La vida sigue igual
Michael Schumacher se pasea tras un accidente que caus¨® el abandono de ocho corredores
La vida sigue igual dentro de la F¨®rmula 1, una competici¨®n en la que corren muchos y gana Schumacher, Michael de nombre. Da igual d¨®nde, cu¨¢ndo y c¨®mo. Llueva o luzca el sol. Sea una carrera limpia o repleta de incidentes, como la de Melbourne. El Campeonato del Mundo arranc¨® en la madrugada de ayer y, como era de esperar, el himno que son¨® en honor del vencedor fue el alem¨¢n. O sea, lo habitual.
Schumacher, Michael, con el Ferrari viejo, sac¨® petr¨®leo del caos para dar m¨¢s lustre a su corona y conseguir su 54? victoria en un gran premio, la tercera consecutiva en el de Australia, lo que jam¨¢s hab¨ªa logrado otro piloto.
El caos lleg¨® enseguida, en la vuelta inicial, en la que ocho pilotos tocaron por primera y ¨²ltima vez el freno de su monoplaza. Al giro lleg¨® en la primera posici¨®n Rubens Barrichello (Ferrari) -que encabezaba la parrilla de salida- por la derecha del asfalto, con Ralf Schumacher (Williams) detr¨¢s, perseguidos por David Coulthard (McLaren), Juan Pablo Montoya (Williams) y Michael Schumacher.
Ralf, que lleg¨® como un tiro, busc¨® un hueco imposible por el que colarse. En ese instante, Barrichello se abri¨® hacia su costado izquierdo, justo el lugar por donde Ralf, pasado de frenada, hab¨ªa visto el agujero. Y ocurri¨® lo inevitable, pues el b¨®lido del menor de los Schumacher golpe¨® la parte trasera del de Barrichelo, le arranc¨® el aler¨®n y ech¨® a volar hasta empotrarse en la valla de protecci¨®n. Barrichello perdi¨® el control de su coche y Coulthard, Montoya y Michael Schumacher, ¨¦ste d¨¢ndose un paseo por el c¨¦sped, escapaban como pod¨ªan del desastre.
Pero otros no corrieron la misma suerte y all¨ª acabaron su periplo, am¨¦n de Barrichello y Ralf Schumacher, Massa y Heidfeld (Sauber), Fisichella (Jordan), But-ton (Renault), Panis (BAR) y McNish (Toyota). El director neutraliz¨® la carrera mientras los ocho pilotos implicados corr¨ªan hacia los boxes para ponerse a los mandos del coche reserva. Sin embargo, y pese a la aparatosidad del accidente, se decidi¨® que no hab¨ªa motivos para detenerla, por lo que los afectados se quedaron con las ganas de regresar al asfalto.
Quedaron, as¨ª, 14 coches en liza, que pronto se redujeron a 12 porque los Arrows de Frentzen y Bernoldi fueron descalificados. Encabezaba la marcha Coulthard, seguido de Jarno Trulli (Renault), Schumacher y Montoya. Y sucedi¨® entonces lo normal de un tiempo a esta parte: que llevar a Schumacher detr¨¢s es un suplicio, una tortura, un mal rollo. V¨¦ase lo ocurrido: se encontr¨® Trulli en el segundo puesto y Schumacher se peg¨® a ¨¦l, basculando de un lado a otro, buscando el hueco, pidiendo paso, presionando. A Trulli le entr¨® el p¨¢nico y acab¨® haciendo un trompo a la salida de una curva.
De nuevo sali¨® a la pista el coche de seguridad, que durante dos vueltas mantuvo a todos en fila india. Pero fue reanudarse la carrera y Coulthard, al que amenazaba Schumacher, se sali¨® en otra curva de nula dificultad. No es s¨®lo que se pasara de frenada, que lo hizo, sino que se trag¨® el viraje a lo bestia. Como si se hubiera quedado dormido. Pero no. La caja de cambios se le bloque¨® con la sexta marcha metida y no pudo reducir.
Todo estaba ya en el orden m¨¢s o menos previsto, con Schumi en cabeza, perseguido de cerca por Montoya y Kimi Raikonnen (McLaren), ¨¦ste con ganas de dar guerra, pues suya fue la vuelta m¨¢s r¨¢pida. Pero Montoya, inquieto como es, se calent¨® y, a la primera que tuvo, rebas¨® a Schumacher. ?ste ni se inmut¨®. Durante cinco vueltas el colombiano gobern¨® la prueba, con el jefe al acecho, a la espera de que Montoya bajara la guardia. La baj¨® y acab¨® conform¨¢ndose, con buen criterio, con la segunda plaza porque la primera ten¨ªa otro due?o: Schumacher, por supuesto.
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