Un hotel con forma de cono volc¨¢nico

Sol-Meli¨¢ estrena estos d¨ªas en la isla de Lanzarote un hotel cum laude. Para qu¨¦ calificarlo con rodeos si quien ha firmado los planos, el arquitecto Andr¨¦s Pi?eiro, acredita en su curr¨ªculo edificaciones tan colosales y reconocidas en el mundo entero como la del hotel Gran Meli¨¢ Bah¨ªa del Duque, en Tenerife, por citar un ejemplo. El nuevo resort (complejo vacacional) no es s¨®lo el ¨²ltimo de los inaugurados en el ¨¢rea residencial de Playa Blanca, junto al futuro puerto deportivo Marina Rubic¨®n, sino el m¨¢s refinado, alegre y, desde luego, atrayente a la vista. Desde cualquier ¨¢ngulo llama la atenci¨®n y provoca el cono volc¨¢nico que dibuja su cuerpo central. Un t¨®tem bajo cuyo revestimiento l¨¢vico se sustenta una b¨®veda que cubre todo el c¨ªrculo vestibular, donde se descuelgan, entre cascadas y balcones de vegetaci¨®n, los salones, las tiendas, el bar y el mostrador de recepci¨®n.

El resto de las instalaciones conforman un pueblecito al uso en el recetario arquitect¨®nico tur¨ªstico de las islas, pero muy lejos del pastiche en que incurren otros establecimientos vacacionales. Sin renunciar al look Disney, el Volc¨¢n Lanzarote se revela como un hotel comedido, elegante y hasta cierto punto audaz sus propuestas decorativas. Empezando por la iglesia que sirve de entrada al recinto, bien ventilada y protegida de la can¨ªcula subtropical. Amalgamados sobre el relieve del terreno respiran los paramentos, las terrazas, las torres y los tejados con aleros breves. Veinte casas t¨ªpicas, de una o dos plantas, albergan las 255 habitaciones y suites con terrazas de ambiente oce¨¢nico, al gusto de una clientela variada. Todas luminosas, suficientemente amplias, moderadamente minimalistas y beneficiadas por unas vistas gozosas del mar, frente a las islas de Lobos y Fuerteventura, al pueblo de Playa Blanca o a las playas de Papagayo.

C¨¦sar Manrique

Sin duda, la herencia art¨ªstica de C¨¦sar Manrique -que impregna cada uno de los monu-mentos paisaj¨ªsticos a descubrir en la isla- planea tambi¨¦n sobre los jardines colgantes y las piscinas volc¨¢nicas, encendidas de azul al caer la tarde. Es entonces cuando m¨¢s apetece salir a pasear por el hotel, recrearse en sus terrazas y placitas, husmear sus rincones llenos de detalles. Es la hora de quedarse embobado ante el crep¨²sculo oce¨¢nico, averno de lava incandescente, lapilli y vapor de agua que Lanzarote reserva para sus visitantes en la memoria. Acaso porque el mundo se puede acabar, cinco restaurantes especializados en tapas, buf¨¦s tem¨¢ticos, pescados y mariscos, cocina italiana y haute cuisine francesa aseguran que, al menos, le pille al hu¨¦sped confesado y bien comido.