El largo y tortuoso combate contra el dopaje
El fraude por consumo de sustancias prohibidas es tan antiguo como el deporte, que se muestra mucho m¨¢s vigilante en los ¨²ltimos a?os
El dopaje en los Juegos Ol¨ªmpicos viene de lejos, con esc¨¢ndalos que se pierden en la memoria y con una larga carrera en la persecuci¨®n de sustancias prohibidas. A la voluntad de detectar y castigar a los deportistas que vulneran los c¨®digos se ha opuesto la capacidad de los laboratorios para generar productos m¨¢s sofisticados, ajenos a las listas prohibidas y f¨¢cilmente adquiribles por los deportistas. Esta carrera ha tomado en los ¨²ltimos a?os un car¨¢cter escandaloso, con casos c¨¦lebres como el protagonizado por el atleta canadiense Ben Johnson en los Juegos de Se¨²l 88 o el del ciclista italiano Marco Pantani en el Giro de 1999. Con la credibilidad del deporte puesta en duda, los grandes organismos se han visto en la obligaci¨®n de aplicar pol¨ªticas m¨¢s firmes y de invertir grandes sumas de dinero en la persecuci¨®n del fraude. Pero hubo tiempos donde la pol¨ªtica era tan permisiva, o tan ingenua, que no se utilizaban los controles antidopaje, ni hab¨ªa listas de productos ilegales. La muerte del ciclista brit¨¢nico Tom Simpson en el Mount Ventoux (Tour de 1967) marc¨® una divisoria en el combate contra el dopaje. Un a?o despu¨¦s se implantaron los primeros controles en el Tour. Desde entonces, las listas de sustancias prohibidas cada vez son m¨¢s amplias.
Los castigos por fraude de dopaje son conocidos en los Juegos Ol¨ªmpicos desde la edici¨®n que se celebr¨® en San Luis (Estados Unidos) en 1904. El maratoniano Fred Lorz fue despose¨ªdo de su medalla de oro por consumir estimulantes no permitidos. Pero las sospechas y las alarmas no se dispararon hasta la d¨¦cada de los sesenta, cuando comenzaron a producirse muertes asociadas al dopaje. Knut Jensen, un maratoniano dan¨¦s, muri¨® en 1960 tras sufrir un colapso en una carrera. Por la autopsia se supo que hab¨ªa ingerido una abundante dosis de un f¨¢rmaco conocido como Ronicol, que favorec¨ªa la circulaci¨®n sangu¨ªnea.
A la limitada lista de sustancias prohibidas se a?adi¨® durante a?os el escaso rigor en los controles. Los primeros grandes esc¨¢ndalos tuvieron lugar en los Juegos de M¨²nich. El nadador estadounidense Rick DeMont, gran especialista en las pruebas de medio fondo, fue descalificado tras ganar la final de 400 metros. Demont, que sufr¨ªa de asma, ingiri¨® por prescripci¨®n facultativa un medicamento que conten¨ªa efedrina, sustancia prohibida por el COI.
Aquella ¨¦poca coincidi¨® con una de las grandes ¨¦pocas de los mediofondistas y fondistas finlandeses, como Pekka Vasala (1.500 metros) y Lasse Viren (5.000 y 10.000), ganadores de las medallas de oro en los Juegos de M¨²nich. Sobre ellos, y sobre muchos de los mejores atletas finlandeses, pes¨® la sospecha de manipulaci¨®n sangu¨ªnea. Por medio de autotransfusiones, los fondistas mejoraban la oxigenaci¨®n de la sangre, en una especie de jur¨¢sico casero de lo que despu¨¦s sucedi¨® con productos como la EPO. Despu¨¦s de entrenarse en altitud para aumentar el n¨²mero de gl¨®bulos rojos, los finlandeses -as¨ª lo confesaron algunos de ellos- se extra¨ªan una importante cantidad de sangre, la congelaban y la transfund¨ªan a su propio cuerpo meses despu¨¦s, en las v¨ªsperas de las grandes competiciones. Entre las prohibiciones del COI no figuraba este modelo de fraude. La pr¨¢ctica se conoci¨® a?os despu¨¦s: Martti Vainio, medalla de plata en los Juegos de 1984, fue despose¨ªdo de su trofeo tras dar positivo por consumir anabolizantes. Vainio los hab¨ªa tomado durante la preparaci¨®n invernal, seguro de que no ser¨ªan detectados en los controles de verano. Pero cometi¨® un error: adem¨¢s de procurarse anabolizantes se sac¨® sangre y la guard¨® para hacerse una transfusi¨®n poco antes de los Juegos de Los ?ngeles. El truco le traicion¨®: la sangre conten¨ªa los anabolizantes olvidados.
Ben Johnson protagoniz¨® los Juegos de Se¨²l (1988) por su portentosa actuaci¨®n en la final de 100 metros y por el se¨ªsmo que gener¨® su descalifici¨®n por consumo de estanozolol, un esteroide anabolizante. El suceso fue interpretado como una acci¨®n ejemplarizante del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internaciona: la ca¨ªda de uno de los atletas m¨¢s famosos del mundo ser¨ªa interpretada como un aviso para navegantes. Sin embargo, desde diversas tribunas se acus¨® a los grandes organismos del deporte -tanto de car¨¢cter nacional, como internacional- de una flagrante permisividad con el dopaje.
En los ¨²ltimos a?os, el ciclismo ha sido el principal escenario de conflictos y debates sobre el dopaje y sus derivados: las medidas de detecci¨®n del fraude, las sanciones que lo acompa?an, la promulgaci¨®n en algunos pa¨ªses de leyes penales para castigar el tr¨¢fico y el consumo de sustancias prohibidas en el deporte. Pocos casos han alcanzado tanta virulencia medi¨¢tica como la expulsi¨®n del grupo Festina del Tour en 1998, tras la detenci¨®n de uno de los masajistas del equipo, que transportaba en su coche una gran cantidad de EPO y de esteroides anabolizantes. A todos los implicados se les aplic¨® las leyes penales francesas, singularidad que levant¨® una controversia enorme en el mundo del deporte. Por razones parecidas, y tambi¨¦n por el consumo de EPO para mejorar sus prestaciones, fue despose¨ªdo Marco Pantani de su condici¨®n de ganador del Giro de 1999, caso que, por el prestigio del ciclista italiano, alcanz¨® una repercusi¨®n mundial. Ahora el celo se extiende a otras esferas: por primera vez en la historia se descalifica a un campe¨®n ol¨ªmpico por consumo de EPO. Su nombre, Johan Muehlegg.
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