El ascenso del tercer hombre
La escalada del secretario general ha ido a la par que el aumento de conflictos desde 1996
El equilibrio interno que alcanz¨® el PA en 1996 tras la reunificaci¨®n con el PAP de Pedro Pacheco comenz¨® a quebrarse cuando Antonio Ortega, elegido entonces secretario general como una soluci¨®n de urgencia, pis¨® el acelerador a mitad de la legislatura pasada y desvel¨® su aspiraci¨®n de encabezar la candidatura a la Junta y sustituir a Pacheco. La d¨¦bil armon¨ªa de la organizaci¨®n no pudo soportar la escalada de un tercero en liza -hasta ese momento la biograf¨ªa del PA se hab¨ªa escrito con dos nombres: Alejandro Rojas-Marcos y Pedro Pacheco- y el partido volvi¨® a escindirse a finales de 2000 con la expulsi¨®n del alcalde de Jerez y la creaci¨®n del nuevo PSA.
El PA apuntala ahora su aparato en las parcelas de poder que tiene en el Gobierno de Manuel Chaves (las consejer¨ªas de Relaciones Institucionales y Turismo y Deportes), despu¨¦s de la baja de dos de sus cinco esca?os en la ¨²ltima guerra fraticida.
Hasta ser consejero, Ortega no hab¨ªa tocado un poder parecido ni logrado tantos medios
Militante desde 1976, el verdadero trampol¨ªn de Antonio Ortega no ha sido tanto su cargo org¨¢nico en el PA como su condici¨®n de consejero desde 1996. Siempre a la sombra de Rojas-Marcos, nunca hab¨ªa tocado un poder parecido ni dispuesto de tantos medios para repartir juego y crear una corriente. Con el soporte de Relaciones Institucionales, en estos a?os ha ido construyendo su liderazgo, reforzado, aunque a rega?adientes, por el propio Rojas-Marcos y la llamada vieja guardia, aliados circunstanciales en el 12? congreso de 2000 contra el enemigo com¨²n: Pedro Pacheco.
Antonio Ortega destap¨® la caja de los truenos unos meses antes de las elecciones municipales de marzo de 1999. El PSOE barajaba hacer coincidir los comicios auton¨®micos con los locales y el secretario general crey¨® que era una ocasi¨®n ideal para postularse a la candidatura de la Junta, habida cuenta de que Pacheco no podr¨ªa simultanear la campa?a andaluza con la de Jerez. Finalmente, la coincidencia fue con las generales de 2000, pero la espita estaba ya abierta y Ortega y Pacheco se enzarzaron en una lucha encarnizada, a trav¨¦s, incluso, de los medios de comunicaci¨®n. La nominaci¨®n del jerezano a la Junta se lleg¨® a suspender hasta en tres ocasiones y el apoyo org¨¢nico a la campa?a del presidenciable brill¨® por su ausencia, hasta desembocar en un rosario de desprop¨®sitos: Pacheco no aparec¨ªa ni en el v¨ªdeo electoral.
Alejandro Rojas-Marcos, fundador del partido, se hab¨ªa mantenido al margen. Retirado ya de la carrera por la alcald¨ªa de Sevilla y dedicado a la Oficina del Metro, apost¨® claramente por Ortega para derribar a Pacheco, virtualmente fuera del PA despu¨¦s de embestir tambi¨¦n contra ¨¦l y acusarle de oscuros negocios mercantiles. Rojas-Marcos y la vieja guardia se unieron en la candidatura del 12? congreso a Ortega, en quien, no obstante, nunca han llegado a confiar. La alianza le cost¨® a Rojas-Marcos que su puesto como presidente del PA fuera despojado de las atribuciones ejecutivas en favor de funciones honor¨ªficas. Tambi¨¦n tuvo que ceder en la candidatura a las auton¨®micas de 2004 y que su tapado, Jos¨¦ N¨²?ez, concurriera a las municipales de 2003 para dejar paso al secretario general. Sin embargo, en la misma clausura del c¨®nclave, hizo notar su hegemon¨ªa y logr¨® eclipsar a Antonio Ortega al protagonizar una airada bronca con el jerezano. Rojas-Marcos consigui¨® imponer sus tesis en el reciente conflicto de las cajas de ahorros sevillanas, pero su ¨®rdago a favor del ex presidente de El Monte, Isidoro Beneroso, result¨® un fracaso y la victoria del PSOE dej¨® en una posici¨®n un tanto rid¨ªcula a Antonio Ortega en su propio gabinete.
Con Pedro Pacheco en el PSA, el pulso entre el secretario general y el presidente ha ido ganando grados a la par que el partido ha ido perdiendo presencia. La sangr¨ªa de la escisi¨®n de Pedro Pacheco se ha reflejado en un buen pu?ado de concejal¨ªas y alcald¨ªas, adem¨¢s de la merma de diputados en la C¨¢mara auton¨®mica. El Gobierno de coalici¨®n, por ahora, amortigua los malos vientos. Y por eso Ortega se ha agarrado a ¨¦l para avanzar en su carrera hacia el control del aparato. Ha pactado un trueque, ahora la consejer¨ªa de relumbr¨®n trabajar¨¢ para su candidatura a la Junta. Los andalucistas que no est¨¢n en la batalla creen que este asalto lo ha ganado Ortega. 'Est¨¢ por ver', apostillan, 'si Alejandro se deja quitar su partido, al final siempre gana ¨¦l. Lo que est¨¢ claro es que esto no tiene arreglo, esperamos que no sea el principio del fin'.
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