Inmigraci¨®n: algunas preguntas y respuestas
1. ?Tiene Espa?a muchos inmigrantes? Se estima una cifra ligeramente superior al mill¨®n de extranjeros; aproximadamente un 30% tiene origen europeo. El porcentaje de poblaci¨®n residente extranjera, alrededor del 2,5%, es todav¨ªa de las m¨¢s bajas de Europa. Como ya aconteciera en todos los pa¨ªses occidentales, si mantenemos nuestro alto crecimiento econ¨®mico continuar¨¢ increment¨¢ndose el porcentaje de inmigraci¨®n. Y esta tendencia responde a una inexorable ley, reiteradamente contrastada por la experiencia hist¨®rica: el crecimiento econ¨®mico y el desarrollo conllevan un aumento de poblaci¨®n procedente de terceros pa¨ªses. Que nadie se enga?e; plantear un crecimiento sostenido en Espa?a sin recurrir a inmigrantes es sencillamente imposible.
2. ?Pueden los inmigrantes llegar a Espa?a legalmente? Pr¨¢cticamente, no. Desde 1985, nuestras leyes tan s¨®lo contemplaron la entrada legal mediante unos contingentes aprobados anualmente, en funci¨®n de los empleos que el Gobierno estimaba que no ser¨ªan cubiertos por espa?oles. En paralelo, exist¨ªa el llamado R¨¦gimen General, por el cual se pod¨ªa otorgar de forma continua los permisos de residencia y trabajo. Otras v¨ªas son el reagrupamiento familiar o la llamada regularizaci¨®n por arraigo. Pues bien, el contingente siempre fue muy inferior a la demanda de nuestra sociedad, siendo utilizado, en muchas ocasiones, para legalizar a los que ya se encontraban aqu¨ª. Por tanto, apenas serv¨ªa para su inicial funci¨®n, regular la entrada de personas. Este insuficiente cupo, unido a la exasperante lentitud del r¨¦gimen general, ha producido una dolorosa consecuencia: casi el 85% de los inmigrantes entraron por v¨ªas alegales, siendo posteriormente regularizados. Sabemos que necesitamos inmigrantes, pero no establecemos ninguna v¨ªa legal de entrada. Resultado: los impulsamos de facto hacia las v¨ªas ilegales.
3. ?Cu¨¢l es mejor: la pol¨ªtica de puertas cerradas o la de puertas abiertas? Ni la una ni la otra. Aunque en un mundo ut¨®pico -al que no debemos renunciar a medio plazo- lo m¨¢s justo y humano ser¨ªa conseguir un mundo sin fronteras, hoy en d¨ªa, plantear una pol¨ªtica de puertas completamente abiertas acarrear¨ªa m¨¢s problemas que ventajas. Por eso, mientras conseguimos una mejor armon¨ªa en los crecimientos mundiales, la prudencia nos aconseja no abrir totalmente las fronteras. Pero tambi¨¦n nos aconseja no cerrarlas a cal y canto, tal y como hacemos en la actualidad. En una primera etapa ser¨ªa suficiente el conseguir algo tan simple como regular los flujos migratorios estimados.
4. ?Cu¨¢ntos inmigrantes necesitaremos en el futuro? Tan s¨®lo podemos marcar tendencias. El incremento de poblaci¨®n inmigrante ser¨¢ directamente proporcional a nuestro crecimiento econ¨®mico y al diferencial de renta que mantengamos con los pa¨ªses de nuestro entorno. Nadie puede saber c¨®mo se comportar¨¢n estas variables en el futuro, pero el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) present¨® sus propias estimaciones: entradas previstas en el a?o 2002, 227.000 inmigrantes; en 2003, 204.000; en 2004, 181.000, y en 2005, 160.000.
Si damos por buenas estas cifras, ?no ser¨ªa l¨®gico que los contingentes anuales se ajustaran a la entrada prevista? As¨ª conseguir¨ªamos no condenar a las v¨ªas extraoficiales -gobernadas en muchas ocasiones por redes mafiosas- a aquellas personas que nuestras propias instituciones estiman que llegar¨¢n.
