Grandioso Muehlegg
El espa?ol arrasa en la prueba de persecuci¨®n 20 km de esqu¨ª de fondo y conquista su segunda medalla de oro
Johann Muehlegg dobl¨® su haza?a y se convirti¨® en una de las grandes estrellas de los Juegos. Jam¨¢s en la historia del deporte espa?ol se hab¨ªa producido algo semejante en una misma cita ol¨ªmpica. El Indur¨¢in de Baviera gan¨® su segunda medalla de oro, en los 20 kil¨®metros persecuci¨®n de esqu¨ª de fondo (los primeros 10 en estilo cl¨¢sico, con los esqu¨ªs en paralelo, y los segundos libres, de patinador).
S¨®lo Teresa Zabell y Luis Doreste, en vela, han logrado dos medallas ol¨ªmpicas
Igual¨® as¨ª a los regatistas Theresa Zabell (en la clase 470 de Barcelona 92 y Atlanta 96) y Luis Doreste (470 en Los ?ngeles 84 y flyng dutchman en Barcelona 92). En los actuales Juegos, s¨®lo el saltador suizo Simon Ammann, una gran sorpresa, y el rey del biatl¨®n (esqu¨ª de fondo y tiro), el noruego Ole Reinar Bjoerndalen, hab¨ªan logrado hasta ayer dos t¨ªtulos. Juanito, de una sola tacada, algo posible en su deporte, podr¨ªa incluso completar su gran historia con un tercer t¨ªtulo ol¨ªmpico el s¨¢bado d¨ªa 24, la v¨ªspera de la clausura de los Juegos. Ser¨ªa en sus 50 kil¨®metros, en los que se proclam¨® campe¨®n del mundo en 2001 con el estilo libre. Aunque ahora ser¨¢n bajo el estilo cl¨¢sico, el que peor le va, despu¨¦s de su exhibici¨®n de ayer, su triunfo es m¨¢s que posible.
La de ayer fue una carrera tan extraordinaria, que se recordar¨¢ hasta porque los dos mejores noruegos, Frode Estil y Thomas Alsgaard, fueron medalla de plata. Su sprint fue tan cerrado que no fue posible delimitarlo y dejaron otra an¨¦cdota para grabar en la historia ol¨ªmpica. El d¨ªa que gan¨® un espa?ol.
La forma, la potencia y la calidad de Muehlegg son tan grandes, que sus c¨¢lculos sobre ceder medio minuto a los mejores especialistas en los primeros 10 kil¨®metros cl¨¢sicos se olvidaron casi en la primera cuesta. El noruego Estil, el ¨²nico de la ¨¦lite que sali¨® tras ¨¦l, le sac¨® s¨®lo cuatro segundos y el kazajo Golovok, que deb¨ªa desaparecer poco despu¨¦s, apenas tres d¨¦cimas. Aquello ol¨ªa a nuevo paseo. Y as¨ª fue. Antes de la mitad de carrera, Muehlegg ya estaba l¨ªder. La espuma helada en la comisura de sus labios era la orla de su fuerza. Sigui¨® aumentando su ventaja y en la meta casi caz¨® al austriaco de origen ruso, Mijail Botvinov, que hab¨ªa salido 30 segundos antes. Con 13,2 sobre Estil, mucho peor en libre, 32,1 sobre el hundido sueco Per Elofsson, y 49,2 sobre Alsgaard, los que pod¨ªan hacerle alguna sombra, aquello estaba finiquitado.
?Que le echen un galgo!, dijo alguien en la salida de los segundos 10 kil¨®metros. Un galgo hubiese tenido muchos m¨¢s problemas en la nieve que Muehlegg, al que ni siquiera afect¨® una ca¨ªda al final de la primera gran cuesta. Llevaba apenas minuto y medio y resbal¨® al hund¨ªrsele un esqu¨ª en un bache. Pero se levant¨® rapid¨ªsimamente y pas¨® el kil¨®metro con medio minuto de margen ya sobre Estil. Es decir, sin la ca¨ªda se hubiera destacado hasta los 40 segundos, algo que hizo en el kil¨®metro 1,7. Asombroso. Tras ¨¦l, la masa. Todo el pelot¨®n de perseguidores luchando por las medallas de plata y bronce como el primer d¨ªa en los 30. Lo que iba delante era, una vez m¨¢s, otra carrera.
La locomotora aument¨® ligeramente su ventaja en el siguiente control de los 3,7 kil¨®metros, porque ya le bastaba con regular en la zona de descensos. En el paso intermedio por meta, sin embargo, algo m¨¢s de media carrera, ya sacaba 50 segundos al pelot¨®n. Hab¨ªa aumentado sensiblemente su diferencia. Eso, en ciclismo, s¨®lo se produce cuando el grupo permite una escapada de un hombre sin peligro para el l¨ªder. Si el pelot¨®n quiere atacar, por relevos, caza casi siempre a cualquiera. Pero cuando delante hay una m¨¢quina como Muehlegg no importan los relevos. Ni que tomara el mando de las operaciones de caza Alsgaard, uno de los grandes, que remont¨® hasta Estil. S¨®lo estaban marcando un ritmo fuerte para descolgar a rivales de cara a la llegada. Pero para los lugares m¨¢s bajos del podio.
Muehlegg sigui¨® aumentando su ventaja y en el kil¨®metro 6,7 super¨® ya el minuto. De nuevo afloj¨® en los siguientes dos kil¨®metros de bajada y pas¨® con 49 segundos. Sobrado. Estuvo a punto de coger una bandera espa?ola antes incluso de entrar en la ¨²ltima recta, pero se hizo con otra ya esquiando en ella. La busc¨® y la quiso enarbolar. Por eso gan¨® s¨®lo con 23 segundos de margen. El resto lo dedic¨® a la emoci¨®n. Se sent¨ªa ganador seguro, mientras a¨²n luchaban Estil y Alsgaard para la plata detr¨¢s, pero pod¨ªa no haberlo hecho. Pero prefiri¨® apoyarse s¨®lo con el bast¨®n izquierdo en los ¨²ltimos metros, porque en la mano derecha llevaba el s¨ªmbolo de su agradecimiento al pa¨ªs que le acogi¨®.
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