Pasi¨®n y espect¨¢culo en Sevilla
La ciudad vive en Semana Santa la fiesta de los sentidos
Quien se enfrente por primera vez a la Semana Santa de Sevilla ha de tener en cuenta que cuando se suma lo medieval, lo barroco, lo rom¨¢ntico, lo regionalista y lo actual elaborados a la vez por las clases populares e ilustradas, por ortodoxos y heterodoxos, por laicos y cl¨¦rigos, por creyentes y agn¨®sticos, por individualidades creadoras y colectivos an¨®nimos, se produce el desconcertante pero enriquecedor y complejo fen¨®meno de que algo sea cierto a la vez que lo es su contrario. No existe una ¨²nica Semana Santa sevillana -aunque s¨ª existen s¨ªmbolos que la representan por entero: las im¨¢genes y pasos del Gran Poder, Esperanza Macarena, Cachorro, Amargura, Valle, Pasi¨®n o Silencio-, y por tanto es imposible que una ¨²nica definici¨®n d¨¦ raz¨®n de ella. Aunque es posible introducirse en su extraordinaria complejidad, y vivirla goz¨¢ndola.
La 'carrera oficial', donde se sit¨²an las sillas y palcos, es el recorrido que va desde La Campana hasta la catedral a trav¨¦s de la calle de las Sierpes, la plaza de San Francisco y la avenida de la Constituci¨®n, por el que cada d¨ªa pasan, ordenadas por antig¨¹edad, todas las cofrad¨ªas
Jueves Santo, Madrugada y Viernes Santo forman una agotadora unidad. Hay que saber dosificarse en estas tres jornadas grandes, y conviene llevar calzado c¨®modo, ropa ligera y algo de abrigo para la noche
A lo peor, la mezcla de incienso y de humo de churros, de l¨¢grimas y de bromas, de silencios y de risas, de calles oscuras por las que discurren severos cortejos negros a la luz de los cirios y de calles iluminadas con bares repletos de multitudes felices y ruidosas hacen pensar al visitante que una de las dos cosas es falsa: o la emoci¨®n y la severidad es fingimiento, o la alegr¨ªa es transgresi¨®n. No es as¨ª. Esto no es Castilla. Y en los s¨ªmbolos mayores de la Semana Santa -el severo Gran Poder y la exultante Macarena- est¨¢n representados estos extremos s¨®lo aparentemente irreconciliables. Ambos son formas distintas de sentir y expresar lo mismo: que la ternura y el sufrimiento de Dios (Gran Poder) han hecho posible la esperanza (Macarena) para todos los hombres.
Lo m¨¢s grandioso de la Semana Santa de Sevilla, lo realmente sorprendente y singular, es su capacidad para expresar este contenido religioso visual y sensorialmente, de tal forma que todo aquel que participe en ella, o realmente sepa contemplarla con la disponibilidad emocional que toda comunicaci¨®n est¨¦tica exige, sienta en s¨ª mismo -m¨¢s que comprenda- el n¨²cleo del misterio religioso (sin su restrictiva dimensi¨®n formal-clerical) que la Semana Santa celebra. A muchos desconcierta la sensorial sensualidad de esta fiesta. Explota en ella lo sagrado y nos llega a trav¨¦s de todos los sentidos: la vista, evidentemente, pero tambi¨¦n el tacto, con la caricia del aire tibio y el roce de los ruanes, terciopelos, rasos y merinos de las t¨²nicas de los nazarenos; el o¨ªdo, con el murmullo o los aplausos de la multitud, las marchas procesionales, el tintineo de los palios de las v¨ªrgenes, el crujido de los pasos de los cristos, las voces de los capataces, las saetas, y el olfato, en flor de azahar todos los naranjos, rodeados de nubes de incienso los pasos, denso el aroma de las flores que los adornan, dulz¨®n el peculiar olor tibio de las docenas de cirios que arden ante las v¨ªrgenes.
