Una pesadilla por apretar un bot¨®n
Dos personas que sufrieron un accidente en un ascensor hace 12 a?os a¨²n esperan su indemnizaci¨®n
El jueves hizo 12 a?os y un d¨ªa que Emilio Cid Viedma no se montaba en el ascensor del n¨²mero 28 de la calle de Boc¨¢ngel (Ventas), edificio ocupado principalmente por empresas. Cid Viedma teme subir en ascensores porque el 13 de febrero de 1990, a las ocho de la tarde, apret¨® el bot¨®n del elevador de esta finca y comenz¨® una pesadilla que a¨²n le impide andar bien. Desde aquel d¨ªa, ¨¦l y Emma Rodr¨ªguez Castro, que trabajaban en este edificio y tomaron el ascensor juntos, todav¨ªa esperan que les paguen la indemnizaci¨®n que les corresponde, a pesar de que el Tribunal Supremo ha dictado una sentencia por la que tienen derecho a recibir 60.481 euros ella y 36.385 euros ¨¦l (10.040.000 y 6.040.000 pesetas, respectivamente).
Cid y Rod¨ªguez, que entonces ten¨ªan 56 y 57 a?os, a¨²n sufren las consecuencias del accidente. Bajaron de golpe seis pisos hasta que chocaron con el suelo. 'Entr¨¦ en el hospital en las ¨²ltimas. Estuve grav¨ªsimo, cerca de la silla de ruedas', rememora Cid.
Un a?o y medio de rehabilitaci¨®n y, sin embargo, no puede andar bien. Ahora tiene dificultades para subir las escaleras, y a Emma Rodr¨ªguez le implantaron una pr¨®tesis en la cadera. Ahora no puede doblar la rodilla derecha.
Desde que tuvo el accidente, Emilio Cid no se hab¨ªa subido al ascensor del edificio donde trabajaba. 'Estuve un tiempo sin montarme en ninguno. Al principio me entr¨® mucho temor, pero despu¨¦s de un tiempo lo consegu¨ª'. Por suerte, porque vive en un s¨¦ptimo piso. Pero el p¨¢nico le sigue impidiendo, 12 a?os despu¨¦s, montarse con tranquilidad en ese ascensor de la calle de Boc¨¢ngel.
El sufrimiento y la indignaci¨®n llevaron a Emma Rodr¨ªguez y a Emilio Cid a los tribunales. Seg¨²n una sentencia del Supremo, dictada el pasado mes de noviembre, la empresa encargada del mantenimiento del aparato, y la comunidad de vecinos del inmueble, son responsables del accidente. Ambos sab¨ªan que el ascensor sufr¨ªa una aver¨ªa, pero ninguno interrumpi¨® el servicio, a pesar de que su obligaci¨®n, como consta en el reglamento sobre aparatos elevadores, era impedir su funcionamiento.
Ha pasado tanto tiempo que los responsables del accidente se desentienden. En la actual comunidad de propietarios del inmueble dicen desconocer por completo el caso. La mayor¨ªa de las empresas que hace 12 a?os ocupaban las oficinas ya no est¨¢n.
Y en la empresa de ascensores ocurre exactamente lo mismo. Sus responsables, sorprendidos por un caso del que no ten¨ªan ni noticias, afirman que compraron la entidad encargada del mantenimiento del ascensor en cuesti¨®n hace s¨®lo un a?o, y que entonces no se les notific¨® que estuvieran envueltos en un proceso judicial. Ahora, nadie sabe nada de los 96.000 euros de la sentencia. Por ello, Cid y Rodr¨ªguez siguen esperando.
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