?Ya no estamos de moda?
El autor se queja, al hilo del conflicto por la c¨¢tedra adjudicada a Uriarte, de la dificultad de gobernar la Universidad p¨²blica vasca pese a disminuir la presi¨®n de los violentos.
Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en que la Universidad p¨²blica vasca, la UPV-EHU, estuvo de moda. Coincidi¨® la esperanza de cambio albergada por una parte del pa¨ªs con la resaca de una campa?a criminal de ETA y la inteligente y valiente actitud de nuestra comunidad universitaria, con su rector al frente. Pero luego lleg¨® el 13 de mayo, y algunas cosas parecieron que cambiaban para seguir siendo b¨¢sicamente las mismas, y se desinfl¨® el entusiasmo y se extendi¨® una general sensaci¨®n de desasosiego y depresi¨®n entre buena parte de esa comunidad universitaria. Curiosamente, en una situaci¨®n menos tensa, se hac¨ªa m¨¢s dif¨ªcil gobernar la universidad.
Disminuy¨® relativamente la presi¨®n fascista, as¨ª como el ¨¢nimo de cambio, y eso nos devolvi¨® a la realidad que nunca hab¨ªamos abandonado: que hab¨ªa que gobernar la nave cada d¨ªa. La gris realidad la ha resumido perfectamente la disputa por la c¨¢tedra de Ciencia Pol¨ªtica entre los profesores Edurne Uriarte y Francisco Letamend¨ªa.
'Hay dos opciones: aplicar la ley y dar la raz¨®n al 'malo' o neg¨¢rsela para que triunfe la v¨ªctima'
Recuerdo que el rector 'nos prohibi¨®' a los miembros del equipo rectoral aparecer por la facultad donde se iba a celebrar el concurso. La cuesti¨®n era clara: pasara lo que pasara, ganara quien ganara, el equipo rectoral y su rector al frente ser¨ªan culpables. Porque est¨¢ extendida la opini¨®n de que los rectores dan y quitan c¨¢tedras. As¨ª ha sido. El asunto era tan sencillo como elegir en qu¨¦ portada ¨ªbamos a salir. Hemos estado unas semanas en las de un lado, acusados de trajinadores a favor de Edurne Uriarte; ahora pasamos a las del contrario, acusados de miedosos a favor de Letamend¨ªa. Para la una somos hoy copart¨ªcipes y corresponsables de actuar con miedo; para el otro, antes de la resoluci¨®n de la Comisi¨®n de Reclamaciones, ¨¦ramos una clara muestra de ser 'una universidad colonial'. Lo que ha ocurrido con esta c¨¢tedra es una lamentable met¨¢fora de lo que ocurre en este pa¨ªs.
Pero la situaci¨®n en la que est¨¢ la UPV-EHU y su rector y su equipo es otra en la que nadie repara. La violencia lo emponzo?a todo, lo degrada, lo distorsiona. Lo que es una crisis de gobierno en un equipo rectoral de cualquier universidad se convierte en la crisis de una sociedad. Lo que es una resoluci¨®n administrativa como en cualquier universidad, se convierte en la expresi¨®n del miedo, de la rendici¨®n, de los frutos de la amenaza. La violencia se convierte en lo ¨²nico, pero el resto de las cosas que constituyen la realidad cotidiana no por eso dejan de existir. ?sta es una cuesti¨®n que puede llevarse por delante a parte de la sociedad vasca: el no entender que hay m¨¢s realidades adem¨¢s de la maldita violencia fascista. Y una de ellas es el derecho, as¨ª, con min¨²scula. El derecho rebuscado en la ¨²ltima triqui?uela o en la m¨¢s impensada 'argucia imaginativa'.
Efectivamente, el 90% de las plazas universitarias se resuelven sin motivar por escrito la decisi¨®n de cada uno de los miembros del tribunal. Pero la ley respalda en derecho a quien exija el cumplimiento de esa obligaci¨®n. Y a esa argucia se ha agarrado el demandante. Y entonces a la UPV-EHU, y a sus ¨®rganos de gobierno y de gesti¨®n, y a su Comisi¨®n de Reclamaciones, le quedan dos opciones -la met¨¢fora del pa¨ªs-: aplicar la ley y el derecho y con ello dar la raz¨®n al 'malo', a quien se ha dedicado a emponzo?ar y amedrentar; o neg¨¢rsela cisc¨¢ndose en el derecho para que triunfe, aunque sea obviando nuestras propias reglas, el 'bueno', la v¨ªctima.
Personalmente cada cual tendr¨¢ su opini¨®n -yo tambi¨¦n-; el problema es que institucionalmente s¨®lo cabe cumplir la ley, aunque nos revuelva las tripas.