En la Semana Santa sevillana siempre ha sido muy importante la catarsis popular que identificaba -especialmente desde finales del siglo XIX- a los oprimidos con el bondadoso hijo del carpintero condenado por los poderes temporales (Pilatos y Herodes) y religiosos (An¨¢s y Caif¨¢s). Las letras de las saetas lo han expresado con rotundidad, y el escritor N¨²?ez Herrera llam¨® al Gran Poder 'Dios fuerte y honrado de los trabajadores', diciendo de ¨¦l que 'a¨²n lleva este Cristo sobre s¨ª las briznas de la carpinter¨ªa de Jos¨¦ y el dolor antiguo de los proletarios'. Esta dimensi¨®n no se ha perdido. Se puede ver en el emocionante ritual popular del besamanos del Gran Poder, que tiene lugar en su bas¨ªlica de la plaza de San Lorenzo desde el Domingo de Ramos hasta el Martes Santo, o en la procesi¨®n del Cautivo, que desde el moderno barrio del Tiro L¨ªnea avanza hacia el centro como si sus nazarenos y las mujeres que van tras el paso acompa?aran a un Jes¨²s con aire de joven revolucionario que aun preso se yergue desafiante frente a sus poderosos captores. Esta dimensi¨®n liberadora se mezcla con la antigua devoci¨®n a las im¨¢genes y la vertebraci¨®n s¨ªmb¨®lico-urbana de la ciudad obrada por las hermandades -como si fueran la sevillanizaci¨®n de los nuevos barrios crecidos desde los a?os sesenta o la resurrecci¨®n de los antiguos perdidos por la especulaci¨®n desarrollista- para hacer de la Semana Santa algo que parece imposible pueda existir a principios del siglo XXI: una fiesta sagrada y viva.
Voluntades y multitudes
La Semana Santa es una fiesta viva, que involucra lo m¨¢s ¨ªntimo de las memorias personales y familiares, lo m¨¢s resguardado de las conciencias y los afectos, pero tambi¨¦n lo grupal de barrios y hermandades, y lo colectivo de una ciudad que se paraliza y moviliza durante una semana. Por ello, este rico, complejo y contradictorio fen¨®meno ha entrado en el siglo XXI fundamentando vidas (como experiencia personal, religiosa y sentimental), vertebrando la ciudad (como experiencia grupal y colectiva), moviendo voluntades (existen 56 cofrad¨ªas que aglutinan a unas cien mil personas, acaban de nacer media docena y hay otras en gestaci¨®n), congregando multitudes (colapso del casco hist¨®rico), interpelando al mundo intelectual, universitario y medi¨¢tico, moviendo enormes sumas de dinero (hosteler¨ªa, mantenimiento de talleres artesanos), promoviendo acciones de solidaridad (la dimensi¨®n asistencial -con sentido moderno- cobra cada d¨ªa mayor importancia en las hermandades) y convirti¨¦ndose en el mayor movimiento religioso de la di¨®cesis de Sevilla. A ello hay que a?adir que la Semana Santa es un impresionante legado art¨ªstico de bordados, orfebrer¨ªas, tallas, m¨²sicas y esculturas que se ofrece vivo, en las calles, conservando, adem¨¢s del hist¨®rico, el valor de uso.
Organizada, montada y protagonizada por los sevillanos en primera instancia para ellos mismos, sufragada por las aportaciones de los miembros de las hermandades y por quienes pagan alt¨ªsimos precios para presenciar los desfiles en las sillas y palcos situadas en la carrera oficial (recorrido que va desde La Campana hasta la catedral a trav¨¦s de la calle de las Sierpes, la plaza de San Francisco y la avenida de la Constituci¨®n, por el que cada d¨ªa pasan, ordenadas por antig¨¹edad, todas las cofrad¨ªas), la Semana Santa es lo contrario de una repetici¨®n ritual de algo pasado o de una celebraci¨®n organizada por la autoridad -civil o religiosa- para ser ¨²nicamente contemplada por los ciudadanos: es viva y participativa. Hasta tal punto, que no existen actores (los penitentes o los costaleros que llevan los pasos) y espectadores (quienes los contemplan), sino que todos crean una gigantesca representaci¨®n colectiva.
