La Rusia de Putin, entre la apat¨ªa y las reformas pendientes
El l¨ªder del Kremlin cumple dos a?os en el poder con un amplio respaldo social, pero sin iniciativa pol¨ªtica
El presidente de Rusia, Vlad¨ªmir Putin, llega al ecuador de su mandato de cuatro a?os esta semana con un elevado respaldo popular y habiendo creado la impresi¨®n de que su pa¨ªs es m¨¢s estable hoy que en ¨¦poca del osado Bor¨ªs Yeltsin. El l¨ªder, sin embargo, no ha sido capaz de impulsar un programa de modernizaci¨®n que una a la desorientada sociedad rusa en una tarea com¨²n.
El balance de Putin desde su elecci¨®n el 26 de marzo de 2000 es mixto. El resultado m¨¢s espectacular -en pol¨ªtica internacional- es el alineamiento con Estados Unidos. En pol¨ªtica interior y econom¨ªa, el presidente ha emprendido algunas reformas de resultados modestos en comparaci¨®n con los objetivos anunciados. El desarrollo democr¨¢tico de Rusia se ha anquilosado e incluso ha retrocedido, y el analista Igor Kliamkin habla de la parad¨®jica aparici¨®n de una 'monarqu¨ªa absoluta elegida'.
La popularidad de Putin es estable (un 75% en febrero, seg¨²n un sondeo del Centro de Estudio de la Opini¨®n P¨²blica). El n¨²mero de personas dispuestas a votar por ¨¦l, sin embargo, se sit¨²a en un 45%, tras reducirse siete puntos en un mes, dice el soci¨®logo Leonid Sedov, que atribuye el descenso a la pol¨ªtica exterior del presidente. Excepto en sus temas favoritos, pol¨ªtica exterior, seguridad y defensa, Putin se ha mostrado cada vez m¨¢s ap¨¢tico y los c¨ªrculos pol¨ªticos informados opinan que al presidente le faltan 'empuje' y 'fines estrat¨¦gicos'.
Putin no ha abordado en serio la corrupci¨®n del aparato del Estado ni ha cortado del todo las amarras con el equipo de Yeltsin. El Estado ruso pag¨® una fianza de cinco millones de francos suizos (2,3 millones de euros) para sacar de la c¨¢rcel a Pavel Borod¨ªn, el hombre que dio a Putin su primer trabajo en Mosc¨² en 1996. Borod¨ªn, hoy secretario de Estado de la Uni¨®n de Bielorrusia y Rusia, ha sido condenado a una multa de 300.000 francos por un tribunal suizo, que lo ha declarado culpable de aceptar sobornos cuando era el gerente en jefe de Yeltsin y estaba a cargo de la restauraci¨®n del Kremlin.
En Mosc¨², Putin se ha rodeado de p¨ªtertsi, como se llama a los oriundos de San Peterburgo, que hoy se afianzan en el tablero de juego de la capital. Los p¨ªtertsi forman un grupo variopinto de personas con distintos intereses, incluido un nutrido contingente de los servicios de seguridad sovi¨¦ticos. Los analistas coinciden en que quieren una parte de las prebendas y los flujos financieros ya distribuidos. La leva de San Peterburgo incluye a Alex¨¦i Miller, presidente del monopolio del gas (Gazprom) y a V¨ªctor Zubkov, jefe del nuevo servicio de espionaje financiero.
En el Kremlin, la coexistencia entre el equipo de Yeltsin y el nuevo est¨¢ asegurada por Alexandr Voloshin, el jefe de la Administraci¨®n presidencial. Los tres a?os que este antiguo socio del oligarca Bor¨ªs Berezovski acaba de cumplir en su puesto son un periodo no menos importante que el bienio de Putin. Voloshin ha sido clave para subordinar al Parlamento (Duma y Consejo de la Federaci¨®n) y a los gobernadores al Kremlin.
Los propagandistas de Putin le atribuyen el m¨¦rito de una Rusia m¨¢s estable. En el Kremlin hay quien ve las cosas de otra manera. 'En realidad no hay ninguna estabilidad. Es el cansancio tras la ¨¦poca de Yeltsin. El pa¨ªs est¨¢ cansado de las volteretas, as¨ª que decidi¨® descansar un poco', dec¨ªa el vicejefe de la Administraci¨®n, Vladislav Surkov, uno de los art¨ªfices del amorfo partido pro presidencial Edinaia Ross¨ªa. Sin duda, el control estatal sobre todas las cadenas de televisi¨®n de cobertura nacional y el exilio de los oligarcas cr¨ªticos (Vlad¨ªmir Gusinski y Bor¨ªs Berezovski) contribuyen a la sensaci¨®n de calma, aunque Rusia est¨¦ viviendo una guerra en su propio territorio. La operaci¨®n militar rusa en Chechenia encuentra nuevos argumentos justificativos en el 11 de septiembre.