Eso es lo que ha pasado aqu¨ª. ?sa es la realidad que no han contado las televisiones y las radios, que se han limitado a proyectar la primera de las met¨¢foras, sin duda la que ten¨ªa m¨¢s fuerza, la que representa lamentablemente una persona como Edurne Uriarte, amenazada, perseguida, acosada y, ahora, provisionalmente vencida por una 'argucia legal'. Pero de la ley de todos, no de la UPV-EHU ni de su rector. ?Parece mentira que nos hayan tratado tantas veces con esa misma moneda -el conocimiento exhaustivo de las argucias legales- y que nos manifestemos tan sorprendidos a¨²n!
Ahora hemos pasado a ser los malos de los otros, los cobardes e infames. Algo ha pasado para que se pierda de vista que seguimos siendo los mismos: los que estuvimos dando la cara cuando lleg¨® la dur¨ªsima Navidad de 2000 (atentado contra Edurne Uriarte), los que inspiramos y organizamos el acto en defensa de la libertad de febrero de 2001, los que recientemente lo volvimos a hacer en homenaje a Ernest Lluch, los que cada d¨ªa somos y nos sentimos amenazados y vigilados, los que realizamos nuestra labor cotidiana de resolver peque?os problemas mientras nos sopla en la nuca el gran problema, los que -cornudos y apaleados- tenemos que ir con miedo y adem¨¢s ser acusados de algo injusto y falso, que actuamos con miedo.
Hemos dado suficientes pruebas de sentido com¨²n y de disposici¨®n a dar la cara impulsando la respuesta c¨ªvica, moral y responsable de la UPV-EHU en contra del fascismo para que ahora nos vengan escribidores y comentaristas a ponernos en el pared¨®n de los infames. Salvo que, como bien dec¨ªa el rector, no quede otra que apuntarse a uno de los dos pensamientos ¨²nicos (sic) de este peque?o pa¨ªs. O, casi tan malo -para m¨ª y creo que para mis compa?eros, inaceptable-, el colocarnos en un supuesto intermedio, diletante, irenista y falso, porque, siendo de primera mano responsable, act¨²a como si la cosa de los extremos no fuera con ¨¦l y no constituyera sino v¨ªctima. Nuestro lugar al frente de la UPV-EHU no est¨¢, no lo ha estado y no lo va a estar, ni en un lado ni en el otro de la obcecaci¨®n y el simplismo, uno pistolero y otro descalificador. Pero tampoco lo est¨¢ en ning¨²n intermedio. Por eso es tan dif¨ªcil hacer nuestro trabajo cada d¨ªa.Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en que la Universidad p¨²blica vasca, la UPV-EHU, estuvo de moda. Coincidi¨® la esperanza de cambio albergada por una parte del pa¨ªs con la resaca de una campa?a criminal de ETA y la inteligente y valiente actitud de nuestra comunidad universitaria, con su rector al frente. Pero luego lleg¨® el 13 de mayo, y algunas cosas parecieron que cambiaban para seguir siendo b¨¢sicamente las mismas, y se desinfl¨® el entusiasmo y se extendi¨® una general sensaci¨®n de desasosiego y depresi¨®n entre buena parte de esa comunidad universitaria. Curiosamente, en una situaci¨®n menos tensa, se hac¨ªa m¨¢s dif¨ªcil gobernar la universidad.
Disminuy¨® relativamente la presi¨®n fascista, as¨ª como el ¨¢nimo de cambio, y eso nos devolvi¨® a la realidad que nunca hab¨ªamos abandonado: que hab¨ªa que gobernar la nave cada d¨ªa. La gris realidad la ha resumido perfectamente la disputa por la c¨¢tedra de Ciencia Pol¨ªtica entre los profesores Edurne Uriarte y Francisco Letamend¨ªa.
Recuerdo que el rector 'nos prohibi¨®' a los miembros del equipo rectoral aparecer por la facultad donde se iba a celebrar el concurso. La cuesti¨®n era clara: pasara lo que pasara, ganara quien ganara, el equipo rectoral y su rector al frente ser¨ªan culpables. Porque est¨¢ extendida la opini¨®n de que los rectores dan y quitan c¨¢tedras. As¨ª ha sido. El asunto era tan sencillo como elegir en qu¨¦ portada ¨ªbamos a salir. Hemos estado unas semanas en las de un lado, acusados de trajinadores a favor de Edurne Uriarte; ahora pasamos a las del contrario, acusados de miedosos a favor de Letamend¨ªa. Para la una somos hoy copart¨ªcipes y corresponsables de actuar con miedo; para el otro, antes de la resoluci¨®n de la Comisi¨®n de Reclamaciones, ¨¦ramos una clara muestra de ser 'una universidad colonial'. Lo que ha ocurrido con esta c¨¢tedra es una lamentable met¨¢fora de lo que ocurre en este pa¨ªs.