El culto a las im¨¢genes
El culto privado y p¨²blico a las im¨¢genes que representan pasajes de la pasi¨®n es el origen de las hermandades que han creado la Semana Santa de Sevilla. Por tanto, su origen se remonta al concilio de Nicea (siglo VIII), ya que la encarnaci¨®n de Dios en Jes¨²s Nazareno permiti¨® que all¨ª se afirmara el culto a las im¨¢genes frente a los iconoclastas. Desde ese origen, el proceso de conformaci¨®n de la fiesta sevillana es indisociable de la historia pol¨ªtica, econ¨®mica, social y art¨ªstica de la ciudad, en un extenso arco temporal que va desde el final de la Edad Media (la tradici¨®n quiere que la hermandad m¨¢s antigua actualmente existente, la del Silencio, fuera fundada en 1340) hasta hoy, atravesando tres estaciones decisivas ligadas a momentos de transformaci¨®n de la ciudad: en los siglos XVI y XVII, en coincidencia con el auge de la Sevilla americana, se define el modelo iconogr¨¢fico sevillano, establecido por imagineros como Andr¨¦s y Francisco de Ocampo, Mart¨ªnez Monta?¨¦s, Juan de Mesa, Pedro Rold¨¢n o Francisco Antonio Gij¨®n; en la segunda mitad del siglo XIX, con la ascendente burgues¨ªa, y en los primeros treinta a?os del siglo XX, en el marco de la expectativa de la Exposici¨®n de 1929.
Todo se ha mantenido gracias al poder de las im¨¢genes. Si el viajero quiere saber de verdad qu¨¦ es la Semana Santa de Sevilla, ha de entrar en los bares y ver sus fotograf¨ªas presidi¨¦ndolos; ha de visitar los grandes almacenes y fijarse en c¨®mo est¨¢n pegadas en las cajas registradoras. La vinculaci¨®n vital y devocional con las im¨¢genes no ha conocido desfallecimientos en Sevilla en los ¨²ltimos cuatrocientos a?os. Baste saber que las que congregan mayor devoci¨®n son todas del siglo XVII, con el Gran Poder (1620) y la Esperanza Macarena (probablemente de finales del XVII o principios del XVIII) a la cabeza.
Dos d¨ªas y una madrugada
JUEVES SANTO, Madrugada y Viernes Santo forman una agotadora unidad: antes de que se haya recogido la ¨²ltima procesi¨®n del jueves ya est¨¢n en la calle algunas de la Madrugada, y justo cuando ¨¦stas entran en sus templos, en el mediod¨ªa del viernes, ya est¨¢n saliendo las de este d¨ªa. Hay que saber dosificarse, ya que se trata de las tres jornadas grandes de la Semana Santa. Calzado c¨®modo, ropa ligera y algo de abrigo para las noches (cada jornada termina sobre las tres de la madrugada) son necesarios. Pero, antes que eso, una mirada a la vez libre de prejuicios, atenta a la belleza sensible y comprensiva para con actitudes que, vistas desde fuera pueden parecer chocantes. Algunas lo son hasta para muchos sevillanos, como la de andar delante de los pasos y vueltos de espaldas: a eso se le llama, cr¨ªticamente, cangrejear, y debe evitarse. Conviene ver las cofrad¨ªas desde la cruz de gu¨ªa hasta el palio, es decir, enteras. En algunos casos es dif¨ªcil, debido a la longitud de los cortejos -la cofrad¨ªa de la Macarena tarda una hora y media en pasar-, pero tambi¨¦n es la ¨²nica forma de tener un buen sitio para ver los pasos. Todas las cofrad¨ªas salen de sus iglesias en los barrios o en el centro y se dirigen a la catedral (el sentido de la salida es hacer estaci¨®n ante el Monumento Eucar¨ªstico all¨ª instalado), para despu¨¦s volver a ellas; all¨ª, en sus barrios, es donde lucen mejor.
