Hijos de la Gran Breta?a
Parec¨ªa como si Piqu¨¦ hubiera metido la gamba con Gibraltar, quiero decir por todo aquel desembarco de boinas verdes brit¨¢nicos. Pero si lo hizo la habr¨¢ sacado por su propia cuenta pues m¨¢s que invasi¨®n hubo chirigota. ?C¨®mo se puede despistar tanto una unidad de ¨¦lite? Que Gila hubiera dicho: 'Mi capit¨¢n, nos hemos perdido', pase, pero que lo diga la Royal Navy... El pobre Nelson estar¨¢ lamentando haber ganado all¨ª mismo Trafalgar todo para que sus sucesores pierdan rid¨ªculamente el norte. Aunque ser¨ªa l¨®gico que nos invadieran porque un pe?¨®n tiene que resultar bastante claustrof¨®bico y, puestos a conservarlo, mejor hacerlo con patio trasero o espacio vital. Sin embargo, no pudo ser y los gibraltare?os se van a quedar sin esa l¨ªnea tan prometedora que es la de la Concepci¨®n. A menos que los chicos de Blair est¨¦n tratando de maquillar una humillante derrota porque seg¨²n parece les mantuvo a raya -raya, l¨ªnea, qu¨¦ cosas- una simple patrulla de la polic¨ªa local.
Si los marines hubieran desembarcado aqu¨ª, la cosa hubiera quedado mejor, m¨¢s acorde: una invasi¨®n de mentirijillas para un pa¨ªs de mentirijillas. A lo mejor se consegu¨ªa as¨ª entrar en la Uni¨®n Europea. Ya que no podemos ir a la Uni¨®n que la Uni¨®n, Mahoma y la monta?a vengan a nosotros. Quiz¨¢s se trate del ¨²ltimo subterfugio de la vicelehendakari. Como no ha podido seducir a Montoro -?con ese nombre qui¨¦n podr¨ªa?- igual se ha camelado al brujo de Blair. Lo ¨²nico, que no quedar¨ªa bien en los anales porque nos estropear¨ªa el goal average, no en vano la historia dice que nunca nos han invadido. Claro que pueden ser formas de llamarlo. ?Romanos? ?B¨¢rbaros? ?Franceses? Nunca. Tenemos una historia intachable. Si es que se le puede llamar as¨ª a eso.
Lo malo es que los brit¨¢nicos no han venido. Ni la UE, que es peor. Con lo que tendremos que seguir enredados en nuestros peque?os problemas dom¨¦sticos. Como el de saber de qu¨¦ manera estamos viviendo. Un compa?ero de fatigas de este peri¨®dico asegura que en la Universidad, en ¨¦sta que tenemos, no hay miedo sino contumacia. Quiz¨¢s tenga raz¨®n, pero si contumacia es el empe?o en el error, ?qu¨¦ se est¨¢ haciendo mal en la universidad? ?Politizarla? ?Qui¨¦n lo hace? ?Desde cu¨¢ndo y c¨®mo? ?O estamos hablando s¨®lo de la convocatoria a cierta c¨¢tedra? Admitamos que el concurso en cuesti¨®n no estuvo presidido por el miedo ni al principio ni al final, ?qu¨¦ lo presidi¨®? Si el candidato que fue rechazado se hubiera mantenido en los estrictos l¨ªmites del reglamento acad¨¦mico no habr¨ªan existido ni las campa?as en prensa ni la recogida de firmas, ?o es que trataba tal vez de ejercer alg¨²n tipo de presi¨®n? ?Acaso no confiaba en que bastar¨ªa con efectuar la reclamaci¨®n correspondiente ante el organismo que procediera? Lo que no vale es decir que la candidata ganadora ha actuado igual, pues ha acudido a los medios cinco meses despu¨¦s -cinco-, en una reacci¨®n diferida hasta que consider¨® probablemente que la gota colmaba el vaso.
Con todo, resulta innegable que cierto tipo de insultos, amenazas e imputaciones no tienen la misma fuerza aqu¨ª que en las Batuecas. Y no lo tienen porque hay miedo. Dejemos de lado la c¨¢tedra de marras y hablemos de la sociedad. Si no reinara en ella el miedo -en toda, incluida la universidad- ser¨ªa porque los encargados de producirlo lo estaban haciendo mal. Y no parece que sea el caso. Despu¨¦s de verse reducida al silencio durante mucho tiempo, debido seguramente a su debilidad, ETA ha vuelto a herir. Quiso matar pero fall¨®. Y nos alegramos. ETA mata a quien puede para aterrorizar a todos. Es la l¨®gica del terrorista, sembrar el miedo. Un miedo que paraliza condicion¨¢ndolo todo. ETA sobra no s¨®lo porque mata, sino porque sus asesinatos est¨¢n destinados a enrarecer la toma de decisiones individuales y colectivas, a menoscabar la autonom¨ªa tanto personal como p¨²blica, a quebrar, en suma, la sociedad democr¨¢tica en su fundamento. Y seguir¨¢ mientras sigamos mirando hacia otro lado.
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