Destellos para el maestro
Los tendidos de Las Ventas no se poblaron convenientemente en el primer festejo de la temporada. La ocasi¨®n lo merec¨ªa, pues se homenajeaba al maestro Manuel Vidri¨¦, y, adem¨¢s, en el cartel hab¨ªa espadas de los llamados de arte, que son del gusto de la afici¨®n de Madrid. Pero as¨ª es la vida, nunca llueve a gusto de todos, como lo hizo el domingo pasado, fecha en la que no fue posible este espect¨¢culo en el que tan s¨®lo hubo destellos de torer¨ªa y arte, una vez que el tiempo fue benigno y se pudo celebrar el festival.
Los novillos toros de distintas ganader¨ªas dieron un juego muy desigual, y adem¨¢s adolecieron de casta y fuerzas, y de ah¨ª que los resultados finales no fueran muy brillantes.
Seis ganader¨ªas / Moura, Hern¨¢ndez, Ruiz, V¨¢zquez, V¨¢zquez y Aparicio
Toros de J. de la Puerta, L. Terr¨®n, Torrealta, P. y V. Guti¨¦rrez, Lozano H. y Daniel Ruiz, desiguales de presentaci¨®n y juego. Joao Moura: vuelta. Leonardo Hern¨¢ndez: silencio. Ruiz Miguel: vuelta. Curro V¨¢zquez: ovaci¨®n. Pepe Luis V¨¢zquez: silencio. Julio Aparicio: oreja. Plaza de Las Ventas, 9 de marzo, Festival homenaje a Manuel Vidri¨¦. Menos de media entrada.
Pero hab¨ªamos quedado en que hubo destellos que le fueron brindados al maestro Manuel Vidri¨¦, y ¨¦stos tuvieron luz propia, en el caso de un Julio Aparicio que vino animoso, y le dio fiesta a un novillo toro de Daniel Ruiz con capote y muleta, sin redondear, aunque s¨ª con chispazos de arte que le ser¨ªan muy aplaudidos.
Recogi¨® Aparicio de capote, en lances flexionando la rodilla, y otros erguida la planta, de factura irregular, pero arrebujado, m¨¢s embraguetado en los instantes de mejor logro, natural, y tuvo detalles, recortes y lances preciosistas, al poner al toro en suerte frente al caballo, que gustaron una barbaridad.
Aparicio se luci¨® en el quite, a base de una ver¨®nica, media y larga, y luego realiz¨® una faena de muleta que empez¨® con muletazos de vuelo alto, al sacarse el burel hacia las afueras, y que despu¨¦s transcurri¨® en los medios, en series de naturales y derechazos en las que, a falta de ligaz¨®n, hubo pases de muchos quilates, en trincheras, ayudados y los de la firma, en donde siempre hubo torer¨ªa. Sin cuajar faena, dej¨® muestras sobre el albero de arte, empaque y marchoser¨ªa.
Jo?o Moura actu¨® en primer lugar y le ofreci¨® a Vidri¨¦ una lidia a caballo templada y cl¨¢sica, en la que sac¨® partido del manso y aquerenciado en tablas torillo jabonero, con la sorpresa de alternar a caballo en el tercio de banderillas junto a su hijo, un chaval¨ªn que demostr¨® buena escuela, sobriedad y maneras, dando con el padre una merecida vuelta al ruedo. Actu¨® a caballo despu¨¦s Leonardo Hern¨¢ndez, que estuvo suficiente en la lidia y en el momento de clavar banderillas a una mano, aunque fue en un par a dos manos donde estuvo m¨¢s lucido. Torpe con los rejones de muerte, se llev¨® un silencio final.
Pepe Luis V¨¢zquez, en fin, no estuvo a gusto con su colorao, de nombre Barbudo, ni al recibirlo de capa ni al trastearlo de muleta. El manso ejemplar ten¨ªa su aquel de geniecillo y el torero sevillano abrevi¨®. Para qu¨¦ molestarse con el malaje, se dir¨ªa el particular y asolerado espada del barrio de San Bernardo.
Otro que tambi¨¦n dibuj¨® sobre el albero vente?o varios destellos art¨ªsticos fue Curro V¨¢zquez, que ante el noble y flojo ejemplar que tuvo entre sus manos toreras no escatim¨® unos lances largos y profundos en el turno de quites, y tales naturales de frente que se paladearon con gusto.
El veterano Ruiz Miguel puso de su parte en el noble casta?o de Torrealta, y lleg¨® a trazar una serie de redondos despaciosos, para terminar metido entre los pitones y mandar en la situaci¨®n. Tablas no le faltan.
Hizo el pase¨ªllo Manuel Vidri¨¦, sujeto sobre su caballo, para agradecer las atenciones de la afici¨®n, esa que tiene en su memoria tantas tardes de gloria que el aut¨¦ntico maestro en el toreo a caballo supo recrear para dignificar esa lidia del toro bravo que est¨¢ en el origen de la Fiesta con may¨²sculas. Y de verdad que se emocionaron hasta las tejas del techo de la plaza que es c¨¢tedra y misterio.
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