Los peri¨®dicos locales ofrecen cada d¨ªa informaci¨®n sobre los actos. Todos los horarios y recorridos se encuentran tambi¨¦n en la web de las hermandades y cofrad¨ªas de Sevilla (www.hermandades-de-sevilla.org). Para informaci¨®n adicional, entre las muchas p¨¢ginas web se recomienda: www.lapasion.net.
GU?A PR?CTICA
- Poblaci¨®n: la ciudad de Sevilla tiene unos 750.000 habitantes.
?Pensando en ir a Sevilla durante la Semana Santa? No desespere si todav¨ªa no tiene alojamiento. La Consejer¨ªa de Turismo (901 20 00 20) ha puesto en marcha una central de reservas hoteleras que localizan las plazas libres en la ciudad o su entorno. Los hoteles del centro, salvo un milagro, est¨¢n llenos; pero siempre quedan plazas en la zona metropolitana del Aljarafe, o en los pueblos de Carmona, ?cija, o en la costa de Huelva, a una hora.
- Salvador Rojo (954 22 97 25). San Fernando, 23. Su cocina, con base de mercado. Platos elaborados y suculentos en un local peque?o que esconde un lienzo de la muralla de la ciudad del siglo X. Precio medio, alrededor de 36 euros. - Becerra (954 21 30 49). Gamazo, 2. Es un cl¨¢sico de la cocina popular andaluza. Revuelto de cola de toro y patatas o raya con vinagreta de pimientos y naranjas amargas. Unos 32 euros. Adem¨¢s del restaurante, la barra tiene una gran lista de tapas. - Zarabanda (954 38 05 90). Padre Tar¨ªn, 6. Este negocio familiar, con un comedor peque?o y sin lujos, ofrece la mejor relaci¨®n calidad / precio de la ciudad. Durante la Semana Santa cierra por las noches. 18 euros. - As-Saw?rah (954 56 22 68). Galera, 5. Abierto hace ocho meses, ya ha conquistado a muchos. Este local marroqu¨ª ofrece pastela, tajin de cordero con membrillo y un delicado cusc¨²s. Alrededor de 30 euros. - Alfonso XIII (954 22 28 50). San Fernando, 2. Pocos saben que el hotel Alfonso XIII, un edificio neomud¨¦jar construido en 1929, ofrece un suculento men¨² durante toda la semana por 27 euros.
Hay cientos de bares para tapear por toda la ciudad, como Giralda (Mateos Gago, 1), Estrella (Estrella, 3), Casablanca (Zaragoza, 50), Bodega Antonio Romero (Gamazo, 16), El Rinconcillo (Gerona, 2) o La Andana (Conteros, 12). Y adem¨¢s: - Eslava (954 90 65 68). Eslava, 3 y 5. Abarrotado. Lo mejor: bacalao con salmorejo, boquerones rellenos o sus pasteles de verduras. - Yebra (954 35 10 07). Medalla Milagrosa, 3. Est¨¢ fuera de ruta, cerca de la Macarena. Sorprenden calidad, cantidad y originalidad. - Acr¨®polis (600 41 45 62). Rosario Vega, 10. Si necesita poner algo de distancia entre usted y los nazarenos, esta taberna griega que ha abierto hace menos de un a?o es ideal.
- Turismo de Sevilla (954 22 14 04). - www.sevilla.org. - www.turismosevilla.org.
Una agenda variada y apretada
Borriquita en la calle de Orfila (16.00), la Cena en Do?a Mar¨ªa Coronel (16.30), la Estrella en Magdalena (19.30), San Roque en Odreros y Boteros (23.00), la Amargura en Cuesta del Rosario y Salvador (24.00), entrada del Amor (1.00), entrada de la Amargura (2.00).
