La LOU y el espacio europeo
Recientemente, en un art¨ªculo publicado en este mismo peri¨®dico, se recog¨ªan las palabras del profesor F. Michavila, director de la c¨¢tedra Unesco de Gesti¨®n y Pol¨ªtica Universitaria y ex rector de la Universitat Jaume I, quien, refiri¨¦ndose al revuelo social y pol¨ªtico generado por la LOU, denunciaba el error cometido por el Gobierno en el intento de superar una Ley de Reforma Universitaria (1983) a todas luces mejorable. En su opini¨®n, a pesar de todo, el actual contexto permitir¨ªa a las universidades hacer un ejercicio de reflexi¨®n sobre c¨®mo se presentaba el futuro inmediato. Y en ese ejercicio de reflexi¨®n se enmarcan las l¨ªneas que siguen a continuaci¨®n, que no pretenden sino plantear alguna de las preocupaciones que muchos universitarios compartimos, poco sospechosas de ser tachadas de cavernismo intelectual o de progresismo trasnochado, porque afectan demasiado directamente a cuestiones mucho m¨¢s tangibles, tal y como podremos comprobar.
La nueva ley de universidades, en mi opini¨®n, no ha sido rechazada -como algunos han defendido- por el hecho mismo de suponer un cambio respecto a la situaci¨®n anterior (absurdo argumento ¨¦ste), sino por la cantidad de inc¨®gnitas a las que nos enfrenta como instituci¨®n y al entorpecimiento que puede provocar de las labores fundamentales de docencia e investigaci¨®n a las que la instituci¨®n universitaria se debe.
Perm¨ªtanme que me centre en una de esas inc¨®gnitas a las que hac¨ªa referencia antes, quiz¨¢s la que m¨¢s repercusi¨®n podr¨ªa tener de cara a nuestro posicionamiento en el contexto europeo: la convergencia del sistema universitario espa?ol con el Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior (Declaraci¨®n de Bolonia, 1999).
Los ministros de Educaci¨®n firmantes de la citada declaraci¨®n acordaron crear un espacio ¨²nico para la educaci¨®n superior (docencia e investigaci¨®n) antes de 2010, con el objetivo de fomentar la competitividad internacional y promover el empleo de los estudiantes europeos. Esta creaci¨®n supon¨ªa, a grandes rasgos, desde el punto de vista org¨¢nico, una nueva estructuraci¨®n del sistema de titulaciones (eliminando las diferencias actuales entre diplomaturas y licenciaturas), la adopci¨®n de un sistema de cr¨¦ditos y calificaciones que favoreciese el mutuo reconocimiento entre los pa¨ªses de la Uni¨®n y la adopci¨®n del Suplemento al Diploma (como anexo a los t¨ªtulos oficiales que explicitara aspectos de la formaci¨®n del estudiante hasta ahora obviados, como las pr¨¢cticas realizadas en empresas o las estancias en el extranjero, entre otros); y desde el punto de vista pedag¨®gico, la difusi¨®n de una nueva concepci¨®n del proceso de ense?anza-aprendizaje, en el que el papel de la tutorizaci¨®n, los seminarios, los l¨ªmites de la presencialidad /virtualidad, o el cambio en la concepci¨®n de la evaluaci¨®n de los aprendizajes jugar¨ªan un papel fundamental (como ya lo hacen en alguno de nuestros pa¨ªses vecinos). Junto con esto, la difusi¨®n de la cultura de la calidad y la acreditaci¨®n se impondr¨ªa como paso imprescindible para conseguir la convergencia.
No hace falta ser muy despierto para darse cuenta de lo lejos que se encuentra la Universidad espa?ola, en general, de alcanzar muchos de estos objetivos. Estamos, por tanto, frente a un cambio intenso, profundo, que necesita de todos los esfuerzos tanto de la instituci¨®n universitaria como de los dirigentes pol¨ªticos para ser llevado a buen puerto.
Parad¨®jicamente, y a pesar del miedo al cambio del que se nos ha acusado repetidamente, desde el a?o 2000 han sido las universidades, por medio de las diferentes sectoriales de la Conferencia de Rectores (CRUE), las que han impulsado las iniciativas que, sin prisa pero sin pausa, nos deb¨ªan llevar a alcanzar el objetivo fijado. As¨ª, han sido una constante las reuniones de comisiones creadas ex professo para tratar asuntos concretos de la armonizaci¨®n; la promoci¨®n de proyectos piloto relacionados con alguno de los aspectos de la convergencia arriba citados o la preocupaci¨®n por el an¨¢lisis introspectivo del estado de la instituci¨®n universitaria espa?ola, con el fin de calibrar cu¨¢nto nos quedaba por hacer.
Y las universidades valencianas no se han quedado a la zaga. De hecho, algunos de esos proyectos se han llevado a cabo en universidades de nuestro entorno inmediato y, por lo que respecta a la Universitat Jaume I de Castell¨®n, se han emprendido diferentes iniciativas en este sentido, como la propuesta de los nuevos planes de estudio en European Credit (Transfer) System, la organizaci¨®n de seminarios y jornadas con expertos para analizar asuntos de armonizaci¨®n o la participaci¨®n en grupos espec¨ªficos de la CRUE sobre la convergencia europea y el Suplemento al diploma.APUNTES
Es cierto que la nueva Ley de Universidades previ¨® (in extremis), en el t¨ªtulo XIII, los aspectos relativos a la integraci¨®n de Espa?a en el Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior (?hubiese sido un error de bulto no hacerlo!), y que parece que t¨ªmidamente se est¨¢n emprendiendo iniciativas por parte de la Administraci¨®n; pero no es menos cierto que, tal y como indica el IVIE, si bien en t¨¦rminos absolutos el gasto en educaci¨®n superior en Espa?a en relaci¨®n con el PIB se sit¨²a en la media de los pa¨ªses de la OCDE, el gasto por estudiante en educaci¨®n superior en nuestro pa¨ªs est¨¢ muy por debajo de la media europea (este dato se evidencia especialmente en partidas como la movilidad estudiantil o las becas, aspectos ¨¦stos irrenunciables en el nuevo modelo); y que, seg¨²n el INE, la Comunidad Valenciana dedica a investigaci¨®n y desarrollo un 0,3% menos que la media espa?ola.
Si se pretende hacer bien, la convergencia con el nuevo Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior exigir¨¢ que el gasto en Educaci¨®n Superior aumente. Ser¨¢n necesarias inversiones para desmasificaci¨®n de las aulas, reciclaje del profesorado, actualizaci¨®n tecnol¨®gica y promoci¨®n de la ense?anza virtual o movilidad estudiantil, entre otras muchas cosas. Y a¨²n as¨ª, el cambio no estar¨¢ exento de dificultades, porque se trata, insisto, de un cambio profundo; pero, al menos, se estar¨¢n dando las condiciones para que pueda ser asumido por la instituci¨®n universitaria con garant¨ªas de ¨¦xito.
Isabel Garc¨ªa Izquierdo es vicerrectora de Qualitat Educativa i Harmonitzaci¨® Europea de la Universitat Jaume I.
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