5. ?Es posible otra pol¨ªtica inmigratoria? Una pol¨ªtica de inmigraci¨®n alternativa deber¨ªa basarse en un amplio consenso social, que abarcara varios frentes. En primer lugar, deber¨ªamos adquirir el compromiso -y predicar con el ejemplo- de colaborar en una estrategia internacional de apoyo al desarrollo de las zonas m¨¢s desfavorecidas. En Europa deber¨ªamos crear una pol¨ªtica de libre comercio e inversi¨®n, al menos, en la corona de pa¨ªses que nos circundan. Adem¨¢s de colaborar por un mundo m¨¢s justo, estar¨ªamos disminuyendo los brutales diferenciales de renta. En segundo lugar, deber¨ªamos aspirar a regular los flujos migratorios previstos, incorporando eficazmente los permisos de campa?a.
Por ¨²ltimo, deber¨ªamos tener en cuenta los derechos b¨¢sicos que siempre han de acompa?ar a cualquier persona y apostar por la correcta convivencia de todos, lo que viene llam¨¢ndose integraci¨®n social.
6. ?Qu¨¦ es la integraci¨®n social? Algunos consideran que la ¨²nica integraci¨®n social posible pasa por la asimilaci¨®n absoluta de la minor¨ªa reci¨¦n llegada con las costumbres y usos de la poblaci¨®n mayoritaria. Prefiero un concepto de integraci¨®n que pase por el respeto a las costumbres ajenas, siempre que no vulneren ninguna de nuestras leyes. En un Estado de derecho hay que buscar siempre referencias objetivas. Si un inmigrante trabaja, cumple nuestras leyes y paga sus impuestos, a partir de ese momento puede comer, vestir o bailar como le plazca.
Para conseguir una m¨ªnima dignidad, los inmigrantes tienen que poder acceder a viviendas dignas, a educaci¨®n, a sanidad, a seguridad, toda vez que sus cotizaciones y retenciones ya suponen importantes ingresos para las arcas p¨²blicas. Sin ellas, la integraci¨®n se har¨¢ mucho m¨¢s compleja, ya que vivir¨¢n en malas condiciones, generando un mayor rechazo de la poblaci¨®n.
7. ?Deben cumplir los inmigrantes nuestras leyes? ?Pueden mantener sus costumbres? Espa?a es un Estado de derecho y todos estamos sujetos a sus leyes. Los inmigrantes, como cualquier otra persona, est¨¢n obligados a cumplir todas nuestras leyes, respetando sus obligaciones, pero tambi¨¦n disfrutando de sus derechos. Los inmigrantes pueden conservar y desarrollar, no obstante, todas aquellas costumbres que no sean contrarias a nuestras leyes o principios constitucionales. En caso de la comisi¨®n de un delito, todo el peso de la ley debe caer sobre el culpable. Pero nunca debemos olvidar que los delincuentes son personas concretas, y no culturas, razas o religiones.
8. ?Es bueno o malo el multiculturalismo? La experiencia nos demuestra que el complejo concepto de multiculturalismo significa cosas distintas para personas distintas. Si por multiculturalismo entendemos que bajo una misma frontera convivan culturas distintas gobernadas por leyes propias y diferentes, no cabe duda que estar¨ªamos ante un fen¨®meno negativo y disgregador, que ocasionar¨ªa graves desequilibrios en el futuro. Es mejor el principio del Estado de Derecho: un pa¨ªs, una ley. Si por multiculturalismo se entiende que cada persona pueda expresar su cultura, dentro del imperio de la ley del pa¨ªs receptor, estar¨ªamos ante un hermoso ejercicio de libertad.
9. ?Estamos creando alarma social en nuestro pa¨ªs? Las continuas referencias de responsables p¨²blicos asociando siempre inmigraci¨®n a problema, as¨ª como el tratamiento informativo que recibe el fen¨®meno, ha conseguido que cada vez un mayor porcentaje de la poblaci¨®n perciba a los inmigrantes como una segura fuente de conflictos. En vez de emitir mensajes de respeto y convivencia, incitamos, de alguna u otra forma, el rechazo social a los inmigrantes. Quien siembra vientos recoge tempestades; desgraciadamente, veremos brotes racistas. Que nadie se extra?e, de alguna forma los habremos jaleado.
Manuel Pimentel fue ministro de Trabajo de enero de 1999 a febrero de 2000.
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