El SAS ha realizado 22 operaciones de cambio de sexo en dos a?os
170 pacientes est¨¢n en tratamiento
Se cumplen dos a?os de la primera operaci¨®n de cambio de sexo en la sanidad p¨²blica andaluza, la ¨²nica de toda Espa?a que da cobertura psicol¨®gica, hormonal y quir¨²rgica a los trastornos de identidad de g¨¦nero. En este tiempo, se han hecho 22 intervenciones de reasignaci¨®n de sexo y otros 170 pacientes est¨¢n en tratamiento. Pero hay otro balance que no se mide en cifras: cada vez las personas atendidas son m¨¢s j¨®venes y es mayor el apoyo familiar, lo que refleja una mejor aceptaci¨®n social y repercute en resultados m¨¢s positivos.
A la luz de la experiencia del SAS, una comisi¨®n de expertos del Ministerio de Sanidad ha aconsejado la ampliaci¨®n de la prestaci¨®n a todo el sistema sanitario p¨²blico. Falta ahora el visto bueno del Consejo Interterritorial de Salud.
De las 22 operaciones, 20 han sido de hombre a mujer y dos de mujer a hombre. La brecha obedece a que los pacientes del primer grupo son mayor¨ªa (70%); a que las intervenciones masculinizantes, de momento, tienen resultados menos satisfactorios y a que el tratamiento previo a la entrada en quir¨®fano es m¨¢s prolongado en los ¨²ltimos casos. Hay adem¨¢s, entre los transexuales de mujer a hombre, otros 12 pacientes a los que ya se les han quitado las mamas y est¨¢n pendientes de una segunda operaci¨®n para extirpaci¨®n de ¨²tero, ovarios y reconstrucci¨®n del pene.
La Unidad de Trastornos de Identidad de G¨¦nero (UTIG) del hospital del Carlos Haya -pionera en Espa?a porque aborda el transexualismo desde una perspectiva integral- recibe de dos a tres nuevos casos por semana. Un 23%, de fuera de la comunidad aut¨®noma. Para el equipo, este dato plantea la necesidad de que la prestaci¨®n se ampl¨ªe al resto del sistema p¨²blico. Los expertos del Ministerio de Sanidad ya se han pronunciado en ese sentido al aprobar a finales del a?o pasado un informe en el que recomiendan que la cobertura se extienda a otras comunidades. En la actualidad, la sanidad espa?ola s¨®lo atiende los casos de intersexualidad, es decir aqu¨¦llos en los que existe una malformaci¨®n f¨ªsica que provoca que el paciente no tenga un sexo definido. La cobertura del SAS va m¨¢s all¨¢ porque se orienta a personas que sienten que tienen 'el sexo equivocado' y que ven su cuerpo 'como una c¨¢rcel'.
En los dos a?os y medio que lleva trabajando, la unidad malague?a ha atendido a 240 pacientes. Cerca del 14% ha sido apartado del programa porque no era transexual y otro tanto ha abandonado. Los 170 restantes siguen en tratamiento, aunque no todos llegar¨¢n al quir¨®fano. Se estima que m¨¢s de la mitad se someter¨¢ a una intervenci¨®n. Algunos deber¨¢n esperar porque est¨¢n en fases muy precoces del tratamiento psicol¨®gico y hormonal, o porque son menores y deben llegar a la mayor¨ªa de edad para operarse. Tambi¨¦n est¨¢n los que prefieren aguardar a que las t¨¦cnicas de genitoplastia masculinizante (de mujer a hombre) se perfeccionen para obtener mejores resultados.
Entre los 170 pacientes en tratamiento, hay una decena de menores. Adem¨¢s, los transexuales que acuden a la UTIG cada vez son m¨¢s j¨®venes. Aunque hay pacientes de entre 14 y 63 a?os, la edad media es de 29. Un cambio que el equipo considera positivo porque una detecci¨®n precoz se traduce en mejores resultados.
El an¨¢lisis de los 100 primeros casos atendidos permiti¨® comprobar a la psic¨®loga de la UTIG, Trinidad Bergero, que el sentimiento de pertenencia a otro sexo aparece entre los seis y los ocho a?os, aunque los pacientes no adoptan el rol del sexo opuesto fuera del hogar hasta que no rondan los 18 a?os.
Tambi¨¦n constat¨® que el 56% hab¨ªa sido agredido o maltratado -verbal o f¨ªsicamente- por desconocidos e incluso por sus padres. 'Existe la creencia err¨®nea de que el transexualismo es una elecci¨®n personal, un acto de desaf¨ªo o una perversi¨®n. Los padres reaccionan de forma culpabilizadora y con conductas de maltrato', apunta Bergero.
Pero la UTIG del Carlos Haya sostiene que eso tambi¨¦n est¨¢ cambiando. Cada vez el apoyo familiar es mayor. Generalmente, antes este trastorno era motivo de conflicto y la persona abandonaba el hogar. Ahora, los padres tratan de entender y de apoyar la decisi¨®n de sus hijos.