En el Parlamento, dominado por las fuerzas leales al Kremlin, Edinaia Ross¨ªa asegura (cuando entiende lo que le piden) que se aprueban las leyes apoyadas por la Administraci¨®n. Con Putin, el Legislativo ha dejado de pedir cuentas al Ejecutivo y la Duma incluso est¨¢ perdiendo en la pr¨¢ctica las prerrogativas que le corresponden. Una inspecci¨®n realizada por el Tribunal de Cuentas en la Fiscal¨ªa del Estado ha sido declarada secreta por la misma fiscal¨ªa, incluso para los diputados del comit¨¦ de Seguridad de la Duma. Con Putin, el Consejo de la Federaci¨®n (la C¨¢mara alta, formado antes por los dirigentes de provincias) se ha convertido, tras su reforma, en un club de lobbistas permanentes y en un gasto extra. En el Consejo de la Federaci¨®n se ha refugiado Bor¨ªs Pugachov, el misterioso banquero de San Peterburgo que ha emergido como representante de la remota rep¨²blica de Tuv¨¢. Mientras los senadores reciben pisos en Mosc¨², en provincias los gobernadores autorizados por el Kremlin se hacen elegir por tercera vez y conviven con los representantes del presidente, que tambi¨¦n contribuyen a aumentar los gastos del Estado al frente de la nueva divisi¨®n del pa¨ªs en siete unidades territoriales.
Cada medida reformista que se aprueba es neutralizada por una sofocante inercia, sin que se perciban hasta hoy los efectos del paquete de leyes especialmente dise?adas para luchar contra la burocracia. La econom¨ªa, que ha prosperado en gran parte gracias a los altos precios del crudo, espera este a?o un crecimiento del 3%, inferior al de los dos anteriores. Los retrasos en los pagos de las n¨®minas funcionariales vuelven a menudear. Tras dos a?os de crecimiento, la inversi¨®n extranjera directa se redujo en 500 millones de euros (un 10%) en el 2001.
En la reforma judicial, el Gobierno ha presentado una m¨ªnima parte de las leyes que anunci¨®. A partir del pr¨®ximo julio, ning¨²n detenido podr¨¢ pasar m¨¢s de 48 horas en la c¨¢rcel sin orden del juez. El m¨¦rito de esta disposici¨®n no es de Putin, sino del Tribunal Constitucional, que oblig¨® a mantenerla en la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Presionado por la fiscal¨ªa, el presidente hab¨ªa pedido demorar hasta el 2004 la aplicaci¨®n de este principio recogido por la Constituci¨®n.
'Un buen ministro'
'Ser¨ªa un buen ministro de Exteriores'. Con esta frase mordaz, un funcionario ruso valora globalmente la gesti¨®n del presidente Vlad¨ªmir Putin, que ha dado un rumbo prooccidental a la pol¨ªtica exterior rusa tras el 11 de septiembre. Seg¨²n el analista Viacheslav N¨ªkonov, este nuevo rumbo responde m¨¢s a una decisi¨®n pragm¨¢tica que a un cambio estrat¨¦gico. El pragmatismo realista explicar¨ªa por qu¨¦ Rusia cuida sus tradicionales relaciones con Ir¨¢n, Irak o Corea del Norte. Rompiendo con el s¨ªndrome ruso del acoso, Putin reaccion¨® positivamente a la presencia norteamericana en Asia Central y consider¨® que la llegada de instructores de EE UU a Georgia 'no es una tragedia'. En ambas ocasiones, sus palabras han obligado a funcionarios como el ministro de Exteriores, Igor Ivanov, y el jefe del comit¨¦ de Exteriores de la Duma, Dmitri Rogozin, a corregir sus argumentos sobre la marcha, cuando comenzaban ya a rasgarse las vestiduras. Los funcionarios se pliegan a la voluntad de Putin, pero sus sentimientos van por otros derroteros. Por eso, tienen dificultades para generar ideas que desarrollen la pol¨ªtica del l¨ªder. El jefe del Consejo de la Federaci¨®n, Sergu¨¦i Mir¨®nov, sin embargo, se pas¨® de listo cuando, durante un reciente viaje a Israel, puso en cuesti¨®n toda la diplomacia rusa al anular una cita ya concertada con Yasir Arafat. Dimitri Trenin, del Fondo Carnegie en Mosc¨², cree que el presidente George Bush est¨¢ actuando como un 'provocador' con Putin. ?ste resiste bien.
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