Masones con derecho a discrepar
La Audiencia de Madrid anula dos expulsiones de la Gran Logia de Espa?a
Por las conocidas normas de la vieja libertad, que dijo Milton, dos masones de Madrid iniciaron en 1996 una ofensiva contra las ataduras reglamentarias que, mediante expedientes, les quiso imponer la Gran Logia de Espa?a. Acusaci¨®n: aparecer citados en un informe sobre la masoner¨ªa publicado en EL PA?S el 31 de marzo de 1996 y pronunciar sin permiso conferencias sobre el mismo tema en un foro universitario. La decisi¨®n de reclamar la tutela de la justicia acumul¨® otra afrenta en su contra: algunas organizaciones, incluso partidos pol¨ªticos, todav¨ªa castigan o reprochan a sus afiliados que usen de ese derecho constitucional contra los aparatos.
Los sancionados fueron Alfredo Melgar Alexandre, editor, galerista y decimotercer conde de Villamonte, expulsado, y Javier Izquierdo Santiago, suspendido por seguir acogiendo a Melgar, tras la sanci¨®n, en la logia de la que era gran maestro, la Concordia 4, de Madrid. Acaban de ganar el pleito en segunda instancia y la sentencia de la Audiencia de Madrid, que obliga a su readmisi¨®n, es otra severa reprimenda a quienes a¨²n sostienen en sus organizaciones la siniestra teor¨ªa de que 'quien se mueve no sale en la foto', expresada la primera vez por un correoso dirigente sindical del Partido Revolucionario Institucional (PRI) mexicano llamado Fidel Vel¨¢zquez.
Un dirigente mas¨®n expulsado por ofrecer entrevistas a la prensa debe ser repuesto en sus cargos internos
El sistema sancionador
La Secci¨®n Decimocuarta de la Audiencia de Madrid, en una sentencia hecha p¨²blica el pasado 22 de febrero, les dice a los dirigentes de la Gran Logia, encabezados por Tom¨¢s Sarobe Pi?eiro como gran maestro, que la 'facultad de autorregulaci¨®n' como asociaci¨®n privada 'no es absoluta', sino que est¨¢ condicionada por exigencias constitucionales tales como el funcionamiento democr¨¢tico, la transparencia, el respeto a la libertad de expresi¨®n y un 'especial cuidado en la concepci¨®n de los procedimientos y causas de expulsi¨®n de socios, como m¨¢xima expresi¨®n del sistema sancionador'.
Libres. La palabra libertad esta en el coraz¨®n de los fundadores de la francmasoner¨ªa: en la etimolog¨ªa francesa, franc significa libre, y mas¨®n, alba?il, es decir, alba?il libre, en alusi¨®n a lo que la masoner¨ªa considera su remoto origen: la comunidad de alba?iles que construy¨®, dirigidos por Hiran de Tiro, el templo de Salom¨®n. Libres, por tanto, hacia fuera y hacia dentro, por muy discreta -incluso secreta- que durante a?os haya tenido que ser esta organizaci¨®n de liberales perseguidos y obligados, tantas veces, a la clandestinidad.
Lo que sostienen los masones Alfredo Melgar y Javier Izquierdo, repuestos ahora en sus antiguos cargos dirigentes -Melgar precedi¨® a Izquierdo como gran maestro de la Logia Concordia 4-, es que si la libertad significa algo es el derecho de decirles a los dem¨¢s lo que no quieren o¨ªr, la soberbia proclama de George Orwell.
La sentencia, firmada por los magistrados Pablo Quecedo Aracil, Amparo Camaz¨®n Linacero y Juan Uceda Ojeda, afirma que en el fondo de las acusaciones [contra los castigados] 'late siempre, como causa ¨²nica, el grave desacuerdo entre el demandante Alfredo Melgar y la Gran Logia de Espa?a en torno a la divulgaci¨®n de la masoner¨ªa y sus fines, y el profundo malestar por la actividad divulgadora de Melgar a trav¨¦s de conferencias y entrevistas'.
Pero ser libre incluye tambi¨¦n -o sobre todo- el derecho a discrepar. 'El derecho a la discrepancia es esencial para la formaci¨®n del criterio humano, y esa discrepancia consustancial al derecho a la libertad de expresi¨®n no puede ser censurada previamente, y menos con normas ambiguas e indefinidas', sentencia el tribunal. La acusaci¨®n de haber insultado a los dirigentes de la Gran Logia, incluso con los t¨¦rminos 'fascista' o 'autoritario', es el aspecto 'm¨¢s conflictivo' del pleito y los jueces lo salvan con el argumento de que 'son expresiones que hoy d¨ªa no podemos tener por afrentosas, y en las que el autor no persiste, pues acto seguido pide perd¨®n'.
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