Ambiente del barrio del Tiro L¨ªnea y salida de la cofrad¨ªa de Santa Genoveva (desde las 12.00, conviene seguir -andar con ella, se dice- el paso del Se?or cautivo un buen trecho), salida de la Vera Cruz (19.30), entrada de Santa Marta (22.25), las Penas en Salvador-Cuna-Orfila (23.00), el Museo en Tetu¨¢n (0.30), San Gonzalo en su barrio (desde las 2.00).
Ambiente del barrio del Cerro del ?guila y salida de la cofrad¨ªa (desde las 12.00), San Esteban en la plaza de Pilatos (15.30), San Benito entre Puerta Osario y San Esteban (17.30), Santa Cruz en Molviedro y Zaragoza (21.00), Estudiantes en Lonja de la Universidad (22.30), Dulce Nombre en Tetu¨¢n (0.30), Candelaria de Santa Mar¨ªa la Blanca a la entrada (desde 2.30).
Ambiente del barrio de San Bernardo y seguir la cofrad¨ªa hasta Santa Mar¨ªa la Blanca (de 13.30 a 16.00), Buen Fin en plaza de San Lorenzo (17.30), San Bernardo en Madre de Dios y San Jos¨¦ (21.00), Siete Palabras -s¨®lo paso del misterio- en Salvador (24.00), Cristo de Burgos en plaza del mismo nombre (0.30), Los Panaderos en Mar¨ªn Villa y Villas¨ªs (2.00).
Los Negritos en Santa Catalina (16.00), Santa Catalina en la Encarnaci¨®n (17.00), Montesi¨®n en la Alameda (18.30), Cigarreras en plaza del Triunfo (20.30), Quinta Angustia en Castelar (22.30), Pasi¨®n en Alemanes (23.00), el Valle en Cerrajer¨ªa y Cuna hasta la entrada (24.00 a 0.45). Madrugada: Macarena en Feria (desde la 1.00), Silencio en Francos y Salvador (3.30), Esperanza de Triana en Magdalena (4.30), el Gran Poder de Zaragoza al Museo (5.00-6.30), el Calvario desde Zaragoza hasta la entrada (7.00-8.00), los Gitanos en cuesta del Rosario (9.00), la Macarena desde Feria hasta su entrada (de 9.30 a 13.30).
Salida de la Carreter¨ªa y seguirla hasta la plaza Nueva (16.00-18.00), el Cachorro en el puente de Triana (18.00), San Isidoro en el Salvador (20.00), Montserrat en Alemanes (23.00), entrada de San Isidoro (24.00), la Mortaja en la plaza del Cristo de Burgos y Do?a Mar¨ªa Coronel (1.00), el Cachorro en la calle de Castilla hasta la entrada (2.00).
Los Servitas en Do?a Mar¨ªa Coronel (16.30), la Trinidad por Santa Catalina (17.00), para ver el largo cortejo del Santo Entierro se recomienda alquilar sillas en Carrera Oficial (de 19.15 a 20.00), acompa?ar a la Soledad de San Lorenzo desde Orfila hasta su entrada (10.00-12.00): el cerrarse de las puertas de su iglesia cierra la Semana Santa.
Todos los d¨ªas, por la ma?ana, se visitan las iglesias de las que salen cofrad¨ªas. Cultos internos que no deben perderse: traslado y subida al paso del Cristo del Calvario (20.30, parroquia de la Magdalena), besamanos de Jes¨²s del Gran Poder (de Domingo de Ramos a Martes Santo, en su bas¨ªlica de la plaza de San Lorenzo, de 8.00 a 22.00), traslado de Jes¨²s de la Pasi¨®n a su paso (Lunes Santo, 17.00, parroquia del Salvador).
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