Locos por las cl¨¢sicas
Siguiendo el ejemplo de ?scar Freire, una nueva generaci¨®n de corredores espa?oles empieza a dar importancia a las pruebas de un d¨ªa
El s¨¢bado se corre la Mil¨¢n-San Remo. Comienza la Copa del Mundo. Hace tres o cuatro a?os este hecho era una noticia sin importancia, secundaria para el ciclismo espa?ol. La Espa?a ciclista era la Espa?a del Tour y de la Vuelta, de las carreras por etapas y de los escaladores, y, como ¨²nico signo de modernidad, la de los contrarrelojistas, la de Indurain y sus herederos. Entonces, saliendo de ninguna parte, surgiendo de la neblina de Verona una tarde de oto?o, apareci¨® ?scar Freire. Gan¨® el Mundial. demostr¨® que se puede ser espa?ol y ser r¨¢pido, tener olfato de victoria, tener car¨¢cter ganador; que se pod¨ªa ser espa?ol y ser hombre de carreras de un d¨ªa, de cl¨¢sicas, lo que antes era pura contradicci¨®n en t¨¦rminos, una palmera en un pinar. Algo as¨ª fue Miguel Poblet a finales de los 50, ganador de dos Mil¨¢n-San Remo y de decenas de etapas en las grandes vueltas. Y desde entonces, casi nada.
'Por lo menos, ya podr¨¦ hablar con alguien', dice Freire, 'porque antes no sab¨ªa con qui¨¦n enrollarme'
Freire comienza el s¨¢bado, en la Mil¨¢n-San Remo, su asalto a la Copa del Mundo, a la serie de diez cl¨¢sicas de un d¨ªa que recorre media Europa a lo largo del a?o para designar al mejor clasic¨®mano. Es un pionero, el primer espa?ol que se plantea tal objetivo; el primero, pero no el ¨²nico, que sue?a antes con el Poggio de San Remo que con el Tourmalet; con el muro de Grammont, en Flandes, que con el Galibier; con el pav¨¦s que con el puerto alpino; con La Redoute, cerca de Lieja, que con el Mortirolo; con los lugares que han hecho la historia y el mito de la Mil¨¢n-San Remo, el Tour de Flandes, la Par¨ªs-Roubaix, la Lieja-Bastogane-Lieja, la Amstel Gold Race, las cl¨¢sicas de Hamburgo, Z¨²rich y San Sebasti¨¢n, la Par¨ªs-Tours y el Giro de Lombard¨ªa que con los grandes puertos y ciudades del Giro, el Tour y la Vuelta.
Como Freire ha demostrado que no hab¨ªa un impedimento en el lugar de nacimiento (como antes hizo Tchmil, un moldavo m¨¢s belga que los propios belgas) para convertirse en corredor de cl¨¢sicas, que el pasaporte no determina la clase, otros ciclistas espa?oles han aprovechado la oportunidad para poder decir que a ellos tambi¨¦n les gustan m¨¢s las cl¨¢sicas que las carreras por etapas sin correr el riesgo de que les tomen por locos. 'Por lo menos, ya podr¨¦ hablar con alguien en las cl¨¢sicas', dice Freire, 'porque antes, que no sab¨ªa ni italiano, no sab¨ªa con quien enrollarme'.
'Est¨¢ resurgiendo una cultura ciclista que antes ni exist¨ªa', contin¨²a Freire, que hace un peque?o retrato psicol¨®gico del ciclista de cl¨¢sicas: 'La gente de las cl¨¢sicas son ciclistas con personalidad y car¨¢cter; tienen que ser ciclistas ganadores, incapaces de reservarse, que es lo que se aprende en las carreras por etapas. Y, sobre todo, tienen que gustarles las cl¨¢sicas, porque, si no, no hacen nada. Cuando se va a disgusto, como si fuera un castigo, a cubrir el expediente, no hay nada que hacer'.
Las cl¨¢sicas tienen que gustar porque, por lo menos las de primavera, son carreras duras, muy duras. Exigen estar en B¨¦lgica, en el norte, con fr¨ªo, lluvia y a veces nieve. Sin ver el sol. Lejos de casa. Menudo mes de abril, con lo bien que se est¨¢ en Elche, por ejemplo.
Algunos convencidos de los que cumplen con el perfil del puesto de trabajo, como David Etxebarria, el peque?o vizca¨ªno que creci¨® como ciclista en la emulaci¨®n a su compa?ero Laurent Jalabert en una ¨¦poca en que el ONCE intent¨® asaltar la Copa del Mundo, llevan ya a?os trabaj¨¢ndose algunas cl¨¢sicas, sobre todo la Lieja-Bastogne-Lieja, la decana, en la que Etxebarria fue segundo hace dos a?os y tercero en 2001. En el Euskaltel tiene tambi¨¦n a Samuel S¨¢nchez, un asturiano al que le gusta el pav¨¦s y la Par¨ªs-Roubaix, el infierno del norte, con lo que el equipo no dudar¨¢ a la hora de plantarse en serio la campa?a del norte.
Y hay m¨¢s j¨®venes, y m¨¢s equipos que buscar¨¢n all¨ª la gloria. Al iBanesto.com lleg¨® del relax Juan Antonio Flecha con ¨¢nimo del clasic¨®mano alimentado por incontables horas delante de la televisi¨®n (Flecha apenas ha corrido fuera de Espa?a) y charlas sin fin con su amigo Jos¨¦ Antonio Hermida, el de la mountain bike, y el equipo Tour por excelencia, el equipo de Perico e Indurain, no dud¨® en apuntar en su agenda el mes de abril en B¨¦lgica bajo el ep¨ªgrafe de importante. Y han convencido a Eladio Jim¨¦nez, el vivo corredor de Ciudad Rodrigo, de que lo suyo pueden ser esas carreras tambi¨¦n. Ir¨¢n a aprender y descubrir. 'Quiz¨¢s no ganaremos nada, pero los corredores seguro que no se bajar¨¢n en el avituallamiento como hac¨ªan antes', dice el director del equipo, Eusebio Unzue.
Otros corredores tienen la moral de correr a tope las cl¨¢sicas, pero sus equipos no lo tienen tan claro. 'Para nosotros, que no tenemos sprinters, la Copa del Mundo es un asunto complicado', dice Manolo Saiz, director del ONCE-Eroski. En el equipo est¨¢n Quim Rodr¨ªguez y Mikel Pradera, enamorados de las cl¨¢sicas: 'Ir¨¢n a ver qu¨¦ tal, pero les falta experiencia. Hay que estar m¨¢s metido en ese calendario para sacar algo'.
En el Kelme, el loco por las cl¨¢sicas es ?ngel Vicioso, el extraordinario aragon¨¦s que no par¨® en el pasado Mundial, el hombre r¨¢pido y vivaz. 'Un sardinilla', dice su director, Jos¨¦ Luis Lagu¨ªa. 'S¨®lo he corrido la Amstel', dice Vicioso, 'y all¨ª vi que lo pod¨ªa hacer bien. Entr¨¦ en el grupo de delante siendo debutante. Y tambi¨¦n hice bien el Mundial. Eso me tendr¨ªa que haber dado el derecho a que el equipo se tomara en serio las cl¨¢sicas, pero el Kelme tiene otros objetivos'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.