Arco se afianza como escaparate del arte actual
La feria madrile?a es una de las pocas plataformas espa?olas para conocer las ¨²ltimas tendencias
'Si Arco s¨®lo fuera una feria de arte, no ser¨ªa una feria importante', afirma el cr¨ªtico mexicano Cuauht¨¦moc Medina. Su importancia, aclara, radica en que no es s¨®lo 'una feria de compradores', sino que a trav¨¦s de las mesas de debate y de los programas comisariados adquiere el car¨¢cter de una bienal de arte que lanza nuevas propuestas. 'Es verdad que las bienales son circos, pero si no hubiera circos, ?d¨®nde hubi¨¦ramos estado los freaks estos a?os?', dice.
Este aspecto de 'circo' en el que pueden conocerse algunos apuntes sobre las nuevas tendencias, dif¨ªciles de apreciar a trav¨¦s s¨®lo de lo que presentan las galer¨ªas tradicionales, es una de las apuestas de la feria, que ha consolidado sus proyectos comisariados, Cutting Edge y Project Rooms. En este ¨²ltimo espacio, la artista sevillana Pilar Albarrac¨ªn ha presentado una propuesta que tiene mucho de espect¨¢culo. Se trata de un viejo mercedes cargado de bultos que emula el de los miles de magreb¨ªes que cada verano atraviesan Espa?a y al que la gente puede subirse. 'Estoy contenta del buen rollo y el inter¨¦s de la gente, pero no es s¨®lo una atracci¨®n de feria, hay algo m¨¢s, que creo que el p¨²blico comprende', afirma la artista.
Nuevos medios
'En Arco la pieza se banaliza, porque hay mucho p¨²blico, pero es un aspecto positivo y divertido', comenta Mart¨ª Anson, que presenta un proyecto consistente en un v¨ªdeo de un futbolista a punto de lanzar un penalti que, por efecto de un loop continuado, nunca llega a lanzar. Son propuestas dif¨ªciles de vender en una galer¨ªa comercial, aunque hay algunas, no muchas, que incorporan el v¨ªdeo o los nuevos medios tecnol¨®gicos en sus stands. Las performances, en cambio, son muy dif¨ªciles de presentar en el marco de una feria de arte. Suelen mostrarse en formato v¨ªdeo, si bien empieza a ser norma que casi inmediatamente se comercialice la fotograf¨ªa de la acci¨®n. El caso m¨¢s evidente es el de Santiago Sierra, espa?ol afincado en M¨¦xico, del que la galer¨ªa Enrique Guerrero vende, por ejemplo, la fotograf¨ªa de la acci¨®n que realiz¨® el pasado verano en la Trienal de Barcelona -en la que pag¨® a veinte trabajadores 24 euros al d¨ªa por permanecer tres horas en la bodega de un barco- por 8.083 euros.
Medina ve una mayor sofisticaci¨®n en el trabajo de artistas como Sierra, que, a su juicio, con sus violentas y pol¨¦micas propuestas han impedido que triunfara 'la tendencia nost¨¢lgica del centro que sue?a con el regreso de la obra est¨¦tica y de buena factura. En este sentido, ha sido muy ventajoso para los artistas perif¨¦ricos esta revalorizaci¨®n del neoconcpetual en los noventa, que ha favorecido esa eclosi¨®n del arte global. Es un espejismo del que nos aprovechamos todo lo que podemos'.
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