Pero la situaci¨®n en la que est¨¢ la UPV-EHU y su rector y su equipo es otra en la que nadie repara. La violencia lo emponzo?a todo, lo degrada, lo distorsiona. Lo que es una crisis de gobierno en un equipo rectoral de cualquier universidad se convierte en la crisis de una sociedad. Lo que es una resoluci¨®n administrativa como en cualquier universidad, se convierte en la expresi¨®n del miedo, de la rendici¨®n, de los frutos de la amenaza. La violencia se convierte en lo ¨²nico, pero el resto de las cosas que constituyen la realidad cotidiana no por eso dejan de existir. ?sta es una cuesti¨®n que puede llevarse por delante a parte de la sociedad vasca: el no entender que hay m¨¢s realidades adem¨¢s de la maldita violencia fascista. Y una de ellas es el derecho, as¨ª, con min¨²scula. El derecho rebuscado en la ¨²ltima triqui?uela o en la m¨¢s impensada 'argucia imaginativa'.
Efectivamente, el 90% de las plazas universitarias se resuelven sin motivar por escrito la decisi¨®n de cada uno de los miembros del tribunal. Pero la ley respalda en derecho a quien exija el cumplimiento de esa obligaci¨®n. Y a esa argucia se ha agarrado el demandante. Y entonces a la UPV-EHU, y a sus ¨®rganos de gobierno y de gesti¨®n, y a su Comisi¨®n de Reclamaciones, le quedan dos opciones -la met¨¢fora del pa¨ªs-: aplicar la ley y el derecho y con ello dar la raz¨®n al 'malo', a quien se ha dedicado a emponzo?ar y amedrentar; o neg¨¢rsela cisc¨¢ndose en el derecho para que triunfe, aunque sea obviando nuestras propias reglas, el 'bueno', la v¨ªctima.
Personalmente cada cual tendr¨¢ su opini¨®n -yo tambi¨¦n-; el problema es que institucionalmente s¨®lo cabe cumplir la ley, aunque nos revuelva las tripas.
Eso es lo que ha pasado aqu¨ª. ?sa es la realidad que no han contado las televisiones y las radios, que se han limitado a proyectar la primera de las met¨¢foras, sin duda la que ten¨ªa m¨¢s fuerza, la que representa lamentablemente una persona como Edurne Uriarte, amenazada, perseguida, acosada y, ahora, provisionalmente vencida por una 'argucia legal'. Pero de la ley de todos, no de la UPV-EHU ni de su rector. ?Parece mentira que nos hayan tratado tantas veces con esa misma moneda -el conocimiento exhaustivo de las argucias legales- y que nos manifestemos tan sorprendidos a¨²n!
Ahora hemos pasado a ser los malos de los otros, los cobardes e infames. Algo ha pasado para que se pierda de vista que seguimos siendo los mismos: los que estuvimos dando la cara cuando lleg¨® la dur¨ªsima Navidad de 2000 (atentado contra Edurne Uriarte), los que inspiramos y organizamos el acto en defensa de la libertad de febrero de 2001, los que recientemente lo volvimos a hacer en homenaje a Ernest Lluch, los que cada d¨ªa somos y nos sentimos amenazados y vigilados, los que realizamos nuestra labor cotidiana de resolver peque?os problemas mientras nos sopla en la nuca el gran problema, los que -cornudos y apaleados- tenemos que ir con miedo y adem¨¢s ser acusados de algo injusto y falso, que actuamos con miedo.
Hemos dado suficientes pruebas de sentido com¨²n y de disposici¨®n a dar la cara impulsando la respuesta c¨ªvica, moral y responsable de la UPV-EHU en contra del fascismo para que ahora nos vengan escribidores y comentaristas a ponernos en el pared¨®n de los infames. Salvo que, como bien dec¨ªa el rector, no quede otra que apuntarse a uno de los dos pensamientos ¨²nicos (sic) de este peque?o pa¨ªs. O, casi tan malo -para m¨ª y creo que para mis compa?eros, inaceptable-, el colocarnos en un supuesto intermedio, diletante, irenista y falso, porque, siendo de primera mano responsable, act¨²a como si la cosa de los extremos no fuera con ¨¦l y no constituyera sino v¨ªctima. Nuestro lugar al frente de la UPV-EHU no est¨¢, no lo ha estado y no lo va a estar, ni en un lado ni en el otro de la obcecaci¨®n y el simplismo, uno pistolero y otro descalificador. Pero tampoco lo est¨¢ en ning¨²n intermedio. Por eso es tan dif¨ªcil hacer nuestro trabajo cada d¨ªa.
Antonio Rivera es historiador y vicerrector de ?lava de la Universidad del Pa¨ªs Vasco (UPV-EHU).
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