acortaban y se mov¨ªan con celeridad. Muchos transe¨²ntes ocupaban la calzada, algunos comentaban la cotizaci¨®n en sus m¨®viles. Las bocinas de los taxis negros de techo amarillo compet¨ªan con el humo de los camiones de transporte de dinero para enloquecer a los compradores y vendedores de d¨®lares que husmeaban mejores cotizaciones. Los bombos de una manifestaci¨®n sonaba de fondo, mientras el term¨®metro indicaba que hac¨ªa 32 grados en Buenos Aires, una ciudad con sus accesos cortados por los piquetes de parados.
Poco a poco, el peso comenzaba a recuperarse, pues las colas se poblaban de gente que vend¨ªa d¨®lares para cumplir con sus obligaciones. Los arbolitos, los cambistas clandestinos, ofrec¨ªan sus servicios en las colas. La polic¨ªa detuvo a m¨¢s de una docena de ellos. Pocas personas intentaban vender d¨®lares en el centro financiero porte?o. Un peruano se ofrec¨ªa a hacer la fila por cinco pesos (2,98 euros), pues muchos se hab¨ªan escapado de sus trabajos.
'?A cu¨¢nto est¨¢ la lechuga?', preguntaba un transe¨²nte sobre el valor del billete verde. Pocos formaban filas en los cajeros autom¨¢ticos, pese a que ayer se liber¨® el corralito para sacar el dinero de los salarios.
Al mediod¨ªa, el escaparate de la casa de cambio Giovanizzo indicaba que el d¨®lar cotizaba a 2,15 pesos. Diez minutos despu¨¦s baj¨® a 2,05. 'Perd¨ª 10 pesos mientras hac¨ªa la cola porque vine a vender 100 d¨®lares', se resign¨® Gustavo, estudiante de Derecho de 22 a?os, que quiso obtener r¨¦ditos vendiendo las divisas norteamericanas que hab¨ªa comprado cuando cotizaban a un peso. En Puente, la casa de cambio vecina, el d¨®lar estaba a 2,20 pesos, mientras en la esquina de Sarmiento con San Mart¨ªn se consegu¨ªa a 2,15 o 2,05.
Un hombre buscaba en la cola a alguien que quisiera comprar d¨®lares. Todos vend¨ªan. Carlos, empleado de 53 a?os, deb¨ªa pagar deudas. Mat¨ªas, analista de sistemas de 28 a?os, hab¨ªa pedido permiso en su trabajo para vender sus d¨®lares, pues deb¨ªa abonar las compras que hizo durante sus vacaciones con la tarjeta de cr¨¦dito. 'Llevo dos horas de cola y el d¨®lar baj¨® tanto que me parece que no voy a vender, aunque tampoco puedo especular', dec¨ªa.
Mar¨ªa Rodr¨ªguez Cuenca, comerciante de 44 a?os, hab¨ªa obtenido d¨®lares en una transacci¨®n y quer¨ªa venderlos para pagar impuestos. 'No creo que se dispare el d¨®lar con la miseria espantosa que hay. Tenemos que afrontar gastos en pesos', dijo. Blas, jubilado de 65 a?os, vend¨ªa sus d¨®lares para comprar alimentos. Pero quer¨ªa que bajara el valor del d¨®lar en beneficio del pa¨ªs.
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