Los viajes del presidente

Estamos asistiendo en estos d¨ªas a todo un espect¨¢culo protagonizado por el presidente de la Generalitat y su consejero de Industria, Antoni Subir¨¤: han programado un viaje a Polonia, acompa?ados de un s¨¦quito de empresarios catalanes a quienes se pretende convencer de las virtudes de invertir en aquel pa¨ªs, y casi al mismo tiempo, la primera empresa del metal de Lleida, la multinacional norteamericana Lear, ubicada en Cervera, ha anunciado su cierre, la p¨¦rdida de 1.280 empleos y el traslado de parte de su producci¨®n a Polonia.

Resulta parad¨®jico que el consejero de Industria sea la comparsa en estos viajes, en cada uno de los cuales parece que el tejido industrial catal¨¢n acaba perdiendo alguna pluma. Hasta ahora, el desarrollo de la pol¨ªtica de internacionalizaci¨®n de la industria catalana pasaba pr¨¢cticamente desapercibido. No obstante, esta vez ha tenido un efecto inmediato sobre la opini¨®n p¨²blica a causa del cierre de la empresa Lear y su m¨¢s que probable instalaci¨®n en Polonia. Esperemos que en aquel pa¨ªs el presidente y su s¨¦quito no pasen el bochorno de verse obsequiados con una visita a la nueva factor¨ªa de la multinacional.

Queda claro que en ¨¦ste y en otros viajes, adem¨¢s de buscar nuevos puntos de venta para la producci¨®n de las empresas catalanas, el presidente y su consejero tambi¨¦n estimulan a nuestros industriales a seguir los pasos que ya est¨¢n realizando algunas multinacionales como Lear, que es implantarse en pa¨ªses donde la mano de obra es barata, es decir, con unos costes laborales inferiores a los nuestros. Desde este punto de vista, algunos de nuestros sectores productivos deber¨ªan sentir p¨¢nico cuando el presidente organiza viajes a Marruecos con importantes grupos de empresarios catalanes.

Y todo ello en un momento en que el debate recurrente gira en torno a la inversi¨®n p¨²blica y al crecimiento econ¨®mico de Madrid frente al descenso de Catalu?a. Flota en el ambiente la sensaci¨®n de que la econom¨ªa de Madrid cada vez tiene m¨¢s peso que la econom¨ªa catalana. Una sensaci¨®n que no es gratuita porque existen datos que evidencian esta realidad. Entre otros muchos, el hecho de que en 1980 Catalu?a aportaba el 19,1% del PIB estatal, mientras que en 2000 su aportaci¨®n representa el 18,7%. Por el contrario, Madrid aportaba en 1980 el 14,1% del PIB espa?ol, y en 2000, el 17,3%.

Madrid ha crecido m¨¢s en los ¨²ltimos 20 a?os y en torno a ello, como ciudadano de Catalu?a, hay al menos dos cosas que me preocupan. Por un lado, que el Gobierno de la Generalitat sea capaz de explicar cu¨¢l ha sido su pol¨ªtica industrial y su apuesta por el desarrollo en todos estos a?os, b¨¢sicamente para garantizar que en los pr¨®ximos 20 no se repetir¨¢n los mismos errores, contradicciones y carencias. Y la otra preocupaci¨®n que me asalta deriva de esa vocaci¨®n viajera que se le est¨¢ despertando al presidente, preocupaci¨®n que aumenta cuando se desplaza a pa¨ªses como Marruecos o Polonia, y que no desaparece, por incierta, cuando visita California. Es evidente que la preocupaci¨®n no existe por los costes del viaje, sino por esa otra factura que nos vendr¨¢ diferida en el tiempo en forma de desinversi¨®n. Enti¨¦ndanlo de una vez, una cosa es fomentar el comercio exterior, que ha de ser una prioridad, y algo diferente es estimular el proceso de desinversi¨®n en Catalu?a.

D¨ªdac Pesta?a i Rodr¨ªguez es alcalde de Gav¨¤