Xala y Lasa ganan desde la sobriedad
Los imbatidos Olaizola y Ruiz ceden en la final el t¨ªtulo del mano por parejas
Patxi Ruiz y Lasa, ambos de 22 a?os, comparec¨ªan en su primera gran final emparejados a sendos pelotaris acreditados. Sin embargo, tan reconfortante compa?¨ªa nunca alcanza para llenar el vac¨ªo que provocan los nervios del debutante. Semejante incertidumbre concedi¨® a la final del campoenato de mano por parejas unos aires imprevisibles y una previsible emoci¨®n.
Roto uno de los axiomas de la final -la fiabilidad de Olaizola-, ¨¦sta se inclin¨® de inmediato del lado de Xala y Lasa (22-19), serenos, sobrios y equilibrados en sus planteamientos. La cita se anunciaba como un asunto de resistencia para los zagueros: nada nuevo para Lasa, el veterano de la reuni¨®n y un aut¨¦ntico aut¨®mata, inagotable y eficaz desde el fondo de la cancha. Su aplomo, tanto como el desacierto de Olaizola, decidieron la suerte de la final. El signo del enfrentamiento qued¨® vista para sentencia en cuanto Ruiz se contagi¨® del mal juego de su compa?ero. En circunstancias normales, sus errores hubieran quedado maquillados por la pegada de Olaizola. Pero ¨¦ste no encontr¨® la forma (ni en su pareja ni en sus propios recursos) de disimular su d¨ªa aciago. Su tarde de duelo qued¨® coronada por un fe¨ªsimo pelotazo que le abri¨® una ceja y le mantuvo varios minutos en la enfermer¨ªa.
Sin embargo, el incidente revitaliz¨® la final. El vendaje-turbante recoloc¨® en su sitio las ideas de Olaizola, que en un visto y no visto se fabric¨® tres tantos. Fue el ¨²nico momento de duda que sufrieron Xala y Lasa, quienes cruzaron una mirada at¨®nita. No llegaron a echarse a temblar. Enseguida, Olaizola envio su en¨¦sima pelota al techo y desilusion¨® a su propio compa?ero, atacado por una sorprendente flojera. Ajenos a estos derrumbes, Xala y Lasa continuaron con su trabajo de demolici¨®n, una tarea f¨ªsica, oscura, pero sumamente eficaz. Ten¨ªan un plan conocido por todos y su m¨¦rito residi¨® en la meticulosidad con el que aplicaron su idea. El resto fue cosa de sus rivales: desconocido Olaizola, d¨¦bil Ruiz, un pelotari que reclama un par de meses de descanso para recuperar martillo de mano.
Con esto, la final careci¨® de la incertidumbre que se le hab¨ªa atribu¨ªdo, aunque se acelerase a ultim¨ªsima hora: los favoritos empezaron perdiendo y acabaron de la misma forma. Una cuesti¨®n que sonri¨® a Xala y Lasa, capaces de imponerse con la misma sobriedad con la que hubieran aceptado la derrota.
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