Isabel Esteva, endocrin¨®loga del equipo, aclara que el tiempo de estudio previo al tratamiento hormonal ronda en general los seis meses, pero que con los menores se prolonga hasta el a?o y medio y siempre se busca la implicaci¨®n de la familia 'porque la adolescencia es tiempo de cambios, no s¨®lo en lo sexual'.
El cirujano pl¨¢stico de la UTIG, Francisco Giraldo, incide en ese aspecto: 'Una detecci¨®n precoz y un apoyo familiar s¨®lido se traduce en buenos resultados, siempre y cuando la cirug¨ªa acompa?e'. Y ha acompa?ado. De momento, apenas si ha habido complicaciones.
El ¨¦xito de la prestaci¨®n ha convertido a la unidad en punto de referencia para otros centros de Espa?a y ha hecho que la Sociedad de Cirug¨ªa Pl¨¢stica Ibero-Latinoamericana dedique un monogr¨¢fico de su revista a la experiencia malague?a.
Ampliaci¨®n del servicio
Aunque en un principio se calcul¨® que habr¨ªa en total unos 300 candidatos al cambio de sexo, finalmente la demanda se ha desbordado porque esas estimaciones se refer¨ªan a Andaluc¨ªa y la unidad atiende a pacientes de toda Espa?a. Por eso, el equipo insiste en la necesidad de que la prestaci¨®n se ampl¨ªe a todo el sistema p¨²blico.
Algunos datos arrojan luz sobre el nivel de sufrimiento que provocan los trastornos de identidad de g¨¦nero. De los pacientes que llegan a la unidad, el 31% admite haber tratado de lesionarse o mutilarse porque no aceptaba su cuerpo; el 70% pens¨® alguna vez en suicidarse y casi el 80% ha recibido tratamiento psicol¨®gico o psiqui¨¢trico.
Seg¨²n Esteva, aunque estas personas no puedan operarse ni modificar su sexo en el registro civil hasta bien entrada su edad adulta, ya desde j¨®venes cambian su nombre y su aspecto externo 'lo que supone no un a?o ni dos, sino a veces media vida de sufrimiento a sus espaldas'.
Lentitud judicial
La ciencia va por delante de la justicia. Cambiar el sexo f¨ªsico resulta hoy por hoy m¨¢s f¨¢cil que modificar el sexo jur¨ªdico. Para los especialistas, la lentitud judicial a la hora de conceder un cambio registral de sexo y de nombre deja a los pacientes expuestos a una contradicci¨®n que a veces se prolonga a?os. Es m¨¢s, consideran que perjudica la terapia psicol¨®gica que antecede a la operaci¨®n. Incluso despu¨¦s, tener una mente y un cuerpo de un sexo y un carn¨¦ de otro no ayuda a la adaptaci¨®n. Por eso, los expertos creen que el proceso judicial deber¨ªa ir en paralelo al tratamiento hormonal y psicol¨®gico. Pero raro es el juez que acepta una petici¨®n, aunque est¨¦ avalada por un informe m¨¦dico, si no se ha realizado la intervenci¨®n de reasignaci¨®n de sexo. Una vez practicada la operaci¨®n s¨ª se admite, pero el proceso judicial tarda al menos un a?o. Pese a la lentitud, los jueces siempre resuelven en sentido positivo. Aunque el fen¨®meno de la transexualidad no est¨¢ regulado en Espa?a, la cirug¨ªa de cambio de sexo est¨¢ despenalizada desde 1983. Antes de esa fecha era considerada un delito de lesiones. En 1987, el Tribunal Supremo se pronunci¨® por primera vez sobre esta cuesti¨®n y concedi¨® a un transexual el derecho a modificar su nombre, pero le neg¨® la equiparaci¨®n total con su nuevo sexo bloqueando as¨ª, por ejemplo, su posibilidad de contraer matrimonio. Aquella sentencia fue muy cuestionada porque tach¨® al demandante de 'ficci¨®n de hembra', aunque reconoci¨® que 'el Derecho tambi¨¦n extiende su protecci¨®n a las ficciones'. Los fallos posteriores confirman el criterio del Supremo de permitir el cambio jur¨ªdico de sexo y nombre, as¨ª como su negativa a reconocerles el derecho al matrimonio. En enero del a?o pasado, una resoluci¨®n de la Direcci¨®n General de los Registros introdujo un cambio en esa l¨ªnea, al confirmar el auto de un juzgado de Melilla que autoriz¨® el casamiento entre un var¨®n y un transexual. Aquel documento era tajante: 'El cambio tiene que ser a todos los efectos porque si no, ser¨ªa dejar las cosas a medio camino' y reconocer la existencia de un tercer sexo privado del derecho al matrimonio. En Francia y Reino Unido no hay regulaci¨®n sobre la transexualidad. En Alemania existe desde 1980 y en Italia desde 1982. La magistrada encargada del Registro Civil de M¨¢laga, Mar¨ªa Dolores Moreno-Torres, cree que es necesaria una ley espec¨ªfica que evite pronunciamientos judiciales 'ambiguos o reticentes a admitir la plenitud de consecuencias jur¨ªdicas del cambio de sexo, conjurando de esa manera el peligro se?alado de creaci¨®n, de facto, de un tertium genus [tercer sexo]'.
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